El 28 de febrero de 1858, la Virgen se apareció por undécima vez a la pastora Bernardita, en Lourdes (Pirineos, Francia) y más de mil personas presenciaron el éxtasis. Bernardita vuelve a realizar los gestos de penitencia (comer hierbas amargas, beber agua). Luego la llevan ante el juez Ribes, quien la amenaza con ponerla en prisión.
Durante la noche del 28 de febrero al 1 de marzo, Catherine Latapie, residente, introdujo su brazo dislocado en el agua del manantial: el brazo y la mano recuperaron su flexibilidad.
Así comenzaron las curaciones en Lourdes desde el momento de las apariciones. La mayoría están relacionadas con el agua del manantial. Bernardita siempre se negó a permitir que esta agua fuera llamada milagrosa o que las curaciones se le atribuyeran personalmente. Para ella, sólo la fe y la oración logran la curación.
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