Gustavo Coronel: Las bofetadas de Maduro a Venezuela demandan una respuesta vigorosa
Los esposos Alex y Camila Saab, uno preso por delincuente, la otra buscada en Italia por fraude, se incorporan a la Comisión de Negociación con la oposición.
Jorge Rodríguez, vocero de la pandilla madurista, denunció el “cruel y salvaje trato que recibió Saab, el cual calificó como crimen de lesa humanidad y anunció que la esposa del diplomático, Camila Fabri de Saab, se mantendrá como miembro pleno del proceso de diálogo en Venezuela y que Álex Saab se incorpora de inmediato a la delegación”.
Leemos la noticia, ver: Diputado Jorge Rodríguez: Emprenderemos acciones por violación de los DD.HH de Alex Saab, según la cual Venezuela emprenderá acciones legales por “la violación de los derechos humanos” de Alex Saab, el reo de la justicia estadounidense perdonado por Joseph Biden por razones de interés político electoral.
¿Hasta cuándo recibiremos tantas bofetadas en silencio?
Nos preguntamos: ¿hasta cuándo los venezolanos seguiremos de rodillas ante los desmanes e indecencias del régimen de Maduro? ¿Se sentarán los miembros de la oposición en la mesa de negociación con este par de delincuentes? Es lo más probable porque lo difícil es sacar la primera aceituna del frasco, las demás salen fácilmente. Y el comité de negociación que se sienta con la pandilla de Maduro ya ha entregado varias aceitunas sin chistar. La última fue convenir un vergonzoso procedimiento con Maduro para que los candidatos inhabilitados acudieran al TSJ a pedir “perdón” por una inhabilitación que era ilegal para comenzar.
El camino que ha llevado a Venezuela a su fecalización, es decir, a la acumulación de excrementos morales en su tejido político, comenzó hace ya años, cuando ya el régimen de Hugo Chávez era claramente identificable como arbitrario y corrupto. Comenzó con los llamados de respetables líderes políticos a la reconciliación, al diálogo entre hermanos, a no matarnos entre nosotros. Este camino, quizás bien intencionado al principio, se fue convirtiendo de manera insidiosa en coexistencia pacífica. El leit motiv de esa oposición era: No queremos derrocar a Chávez o a Maduro, solo queremos la democratización del país, llevar a cabo elecciones limpias. No estamos en plan de venganza, le daremos garantías a Maduro y sus colaboradores para que exista una transición pacífica, electoral, civilizada.
Quienes advertíamos que Maduro y su pandilla no pensaban dejar el poder bajo ningún escenario pacífico fuimos llamados radicales, sedientos de sangre o extremistas. Se iniciaron las negociaciones en México, en Europa, en Barbados y otros lugares, las cuales dieron pocos resultados concretos. Los Estados Unidos implantaron una estrategia de sanciones (garrotes) y concesiones (zanahorias), cuya implantación haría posible que Maduro fuese madurando hacia la democratización.
El problema es que la estrategia, que no es mala, ha sido ejecutada de manera torpe, hasta negligente, por unos funcionarios del departamento de estado, en especial un tal Juan González, quienes se han mostrado incompetentes cuando no abiertamente sesgados hacia el mantenimiento de Maduro en el poder. Se han aplicado sanciones que han debilitado a Maduro considerablemente pero, cada vez que Maduro señalaba intenciones (nunca llevadas a cabo) de hacer concesiones, las sanciones eran ablandadas. Este estira y encoge ha dado a Maduro oxígeno, dinero y hasta un cierto prestigio en el mundo político regional, ya que parece haberse burlado exitosamente tanto de los Juan González del Departamento de Estado estadounidense como del venerable presidente Joseph Biden, quien recientemente explicó la liberación de Saab por razones de intercambio con sus compatriotas presos en Venezuela, dado que Maduro “parecía estar cumpliendo con sus promesas”, cuando la realidad es totalmente diferente.
El cuadro actual no puede ser más negativo para el pueblo venezolano, el cual ha mostrado heroísmo por rachas y letargo y resignación durante muchos de los 23 años de la pesadilla chavista-madurista. Las humillaciones sucesivas, son anunciadas alternativamente por un Maduro bailarín con su pareja, con la boca llena de carne en los mejores restaurantes de Estambul, o por un Jorge Rodríguez, psicópata, o por una Deisy Rodríguez acomplejada o por un Vladimir Padrino López traidor, humillaciones que encuentran un triste silencio de un pueblo pisoteado por las bestias.
Cuando un país es humillado sin reaccionar, cuando la verdad es atropellada impunemente su sociedad va entrando en una situación de anomia, se torna letárgica, resignada, olvidando que posee una poderosa capacidad de resistencia y rebelión. Las primarias ganadas por María Corina Machado son una muestra de ese poder, el cual aún permanece esencialmente sub-utilizado.
La rebelión ciudadana no es fácil de generar. ¿Cómo puede hacerlo una población hambrienta y enferma, con millones de sus miembros aventados de su patria, durmiendo en el frio de las calles de Nueva York, Londres u otras ciudades del planeta, sin aliados efectivos, con muchos de sus antiguos líderes convertidos en besa traseros de Maduro?
Hoy se ha llegado a la triste situación de un pueblo arrodillado frente a analfabetas funcionales. Aún algunos de nuestros mejores ciudadanos han llegado a pensar que el camino de la solución es conversar con las bestias, forzarse a pensar que las bestias pueden ser transformadas en seres humanos. Y así vemos a la ministra de educación de la pandilla de Maduro en la sede de universidades que han mantenido en alto la bandera de la educación verdadera, hablándoles de componer juntos el sector, como si ella fuese un válido equivalente moral de los educadores con quienes se reúne.
El fracaso de la democracia para salvar a Venezuela lleva a muchos venezolanos a pensar en liderazgos autocráticos y populistas de signo extremo opuesto
La verdad es que los errores estratégicos de los Estados Unidos bajo la administración de Biden han permitido la consolidación de Maduro en el poder. Ello hace pensar a muchos venezolanos que un liderazgo de signo opuesto y anti-democrático en USA pudiera resolver nuestro problema venezolano. De allí que tantos venezolanos muestren simpatía por Donald Trump, personaje de una calidad moral muy baja y quien podría ser una amenaza de mayor rango para el planeta, pero quien mostró en el pasado una actitud más decisiva contra el régimen venezolano que la mostrada por Biden. Las consideraciones éticas en torno a Trump parecen subordinarse en la mente de muchos venezolanos – de manera comprensible – a sus deseos de salir de la pesadilla chavista-madurista. Ello ilustra los terribles dilemas morales por los cuales atraviesa el mundo político de hoy.
¿Cuantos venezolanos han conservado la capacidad de indignación? Quejarse no es indignarse. ¿Qué factor será necesario para sacar al chavismo del poder?
Para comprender la Venezuela de hoy y las posibilidades del país de regresar a una condición digna y razonablemente estable, capaz de darnos motivos para el orgullo (diferente a la fanfarronería patriotera), es necesario oreguntarnos cuantos venezolanos capaces de luchar por ese objetivo tenemos aún. Pienso que hay muchos compatriotas en el país quienes conservan ese espíritu de lucha, aunque no hayan podido organizar todavía un frente unido y parece claro que la inmensa mayoría de la diáspora venezolana ha conservado su capacidad de indignación.
En Venezuela será necesario que la Sociedad Civil levante la bandera de la rebelión ciudadana ya que no es posible expulsar a la pandilla de Maduro del poder a menos que una poderosa fuerza externa pueda combinarse con tal rebelión ciudadana. La fuerza externa no puede ser otra que USA, pero para que ello realmente suceda este gran país deberá actuar en sintonía con sus principios y no simplemente en base a imprecisos o ilusorios intereses de corto plazo.
El problema es: ¿existe esa USA? Su sociedad atraviesa una situación de deterioro que amenaza con hacerle perder su liderazgo mundial y hasta su propia estabilidad doméstica. El panorama electoral presidencial estadounidense es oscuro, con candidatos incompetentes o seniles cuando no abiertamente criminales. Sin embargo, la dimensión del problema venezolano es modesta cuando se compara con los recursos que aún posee la nación del norte. Lo que falta en USA es la decisión de su liderazgo de actuar en el plano geopolítico de manera consecuente con los principios de defensa de la libertad y de la democracia que profesa.
Si USA no decide actuar decisivamente en contra de maduro, ello consolidará el estado forajido, aumentará la anomia doméstica y la estampida venezolana hacia los Estados unidos
Estados Unidos es el único agente externo que puede cambiar la situación política venezolana, si su gobierno se decide a enfrentar a Maduro abiertamente. Una actitud decidida de los Estados Unidos puede combinarse con el poder ciudadano de la sociedad civil venezolana. Aunque el fuego de nuestro pueblo luce apagado vemos claros indicios de un nuevo liderazgo capaz de encenderlo de nuevo, un nuevo liderazgo diferente al cobarde liderazgo político que decidió rendir sus banderas.
Nunca olvidemos que en estos 23 años del siglo XXI la pandilla Chávez/Maduro ha arruinado al país, ha matado, ha torturado, ha adoctrinado a nuestros niños, ha lavado nuestro dinero para su disfrute, ha obligado a la cuarta parte de la población a huir del país. Con ellos no puede haber reconciliación posible sino la más severa aplicación de justicia.
No debemos confundir la reconciliación con complicidad ni el perdón con la impunidad.
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