EEUU y aliados adelantan pacto en tecnología 6G ante avance chino
La clave de ese documento es que se pide a los firmantes desarrollar una "tecnología confiable que proteja la seguridad nacional". Pero es difícil frenar la intromisión del gigante asiático ya que por medio de este se fabrican los principales productos tecnológicos del mundo
La carrera por el desarrollo de la tecnología 6G promete ser tan tensa como todos los demás aspectos que abarcan la competencia entre Estados Unidos y China. Aunque en noviembre de 2020, el Dragón Rojo envió al espacio “el primer satélite experimental 6G del mundo”, no es sino hasta ahora que Washington firmó un acuerdo con otras nueve naciones para desarrollar las redes inalámbricas de la próxima generación, que será 50 veces más rápida que el 5G.
La clave de ese documento es que se pide a los firmantes desarrollar una “tecnología confiable que proteja la seguridad nacional”. También hacen hincapié en que resguarden la privacidad en cumplimiento con los estándares globales. Así, EE. UU., República Checa, Canadá, Suecia, Corea del Sur, Reino Unido, Australia, Francia, Japón y Finlandia quieren asegurarse que los tentáculos chinos no espíen ni roben información de la tecnología inalámbrica 6G.
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Se estima que el 6G estará disponible para todo público en el año 2030. Y hasta ahora, se sabe que ofrecería la oportunidad de descargar 2000 películas de alta calidad en un segundo. Nada mal en términos de evolución tecnológica, pero no deja de ser preocupante el pensar en qué pueden hacer con ella los regímenes autoritarios como el chino, que con su Gran Cortafuegos impone la máxima censura y regulación de contenidos dentro del país.
¿Pueden frenar el avance de China?
El texto del nuevo acuerdo internacional incluye a compañías como AT&T en Estados Unidos, Samsung en Corea del Sur, Nokia en Finlandia, Ericsson en Suecia, como reseña South China Morning Post. Sin embargo, la lista excluye a China. Por eso es que, aunque no lo menciona explícitamente, el comunismo de Xi Jinping también queda por fuera del pacto.
Años atrás el expresidente Donald Trump impuso una serie de sanciones a Huawei por el riesgo de espionaje de la empresa china líder en 5G. Australia, Nueva Zelanda, Dinamarca, Suecia, Estonia, Letonia, Lituania y Reino Unido le siguieron en esta decisión y, a su vez, prohibieron la partición de Huawei en sus redes, el año pasado Costa Rica también siguió este patrón. Todo por preocupaciones de espionaje, por lo que se entiende la decisión alrededor de la próxima tecnología 6G.
La duda que prevalece es, ¿pueden de verdad estos países frenar el expansionismo tecnológico chino y resguardar su información? Es probable que no. Vehículos eléctricos, teléfonos, computadoras y un sinfín de aparatos se fabrican en todo el mundo con materias primas de China. En 2022 el gigante asiático representó el 70 % de la producción minera de tierras raras, frente a 58 % en 2021, de acuerdo con datos difundidos por el Financial Times. De ahí se extraen muchos minerales necesarios para fabricar componentes o los ya conocidos microchips.
Además, el país tiene años de experiencia en estos procesos de extracción y fabricación, lo que quiere decir que naciones pro Occidente quieren proteger su seguridad nacional a costa de tecnologías que contarán con la mano de obra de su mayor enemigo. Es un círculo difícil de romper. Por si fuera poco, este último “lidera el mundo en número de estaciones base, dispositivos conectados y patentes propias”.
Entonces, puede que las naciones firmantes de este nuevo acuerdo aspiren a una utopía mientras que el régimen chino ya monitorea su nuevo satélite en la órbita baja de la Tierra para probar la arquitectura 6G. Según los medios al servicio del comunismo chino, con el rastreo permitirá “una mayor cobertura de señal de telecomunicaciones en redes móviles terrestres”.
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