Los héroes del nieto, por Marcial Fonseca
El abuelo releía el Quijote por quinta vez en su vida, en esta oportunidad en la primera traducción al castellano actualizado de la obra más emblemática de la literatura española en la versión de Andrés Trapiello; tal como rezaba en el cintillo que traía el volumen. Rejuvenecido y actualizado y sin dejar de ser ella misma, poniéndose al alcance de muchos lectores; en la opinión de Mario Vargas Llosa.
Al leer que Alonso Quijano entregaba su espíritu por sexta vez, al autor de este artículo se le ocurrió contarles a sus nietos Maurice y Solomon, primero al mayor y luego al menor llegado el tiempo, en las veladas nocturnas cuando le contaban historias antes de dormir, una versión basada en los programas de televisión que ellos veían rutinariamente en su casa.
La primera tarea era averiguar qué veían; obviamente por ahora qué veía el mayor. Esto fue fácil; sus programas favoritos eran Blippi, Firebuds, Catboy y Paw Patrol. El primero hablaba sobre maquinarias de construcción; el segundo estaba dedicado a camiones bomberos solamente; Catboy era un niño con una máscara gatuna que le daba poderes y Paw Patrol, que eran seis cachorros que protegían a un pueblo de las maldades de un alcalde vecino; el líder de la jauría era un niño muy inteligente él, de nombre Ryder; y resultó que este era el programa más querido del nieto. Se dedicó a analizarlo.
Los seis cachorros protegían una ciudad al estilo de Batman, es decir, a solicitud de auxilio de una autoridad local; en este caso, la alcaldesa. Por supuesto, los sabuesos tenían todos los poderes necesarios para salvaguardar la población: volaban, poseían una fuerza descomunal y eran ingeniosos.
En un país lejano, así empezó el abuelo a desarrollar su cuento, había un niño que veía diariamente un programa de televisión y tanto lo disfrutaba que él empezó a creerse que era él era uno de los protagonistas.
Al mismo tiempo, el abuelo se dedicó a imitar seis ladridos diferentes y trató de introducir en los gruñidos las iniciales de los nombres de los seis cachorros; mientras tanto, ya en su cabeza rondaba el argumento del próximo cuento para su nieto. Cuando creyó que estaba bien definido, fue en vivo. El niño estaba en la cama; luz semiapagada, y empezó así:
–En un lugar del mundo del cual no hay que acordarse porque puede ser cualquiera, vivía un niño llamado Maurice que veía en la televisión un solo programa, Paw Patrol, y lo disfrutaba tanto que él empezó creerse que era uno de los personajes del programa –el nieto mostraba su emoción porque habían nombrado a sus héroes favoritos. Continuó el abuelo:– el muchachito, tan creído estaba de que era uno de los cachorros que empezó a hablar como uno de sus héroes televisivos; así, para decir que quería jugar ladraba: Guaaaauuuu, guauauauau gaaauuuuuu guuuuuauauauau guau…
*Lea también: Atributos del cinco, por Gisela Ortega
–Pero abuelo –interrumpió Maurice–, tú sí eres tonto; los Paw Patrol hablan español muy bien si lo ves en Netflix; claro, que si los ves en Prime hablan inglés.
Marcial Fonseca es ingeniero y escritor
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