Enheduanna: la poeta, por Gisela Ortega
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Enheduanna fue una mujer que vivió en el siglo XXIII, a.c. en la antigua Mesopotamia y es ampliamente considerada como la primera persona en la historia en escribir sobre el acoso sexual que sufrió hace 4.300 años por parte de un rey de Ur; crear obra literaria propia, que firma sus trabajos y escribe en primera persona. Un personaje notable; además de escritora de prosa y poesía, dominaba dos idiomas: el acadio y el sumerio. Fue una princesa y sacerdotisa.
Enheduanna, -2286-2251, a. C, nació y vivió en Mesopotamia (ahora Irak). Considerada por los expertos y eruditos, como la poeta más antigua conocida, cuyo nombre se conserva como la única persona en la historia de la humanidad, en producir un manuscrito literario propio: tres poemas en honor de la Diosa Inanna, tres poemas a Nana, el Dios Luna y 42 himnos de templos.
Es la primera mujer de la historia que detentó el título de “Sacerdotisa En”, un papel de gran importancia política que a menudo llevaron las hijas de la familia real que dominaba en Mesopotamia como Enmenanna, hija de Naram-Sinn de Acad, o la hija de Nabonides, rey de Babilonia en el siglo VII a. c.
Fue designada por su padre, el rey Sargón de Acad, como suma sacerdotisa de Nanna o Nannar, el dios-Luna sumerio, una de las divinidades principales del panteón mesopotámico, en Ur, durante el III milenio a.c. Su madre fue la reina Tashlultum. Su nombramiento se considera un atrevido movimiento político por parte de Sargón para ayudar a cimentar el poder en el sur de Sumeria, donde se encontraba la ciudad de Ur, donde nació el famoso Abraham de la Biblia.
La etimología del nombre de Enheduanna es una combinación de la palabra «en», que en sumerio significa sacerdote; «hedu», adorno, y «ann», cielo. La traducción literal sería: «Suma Sacerdotisa, Ornamento del dios del Cielo». Su nombre, que en realidad no era un nombre, era un título, se ha transliterado como Enheduanna, En-hedu-ana o En Hedu Anna, y puede tener diversas interpretaciones.
De acuerdo a Laura Pryke, profesora de Lenguas y Literatura del Antiguo Israel, entre otros, los eruditos en historia y literatura la consideran como posiblemente la autora y poeta más antigua cuyo nombre se conoce, debido a que en sus poemas y demás trabajos escritos en caracteres cuneiformes sobre tablillas de arcilla, Enheduanna colocaba su nombre. Redactó los primeros textos que se pueden atribuir a la historia de la literatura de autor. La única mujer entre los grandes escritores de la literatura mesopotámica. Sus temas son religiosos: himnos al dios Nannar y a su templo de Ur, y a la diosa Inanna, protectora de la dinastía de Acad.
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El poema más importante de Enheduanna es «Himno a Inanna», dedicado a la diosa Inanna, también conocida como Ishtar en la mitología babilónica y asiria. Es una de las obras más antiguas de la literatura mundial, y se cree que se escribió alrededor del año 2300 a.c. Compuso 42 himnos –la primera colección de su clase-, dirigidos a templos de todo Sumer y Acad, incluyendo Eridu, Sippar y Esnunna, considerados como uno de los primeros intentos de una teología sistemática; en ellos Enheduanna afirma: “Rey mío, algo se ha creado que nadie ha creado antes.”
Su existencia como personaje histórico se encuentra bien establecida. Existe un disco de alabastro con su nombre y su imagen, obtenido en la excavación de Gipar en Ur, que era la residencia principal de la Sacerdotisa. El disco de Enheduanna fue descubierto por el arqueólogo británico Charles Leonard Woolley y su equipo de excavación en 1927.
Se encontró en los niveles Isin-Larsa (h. 2000–1800 a. C.) del Gipar junto con una estatua de la Sacerdotisa En Enannatumma. Y, además, hay documentos históricos escritos que indican que era hija del rey Sargón de Acad, el primer gobernante que unió el norte y el sur de Mesopotamia.
Se hallaron dos sellos con su nombre, pertenecientes a sus sirvientes, que datan del periodo sargónida, al excavar el Cementerio real en Ur.
Se hicieron numerosas copias de la obra de Enheduanna, muchas de ellas cientos de años posteriores a su muerte, y se mantuvieron en Nippur, Ur y posiblemente Lagasch, junto con inscripciones reales que indican que eran de alto valor, quizá igual al de las inscripciones de reyes.
En la figura de esta primera autora literaria con nombre propio, vemos una personalidad poderosa de gran creatividad, cuya apasionada devoción y alabanza a los dioses del amor continúa teniendo eco a través de los tiempos, 4.000 años después de que ella lo escribiera en unas tablas de arcilla.
Gisela Ortega es periodista.
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