Feliz Año Nuevo con Santa María Madre de Dios
Por: María García de Fleury
El primero de enero se inicia un nuevo en civil y los cristianos comenzamos la mirada en la Virgen María porque ella es la madre de Dios. Esta fiesta rememora la declaración del Concilio de Éfeso en el año 431 cuando se declaró que ella era madre de Dios, la Theotokos, ese día el pueblo de Éfeso salió a las calles cantando y gritando ¡Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros!
Un ejemplo maravilloso para que nosotros también comencemos el nuevo año pidiendo la protección y la ayuda de la madre de Dios. La Virgen María fue quien tuvo la dicha de concebir, dar a luz y criar al Salvador del mundo enviado por Dios Padre, ella es también la que protege a todos sus hijos en Cristo, los asiste y acompaña durante su peregrinar en este mundo.
La solemnidad de Santa María Madre de Dios es la primera fiesta Mariana que podemos constatar en la iglesia occidental, la Virgen María saca vida de lo cotidiano, descubre la presencia escondida en lo ordinario y dejando reposar los sucesos, al meditarlos descubre las pistas de la salvación por las que el propio Dios va conduciéndonos.
Los creyentes sabemos que el Señor del Tiempo es Dios, no el hombre y que el espíritu del Hijo de Dios nacido de la virgen María, transmite su misma fuerza y su misma vida para que seamos hijos en el hijo y experimentemos la grandeza del padre al cual ya tenemos un acceso irrevocable a través de su único hijo unigénito.
Esta fiesta de Santa María Madre de Dios permite profundizar el misterio de la Navidad desde la contemplación de la Virgen María, cuando se cumplió la plenitud del tiempo Dios envió a su hijo nacido de mujer, es el tiempo que viene y el que se ha cumplido delante de Dios. Dios ha enviado a su hijo, no se trata de un hombre adoptado por Dios como su hijo, sino del que ya existía y además de enviar al Hijo Dios envía su Espíritu para que el espíritu de los humanos seamos también hijos adoptados por Dios y por ser tales vivamos la certeza de que somos herederos de las promesas y del favor de Dios y no sometidos a la ley, de que somos libres no esclavos de ninguna le, de que hemos sido salvados en el Hijo.
Comencemos el año con la misión de meditar este misterio y anunciar esa palabra para que todos la acojan y la celebren, de modo que muchos puedan vivir la alegría del encuentro con Cristo como hicieron los pastores sintiéndose como hijos de Dios.
Al desearnos unos a otros Feliz Año Nuevo, no solamente deseamos éxitos y prosperidad sino esa paz de Dios que no es igual a la paz del mundo.
Les deseamos un corazón nuevo para que seamos capaces de afrontar las adversidades con el espíritu que comunica Jesús, el Salvador; ese espíritu es liberación de todo tipo de esclavitudes, fortaleza ante el sufrimiento, amor solidario volcado sobre todas las grandes y los pequeños, los poderosos, humildes, deseamos que tengan coraje apasionado en el compromiso por la justicia y en el sacrificio personal a favor de los demás, una enorme capacidad de entrega y una sobredosis de ilusión y de alegría puesta en Dios, porque con Dios siempre ganamos, ¡Feliz Año Nuevo!
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