San Miguel Febres Cordero, el mayor maestro ecuatoriano
Por María García de Fleury
En el siglo XVIII, enviado por el Gobierno del Reino de España, llegó a Venezuela como alcalde de Coro y capitán de las milicias regladas, el alfere real Don Antonio de Febres Cordero y de la Peña, del cual descienden todos los Febres Cordero, tanto de Venezuela como de Colombia, Ecuador y Perú. Estaba casado con la española María Bernarda Pérez y Padrón.
El hermano Miguel Febres Cordero, descendiente de Don Antonio de Febres Cordero, nació en la localidad de Cuenca, Ecuador el 7 de noviembre de 1854 y le pusieron por nombre Francisco. Lamentablemente, nació con los pies deformes y eso decepcionaba a su familia, lo llamaban panchito, estuvo sin movilidad hasta los 5 años cuando de repente un día en el jardín viendo unas matas de rosas en el patio de su casa vio una hermosa señora.
Francisco de inmediato comenzó a decir: ¡Miren que hermosa esa señora, está sobre las rosas, tiene un vestido blanco y un manto azul!, en ese momento Francisco logró levantarse sin problemas y comenzó a caminar, gran sorpresa para todos, la virgen inmaculada se le había aparecido y lo había curado.
En 1863 el presidente del Ecuador, preocupado por el enorme analfabetismo de su país, contacto a los hermanos de las escuelas cristianas de La Salle en Francia para que fueran a fundar escuelas. Los diez primeros hermanos de La Salle que llegaron fundaron tres escuelas, una en Guayaquil, otra en Quito y otra en Cuenca, entre los de Cuenca estaba panchito, quien se distinguió por su inteligencia y sus deseos de aprender, le encantaba la enseñanza y deseaba entrar a ser religioso con los hermanos de La Salle, pero tuvo que vencer una cantidad de obstáculos y el Día de la Fiesta de la Anunciación en 1818 logró vestir el hábito de los la sallistas, convirtiéndose en el hermano Miguel.
Al terminar en el noviciado lo enviaron a Quito, fueron años de trabajo intenso, como lo fue toda su vida, tiempo completo para la enseñanza, con horarios agotadores, el trabajo catequístico, la ayuda a los otros hermanos enfermos, sacaba tiempo para estudiar idiomas y para escribir libros para las escuelas, figúrense que en tres años publicó un centenar de textos escolares, algunos de los cuales eran ediciones corregidas de libros de religión, literatura, gramática y matemática. Era muy buen profesor y querido por todos.
Cuando en 1890 se abrió el gran instituto de La Salle como un semi internado, a él le confiaron los semi internos. El hermano Miguel, decían que era el mejor artífice de la escuela en Ecuador como profesor, director académico y escritor, por eso por sus méritos culturales y pedagógicos el 2 de agosto de 1892 fue incorporado a la Academia Nacional de la República de Ecuador y nombrado miembro correspondiente de la Academia de la Lengua Española.
Su discurso de incorporación a la Academia causó gran impacto positivo y verso sobre la influencia del cristianismo en la moral, las ciencias, las letras y las artes. En 1907 lo enviaron a Bélgica para trabajar en la traducción al español de los textos escolares que adoptarían los hermanos recientemente exiliados de Francia debido a la Revolución francesa y establecidos en gran número en América Latina, pero por su delicada salud lo trasladaron a España, cerca de Barcelona donde siguió trabajando intensamente y falleció de pulmonía el 9 de febrero de 1910.
El hermano Miguel Febres Cordero aprendió el arte de hablar con Dios, hablo de Dios y en nombre de Dios, porque sabía que con Dios ¡siempre ganamos!
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