Luisa Pernalete: Los jóvenes tomando riendas
Yo dejé los estudios porque tuve que ponerme a trabajar, pero decidí retomarlos. Quiero terminar mi bachillerato y seguir en la universidad, me gusta la contabilidad. No me puedo quedar así, sin ni siquiera ser bachiller. Así confesó un joven de 17 años que, como lo dijo, tuvo que ponerse a trabajar y le era difícil seguir estudiando. Decidió tomar las riendas de su presente y futuro, como unos cuantos más que silenciosamente están tomando decisiones similares.
Se suele decir que en Venezuela los jóvenes están desesperanzados, que no tienen interés por la participación política ni ciudadana en general, que tienen su mirada en otros países. Qué están en modo, “sálvese quien pueda”. Y en parte es verdad, pero no es toda la verdad. Por eso siempre hay que mirar con los dos ojos: el que observa los dramas, los problemas del país, que son muchos, variados y muy graves, y el otro, que descubre lo que suele llamar “velitas en medio del apagón”. Las siguientes líneas tienen que ver son esas “velitas”, algunas no tan pequeñas.
Comencemos por esos jóvenes que han decidido retomar sus estudios de bachillerato. Ya se sabe que llevamos años con deserción escolar, o exclusión escolar, muy severa, sobre todo en la etapa de la educación inicial y del bachillerato. Adolescentes que están dejando el liceo en primero, segundo año, ya sea por ponerse a trabajar, ya sea por embarazo adolescente y también por aburrimiento, porque no le ven sentido a esos estudios, también está la causa de la migración forzada.
Fe y Alegría tiene desde hace varias décadas un programa de educación para esos venezolanos que no han terminado su bachillerato. De lunes a viernes estudian en sus casas, guías que le permiten hacerlo, y los sábados acuden a un Centro de orientación, en donde de manera presencial y según su semestre de estudio, resuelven sus dudas. De manera pues que pueden trabajar y estudiar. Hasta hace unos 10 años, la mayoría de los que se inscribían eran mayores de 30 años, pero en los últimos años, la edad ha bajado, y ahora hay un número significativo de participantes entre 16 y 25 años.
El mes pasado tuve la oportunidad de darles una clase de refuerzo en lecto escritura a alumnos de ese programa en Barquisimeto y Quibor. Les preguntaba por qué habían dejado sus estudios y porqué habían decidido retomarlos. Y de ese diálogo salieron respuestas como estas: los dejaron por tener que ponerse a trabajar, ayudar a sus familias, algunos porque se habían ido a Colombia, pero habían regresado… pero se enteraron de este programa de Fe y Alegría que les permite estudiar sin dejar de trabajar, con estilo comprensivo, flexible, y decidieron trabajar por su presente y su futuro. Quieren seguir estudiando para tener formación para el trabajo – el sistema Educomunicación les gradúa en áreas como contabilidad, por ejemplo, pero también se ofrece informática, agroecología, tecnología gráfica, y en el 2024, en el estado Lara se ofrecerá mantenimiento mecánico y servicios de salud. Pero, además, en sus sesiones de orientación de los sábados se les ayuda a mejorar su lectura, su redacción, se trabajan valores ciudadanos, ellos van tejiendo lazos de amistad y eso también les ayuda a continuar sus estudios. Los orientadores, todos profesionales voluntarios, son muy comprensivos. Gente con experiencia que ha decidido dar un aporte a la educación y a la sociedad con ese acompañamiento a estos jóvenes.
Y veamos otros jóvenes que también están tomando riendas en este país. Hace un par de semanas, en la Facultad de Humanidades y Arte de la UCLA – Universidad Centro Occidental – se celebró una especie de Feria anti corrupción, en donde jóvenes emprendedores, y también organizaciones juveniles, mostraron al público lo que están haciendo. Me acerqué un rato, y quedé gratamente impresionada de la vitalidad, del entusiasmo, de la variedad de la feria. Me voy a referir a una en concreto; Voto joven, se dedican a promover la participación de jóvenes en procesos electorales, dan charlas en liceos y universidades, orientan a los jóvenes que no se han inscrito en el REP, incluso facilitan traslados cuando viven en esos lugares donde no hay centros para hacerlo. La joven que me atendió transmitía una vitalidad conmovedora. Me informaron que habrá más ferias en comunidades en donde hay mucha participación juvenil.
Fui pasando por todos los puestos, y me iba llenando de esperanza.
No olvidemos al Movimiento Juvenil Huellas, auspiciado por la Compañía de Jesús, promueven la organización infantil y juvenil desde la primaria hasta la universidad. Se forman como líderes positivos, impulsan la participación ciudadana.
Se anima uno, es verdad que hay mucho qué hacer, pero no es verdad que no se está haciendo nada. Hay que afinar la mirada y hay que difundir estas iniciativas que hablan de una juventud decidida a tomar las riendas de su presente y su futuro.
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