Date el regalo de navidad que nadie puede darte
Corremos a todas horas, al trabajo, a comer, al salir a divertirnos… parece que el tiempo se nos escapa y queremos aferrarnos a todo. Si tenemos hijos, los anotamos a todas las actividades y racionalizamos que es lo mejor para ellos, cuando en realidad nos libera a nosotros de gestionarles y tener más tiempo; si no los tenemos, creemos que debemos esperar lo más posible porque afectará nuestra calidad de vida. La velocidad tiene un alto ranking en nuestra cultura occidental, ir lento es peyorativo y celebramos la velocidad en muchos aspectos de nuestra vida y cultura.
La verdad, vamos como veletas al son de vientos que no entendemos. Creemos que somos conscientes de las decisiones que tomamos, de nuestras metas y acciones, y si urjamos un poco sobre el porqué de esas metas, no tenemos idea de dónde vienen y a dónde nos pueden llevar.
En esta Navidad, para… y ¡huele las rosas!
Ir lento puede permitirte apreciar lo que tienes al lado
Hace unos días compartí una tarde con una muy buena amiga y su madre que, por un par de años, viene haciendo un cuadro de deterioro físico, mental y anímico que la está destruyendo. Necesitaban de alguien que les ayudara a buscar una silla de ruedas para que la madre de mi amiga tuviese mejor movilidad para gestionar su quebrado cuerpo. Yo conozco algo de la historia de la madre, era hija de misioneros en Alaska en los años 50, en una tierra que entonces era dura e inhóspita, especialmente para extraños que venían de afuera. Ella ha sido hija, esposa, madre… en su esfuerzo por vivir la mejor vida que pudo o supo, había dejado varios “heridos” y damnificados por el camino, entre ellos, su hija, mi amiga. Las relaciones de su vida habían sido complicadas, de extrema tirantez y profunda decepción para ella y los demás. Una vida dura que desde hacía bastante tiempo cosechaba un profundo dolor. Desde hace siete años había empezado una nueva etapa cuando su hija la había traído a Barcelona para que viviera con ella.
Sin embargo, en los últimos dos años, todo su mundo se había descompuesto: su espalda, con 3 hernias discales y una o dos rupturas de vértebras; y sus emociones le apretaban haciéndole sentir como un inútil estorbo para su hija y un sin sentido para vivir el día a día… a tal punto que no quería levantarse de la cama ni tenía ánimo para comer. Y esa tarde, luego de buscar la silla ahí estábamos en el salón del apartamento, ella sentada y yo observándola.
Ella me tiene cariño porque yo siempre me las arreglo para sacarle una sonrisa; comencé hace varios años echándole broma: “cuando te vea y al despedirme me tienes que dar un abrazo”. Así que cuando ella se entera de que visito, busca salir para verme y entonces yo le decía cariñosamente: “vienes buscando tu abrazo, ¡ya te veo sin vergüenza!”. Al final ella me conectaba con la alegre sonrisa que le lograba robar cada vez. Pero, desde hacía meses ni eso era posible, veía como forzaba su sonrisa al verme. El sufrimiento la está desolando.
Nuestros mayores son un portal
Vivimos nuestra vida como si lo que ahora queremos es lo más importante y todo se tiene que acoplar y adaptar a lo que veo como jerárquicamente “indispensable”. Pero observando a esta, en otrora hermosa mujer, la madre de mi amiga, me di cuenta de cómo pasa la vida por nosotros y nos la perdemos, en gran parte por no enfrentar los dolores que nos increpan atención; esto nos presiona a seguir de largo y terminamos perdiéndonos todo lo valioso.
En los mayores que tenemos cerca, si nos fijamos y nos tomamos el tiempo, podemos ver los sueños frustrados, las ideas y creencias que tenían de quiénes eran, que con el tiempo cuajaron en el molde que sostiene y limita el mundo en el que habitan. Cómo había verdades y deseos que no consiguieron cristalizar en sus vidas y, ahora resisten y resienten aquello que por tanto tiempo buscaron sin conseguir. En el caso de la ahora gentil mujer rota, ella también ha sentido que eso que buscó le abandonó y se olvidó de ella… ese algo es Dios. Todos sus dolores y la penuria de vida que experimentaba, ella dice que son “evidencia de que Dios se ha olvidado de ella”, razona que todos los obstáculos que está viviendo en su vida presente son confirmación de dicho olvido y abandono.
La vi con claridad… y me dijo algo de mis dolores, de mis cicatrices, de mis desilusiones y en quién puedo llegar a convertirme. Todo ello fue latente y elocuente.
Somos verdaderamente maravillosos seres,
todos somos espejos unos de otros.
Luego de que me respondiera sobre su niñez, yo le dije “en verdad eres una mujer fascinante”. Pude ver como se dibujó una sonrisa en su rostro y como sus ojos retomaron un brillo resplandeciente. Esa sonrisa me ensanchó el corazón; qué ávida estaba de ser reconocida. Ha veces necesitamos ser reconocidos para poder enfrentar el dolor y tribulación que experimentamos; quizás por ello la identidad de víctima que algunas personas anidan. Entonces de mis labios salieron las siguientes palabras: “cariño, deja de resistir el dolor y la adversidad que estás viviendo, eso lo que trae es sufrimiento y no hay salida alguna de allí. Lo que buscas y esperas está atravesando el dolor… Jesus te espera del otro lado”.
Ese mensaje era para ella; pero ello es algo que viene presionándome mucho en mi presente, es ese discernir de las implicaciones que el camino hacia la luz es a través de la oscuridad y la adversidad.
Mi amiga me dijo que desde entonces su madre ha mejorado, que está animada y hace sus ejercicios y está comiendo un poco más. También yo he visto un cambio en mí, he podido desacelerar más mis ritmos y reposar en cada momento dejándome impactar por la oscuridad, que mi vida trae, sin resistirle.
Ve la vida como un “mapa hacia el tesoro”
Algo que vengo discerniendo desde hace un buen tiempo es que el camino hacia el tesoro que somos y podemos encontrar en la vida no lo conocemos… aún más, es la Vida la que se empeña en mostrármelo y yo me resisto. En principio, esta maravillosa realidad que nos impela a movernos, a actuar, a buscar y correr tras esto o aquello es la Consciencia. No sabemos qué la impela o despierta, pero nuestros apegos y temores limitan y confunden este llamado hacia el Tesoro. Una profunda intuición me dice que es ese Tesoro quién me busca y lo sabio es dejarme encontrar.
Ese rato que aquieté y desaceleré mi mente, donde estuve presente con la preciosa mujer cuyo cuerpo estaba roto, su ánimo destruido, su futuro inexistente, me marcó mucho más a mí de lo que aparentemente le ayudó a ella. Su vida y dolor me ayudaron a ver el mío y recordarme de lo que es realmente importante. Los dos nos acercamos un poco más al Tesoro.
Creemos que los viejos en nuestras vidas son estorbos, los aparcamos en “hogares”, sacándoles de nuestras vidas sin darnos cuenta de que son sus limitaciones y sus dificultades las que nos muestran cuánto tenemos aún que aprender… vaya, ellos son un importante polo en nuestra historia y les necesitamos más nosotros a ellos que ellos a nosotros… y ¡eso es mucho decir!
Estas navidades regálate lo que nadie puede darte
Desacelera tu velocidad, mira por la ventanilla de tus horas el horizonte de la vida que pasa a tu alrededor cuando no estás atento y vas a 100 por hora para llegar a ninguna parte que valga en verdad la pena. Respira, escucha, cierra los ojos y abre tu corazón con curiosidad al Ser que eres… está tocando a la puerta y quiere entrar.
Epilogo
Elogio la valentía de mi amiga al traer a su madre e incluirla en su vida de una forma tan vital en esta etapa tan dura de la vida de ambas. Es muy valiente y celebro las dificultades que viven, porque sé que todo ello será una bella corona para ambas.
Gracias Tanya por recordarme lo que es ser valiente.
Próximo artículo será el de la Navidad, el domingo 25…
EL NOMBRE DE DIOSEmmanuel significa “Dios con nosotros”, en la Navidad celebramos que Dios habitó entre nosotros, reflexionar sobre ello puede ser interesante… no, en esta oportunidad no hablo del nacimiento de Jesus, sino de aquello de lo que todos somos parte, la Humanidad. ¿Qué significa ser un punto en una línea tan ancestral?
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