Manifestarse, sí; ¿cortar calles? ¡No!
Luego de los anuncios de la ministra de Seguridad, la izquierda comenzó a imponer un relato falaz. Protestar está avalado por la Constitución Nacional. Cortar calles, avenidas y rutas está prohibido por la misma Carta Magna.
Desde este jueves, los legisladores del Frente de Izquierda aseguran que el gobierno de Javier Milei comienza su gestión violentando los derechos constitucionales. Argumentan que los anuncios de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien señaló que en el país se terminaron los cortes de calles y piquetes, atentan contra el derecho de manifestarse, amparado en la Carta Magna. Nada más lejos de la realidad.
De poder aplicarse lo que Milei y Bullrich están planteando, lejos de contradecir las leyes (de clara orientación liberal, por más que algunos no lo acepten), lo único que se estaría haciendo es comenzar a respetar la Constitución. Algo que no ocurre hace mucho tiempo en el país.
Tanto el derecho a manifestarse como al de libre tránsito tienen rango constitucional. En diversas ocasiones, se hace referencia a la aparente tensión entre ambos, buscando esclarecer cuál debería prevalecer, en caso de “colisión”. Para que este escenario sea plausible, sería necesario referirse a una manifestación a gran escala, donde el considerable número de participantes inevitablemente conduzca al corte involuntario de calles y avenidas. ¿Ha ocurrido tal situación? Sí, en múltiples ocasiones durante marchas ‘antikirchneristas’, que lograron convocar a decenas de miles de personas en distintos momentos de los últimos veinte años
Las protestas a las que la izquierda hace referencia, que supuestamente pasarían a estar “prohibidas” a partir de ahora, son fenómenos muy diferentes: el de un grupo de personas, muchas veces minúsculo, que deliberadamente salen a cortar calles, avenidas o rutas. Aunque las pancartas hacen referencia a un presunto reclamo, todo se trata de una extorsión: o se cumplen las demandas de los manifestantes (que deberían ser considerados delincuentes) o se persiste en el corte, complicándole la vida a quienes necesitan transitar en sus autos o el transporte púbico.
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Durante las últimas dos décadas, el kirchnerismo siempre cedió a las extorsiones de los grupos de izquierda. Nunca estuvo dispuesto a, como dicen, “reprimir la protesta social”. Lógicamente, esta metodología extorsiva se incrementó hasta en distritos gobernados por mediocres oposiciones, como la del macrismo en la Ciudad de Buenos Aires. Por el complejo de los señalamientos de ser “la derecha represiva”, Horacio Rodríguez Larreta nunca hizo uso de la fuerza pública para liberar los cortes, a pesar de tener la policía porteña a su disposición y el respaldo de la ley. Habrá que ver si Jorge Macri cambia de actitud al respecto, ahora que el Gobierno nacional está dispuesto a garantizar el derecho al libre tránsito.
De la misma manera que la izquierda saca una cantidad de votos ínfima en las elecciones presidenciales, pero se arroga la representación de “el pueblo”, en las manifestaciones se expresan como si representaran a “los trabajadores”. En su nombre, cortan las calles por donde la gente que trabaja necesita transitar, valga la redundancia, para ir a sus lugares de trabajo.
¿Por qué necesitan recurrir a la extorsión para conseguir sus objetivos? Porque es claro que no representan a los trabajadores y que sus consignas no son representativas en la sociedad. Si decidieran manifestarse en plazas, por ejemplo, quedaría en evidencia lo inocultable: que ni los trabajadores ni el pueblo comparte sus consignas. Solamente se trata de un grupo de punteros políticos, que arrastran a personas humildes, que no tienen la más pálida idea de lo que ocurre, a cambio de una porción de los “planes sociales” que consiguen del Estado. Esos que pagan los contribuyentes a los que les cortan la calle con sus impuestos.
En Argentina, la Constitución garantiza el derecho a trabajar y a transitar libremente. También a manifestarse en contra de las autoridades. ¿Dónde no se respeta el derecho a las protestas políticas? En las dictaduras comunistas como Cuba, la isla-cárcel que algunos dirigentes de la izquierda reivindican, mientras que otros se excusan diciendo que no se trata de “verdadero socialismo”. Allí se reprime a las personas, solo por llevar una pancarta con una consigna política. Nada de eso sucederá en este país. Aquí la gente puede protestar y decir lo que desee, ya que la libre expresión también es una garantía constitucional. Sin embargo, lo que no podrán hacer más es cortar deliberadamente las calles, con las finalidades extorsivas de siempre. Esto no es ir en contra de la Constitución, es respetarla.
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