domingo, 31 de diciembre de 2023

Día de las personas migrantes: De La Guaira a Estados Unidos, maestra migrante sigue su pasión a pesar de los obstáculos

 

Día de las personas migrantes: De La Guaira a Estados Unidos, maestra migrante sigue su pasión a pesar de los obstáculos

Romelia Bastidas salió de Venezuela en 2017 rumbo a Ecuador, donde rápidamente logró encontrar un trabajo en su área. Sin embargo, la xenofobia la alejó de las aulas hasta que una nueva oportunidad se sumó a su camino. Este 18 de diciembre se conmemora el Día de las personas migrantes y la historia de Romelia nos recuerda la tenacidad de las mujeres que migran

Valerie Calderón –IPYS   18/12/23

Foto: El camino de la maestra Romelia la llevó hasta los Estados Unidos. Créditos: Brandon Gutiérrez

Cada mañana Romelia Bastidas, una docente venezolana, se preparaba para asistir a su trabajo en La Guaira, con una interrogante en la mente: “¿Cómo puedo hacer mi trabajo lo mejor posible, con pocos o casi nada de recursos?”. 

Ser maestra en un país en crisis le implicaba ingeniárselas para trabajar, al punto de dar dinero de sus quincenas para comprar materiales y así enseñarles a sus estudiantes mediante carteleras o dibujos. Era duro para ella saber que muchos asistían a clases sin ni siquiera un pedazo de pan en su estómago, por lo que a veces también llevaba comida para completar sus platos. 

Al inicio de su preparación, Romelia quiso estudiar Derecho, pero no fue sino cuando tuvo a sus dos hijos que se inclinó por el área de Educación. “Sin duda ellos fueron quienes me motivaron. Me gustaba llevarlos a la escuela, ayudarlos y participar en sus actividades. Fueron mis motores”, relata. 

Ella inició su formación en el área de preescolar en el Instituto Universitario de Tecnología Industrial «Rodolfo Loero Arismendi», en La Guaira. “Las clases eran en la noche así que me permitía dejar a mis niños en la casa con su papá mientras yo me iba a estudiar. No desaproveché esta oportunidad”, dice.  

Luego de graduarse de TSU en Educación Preescolar, inició su licenciatura en la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR) y posteriormente trabajó en escuelas privadas en La Guaira. Tiempo después, ingresó a la Fundación Regional Niño Simón en donde tenía el cargo de Docente de Ludoteca. “Trabajaba en el departamento médico, tenía un espacio tipo escuelita. Allí iban los niños que tenían citas médicas pero para distraerse mientras esperaban su turno les hacía actividades lúdicas, así no se enfocaban en el miedo que les podía generar ir al médico”.

Tras tres años en la fundación, decidió pedir un cambio para ingresar a una escuela a desempeñarse como maestra tradicional y así llegó a la Escuela María May en Quenepe, parroquia Maiquetía. “Al principio me costaba el traslado porque debía agarrar jeep para llegar a la institución, pero me hice amiga de personas en el camino, las maestras me hicieron parte de la escuela rápidamente”, narra.  

Aunque su experiencia en la María May era excelente, ya que había buena comunicación con sus estudiantes y estaban las ganas de aprender, tuvo que pedir un cambio para una institución más céntrica, puesto que la escuela donde laboraba quedaba lejos de su casa y había problemas de transporte en el estado en ese momento. “Fue una de las mejores escuelitas en las que trabajé, a pesar de tantas carencias que habían, era un trabajo satisfactorio”. 

Romelia viajó desde Venezuela a Ecuador vía terrestre 

Luego de trabajar un tiempo en la escuela donde fue transferida, la situación económica de Venezuela empezaba a hacerse insostenible. Esa crisis que se traducía en falta de oportunidades, sueldos limitantes, escasez de alimentos, artículos de higiene y fallas en los servicios, la movieron para salir del país. El 17 de diciembre del 2017, tomó sus maletas junto con su hijo mayor y viajó a Ecuador vía terrestre. 

Para esta travesía en autobús, que duró dos días aproximadamente, fue necesario atravesar gran parte de Venezuela hasta llegar a la frontera colombiana. Ahí realizaron un cambio de vehículo, para luego recorrer el país hasta Ecuador. 

No se esperaba trabajar rápidamente de su profesión

Sin esperar mucho tiempo, en mayo del 2018 concursó para un cargo en una escuela privada en Guayaquil, Ecuador. “Para mi sorpresa me llamaron, y por ser licenciada me ofrecieron el área de bachillerato para dar Lengua y Literatura”, cuenta.  

Ese fue uno de los más importantes momentos para Bastidas, ya que no se esperaba trabajar tan rápido de su profesión en un país nuevo. Sin embargo, su preparación y vocación le permitieron hacerlo.

Aunque Romelia estaba acostumbrada a trabajar con niños y niñas en edad preescolar, aceptó el reto de ocuparse de cinco salones con jóvenes de 12 a 14 años. “Pese a que confiaban en mi trabajo tenía mucha supervisión encima. Me decían que tenía que ponerles mucho carácter a los estudiantes, pero a mí me parecía mejor integrarlos a la clase y que opinaran, que se sintieran parte de su preparación”, comenta. 

Diariamente entraban profesores al salón de Romelia para supervisarla y ver qué material les presentaba a los estudiantes. No se le había presentado ningún problema, hasta que la cambiaron para dar clases en escuela básica y así le asignaron la materia Estudios Sociales con alumnos de 4to a 6to grado. 

Un trabajo que se volvió una vivencia de xenofobia 

“Realizaba mi planificación pero el trabajo era muy estresante. Diariamente iba un grupo de mamás y papás a quejarse de que una venezolana les diera clases a sus hijos. Por esa razón los profesores intervenían y me vigilaban más”, cuenta la docente. 

Como profesora, era sometida a evaluaciones periódicas y éstas siempre salían perfectas. Por ello el director de la escuela, con intenciones de defenderla y de que se quedara, la animó a concursar con cuatro profesores ecuatorianos para ganarse su cargo fijo. Y lo logró. 

Sin embargo, Romelia no pudo disfrutar de lo dulce de obtener el triunfo para el cargo fijo como profesora de la institución. Rápidamente los resultados causaron la amarga reacción de algunos representantes quienes dudaban de la calidad de la “profesora venezolana”, como se referían a ella. 

Estas quejas, que no eran más que una muestra de la xenofobia que imperaba en la sociedad ecuatoriana, se sumaron a otras acciones. En algunos casos, estudiantes aseguraron que Bastidas les maltrataba, aun cuando todos los salones tenían cámaras y no había pruebas. La maestra también recibió amenazas al salir de la escuela. “Me dio mucho miedo, pues decían mentiras de mí. Entonces preferí renunciar por mi salud mental y empecé a vender almuerzos en el pueblo como por un año”, recuerda.  

¿Por qué surge la xenofobia? 

La psicóloga Amalia Rondón, explica que la xenofobia es el rechazo, miedo o intimidación que pueden tener las personas hacia grupos de otras nacionalidades. Esto no necesariamente es típico de un país en específico, sino que puede verse en cualquier parte del mundo. “Se puede desarrollar en la familia por sus valores. Es un concepto social más que clínico y psicológico, tiene que ver de personas contra personas”, apunta.

Este rechazo suele incrementarse en grupos familiares hostiles, donde hay antivalores como odio, agresión o violencia, grupos tóxicos y dañinos, dice la experta. La xenofobia se expresa a través de prejuicios en contra de las personas extranjeras y  esos prejuicios suelen sustentarse en convicciones sin fundamento, con desconocimiento de los hechos, que desencadenan fácilmente la discriminación.

Es por ello que el asedio al que Romelia fue sometida puede categorizarse como actos xenófobos, pues el elemento que utilizaban para justificar su rechazo era su nacionalidad. 

El segundo intento

A pesar de esa experiencia incómoda, Romelia siguió con el afán de ejercer su profesión, e intentó nuevamente trabajar como educadora. Esta vez en una escuela preescolar. En esa institución le asignaron 40 niños y niñas, dos de ellos con condiciones especiales. “La metodología era complicada. Todos los niños debían estar siempre sentados y los trataban como si estuviesen en un régimen dictatorial”, recuerda.

En esa escuela, los representantes estaban contentos por los avances que tenían sus niños con la profesora Romelia. Sin embargo, la directora intentaba humillarla constantemente, gritándole mediante parlantes en los recreos, durante las actividades, e intentaba controlar su manera de dictar clases. 

“Les entregué el primer boletín y me fui. La directora se sorprendió porque me decía que era muy buena maestra, pero preferí dejarle mis recomendaciones e irme”, dice.

Llegó la pandemia y con ella ideó un salón de tareas dirigidas en su casa

Aunque en el 2020 llegó la pandemia del COVID-19, montó un salón en su casa y todos los niños que no podían asistir a clases iban hacia allá. “Los enseñé a leer, sumar, restar y multiplicar. Atendía a niños de preescolar en la mañana y de básica en la tarde, aceptaba cinco niños en cada turno”, recuerda. 

Esta experiencia fue la mejor para ella en Ecuador, pues estuvo dos años así. Posteriormente recibió vídeos de los niños en sus escuelas, realizando exposiciones y agradeciéndoles por toda la formación que les dio. 

Foto:  Romelia con sus alumnos en la escuela de Nueva York. Créditos: Brandon Gutiérrez

Una nueva migración: de Ecuador a Estados Unidos

Desde que llegó a Ecuador, Romelia Bastidas se conectó con la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) a través de distintos programas. Esta agencia le brindó a ella y su familia protección para que no sean violados sus derechos humanos y puedan hacer una vida en sus países nuevamente o bien en otro que sí les ofrezca estas garantías. 

Tras un tiempo conectada con la Acnur le ofrecieron la oportunidad de viajar a Estados Unidos como refugiada, mediante un reasentamiento. Este no es más que el traslado de refugiados a otro país de acogida. Para lograrlo es necesario someter a las personas interesadas a un proceso de entrevista que puede durar varios meses o hasta un año, dependiendo del caso y de las necesidades o vulnerabilidades de quienes son candidatos.

Aunque no se puede escoger el país a donde reasentarse, Acnur considera factores como familiares o conocimientos del idioma. Posteriormente, el Gobierno del país decidirá si recibirá al individuo o no, este proceso también puede durar varios meses o varios años.

Luego de todo este protocolo, Bastidas llegó en el 2022 al estado de Nueva York, recibiéndola su hermana mayor, quien reside desde hace muchos años en ese país.

Nuevo país, nueva escuela para seguir ejerciendo

“Aunque tengo poco tiempo en Estados Unidos, por tener mis papeles en regla, apliqué para trabajar en una escuela, ya que definitivamente es mi vocación. En este salón tengo 13 niños, cinco de ellos hispanos”. 

Aunque no domina al 100% el inglés, no se paraliza por eso, al contrario, aprovecha el trabajar con niños para aprender de ellos también. “Los escucho y aprendo con ellos. Hay niños que no hablan nada el idioma, entonces les digo los colores, el abecedario, números, cosas sencillas”. 

Bastidas dice que el camino no ha sido fácil, pero no se ha frenado por nada. Mantiene su formación constante, ya que el estado de Nueva York le facilitó capacitaciones para el área del salón, talleres para manejar casos de asfixia, traumas, infecciones por alimentos, entre otros. 

“Al principio lloré mucho, fue muy fuerte el cambio de aires pero siempre seguí adelante, mi trabajo es una parte fundamental en mi vida. Trato de recordarme diariamente que todo suma y que cada día se aprenden cosas nuevas”. 

“Mi meta es dejar una huella en mis alumnos”

El sueño de Romelia siempre ha sido dejar una huella en sus alumnos, tanto en Venezuela, como en Ecuador o Estados Unidos, que crezcan sabiendo de lo que son capaces de hacer, que no se pongan límites en soñar y en establecerse metas. 

“Ver su evolución es el mayor regalo, ver cómo aprenden a leer, cómo son capaces de explicar un tema mediante una exposición, a veces los subestiman, dicen que son pequeños que no saben, sí saben, ellos aprenden”.

Por supuesto, también sueña con volver a Venezuela, volver a su casa y conectar nuevamente con su país. “Agradezco todas las oportunidades que se han presentado y las aprovecho, aunque claro que quisiera volver a mi país, es una meta que tengo y que sé que lograré algún día”. 

Foto: El camino de la maestra Romelia la llevó hasta los Estados Unidos. Créditos: Brandon Gutiérrez

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