La intolerancia con la prensa
Por naturaleza, la relación entre el poder político y la prensa supone tensiones y desencuentros.
El político necesita tener la opinión pública a su favor para optar a cargos públicos, o llevar adelante acciones que requieren respaldo, pero el interés de la prensa apunta a informar al ciudadano y ello con frecuencia significa exponer mentiras, excesos o violaciones a la ley de quien ejerce el Gobierno o pretende llegar a él.
Lo que hemos visto en estos días en México es un ejemplo del ejercicio arrogante del poder. El presidente Andrés Manuel López Obrador reveló el número de teléfono de la corresponsal del New York Times en ese país, debido a que ella expuso en un reportaje investigaciones sobre supuestos vínculos del narcotráfico con aliados del mandatario. México es una de las naciones donde hay mayor cantidad de asesinatos de periodistas a manos del crimen organizado.
La intolerancia contra la prensa no es un tema ideológico, gobernantes de izquierda y de derecha, por igual, muestran su furia cuando sus fallos son expuestos por los medios. Es un ejercicio antidemocrático que más habla de la condición del poderoso insultante que del periodista insultado.
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