La deuda de los artistas al capitalismo
La crítica desde el sector del arte a la economía y al mercado, parece siempre ser la misma: a los “artistas no se les remunera de la manera en que se debería”
No podemos describir una actividad humana sin el contexto de la economía, hacerlo sería borrar el razonamiento de la existencia de la acción humana y las preferencias temporales individuales.
El paso del tiempo ha demostrado que los humanos siempre nos hemos preocupado por lo que consideramos más valioso en la sociedad y utilizamos la información que se genera de esos intercambios para encontrar la mejor manera para servirle a los demás obteniendo algo a cambio.
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El arte en especial, es una de las expresiones más reconocidas para el ser humano, en buena medida es uno de los mejores ejemplos donde el ser humano explica el uso de la imaginación para producir objetos que estarían destinados a ser contemplados, criticados e incluso apreciados.
No podríamos dejar de lado las diferentes formas contemporáneas de entretenimiento como es el caso de los deportes, artes marciales, teatro, cine o incluso la comedia. En el contexto económico, el entretenimiento nos permite vislumbrar aquello que es valioso para los consumidores.
Las cuevas de los artistas
Podemos incluso retomar el ejemplo de la cueva de Leang Tedongnge, situada en el sur de la isla de Célebes en Indonesia, que cuenta con los dibujos rupestres más antiguos de la humanidad (45,500 años aproximadamente).
Estas formas de expresión existían aún en la ausencia de un mercado e incluso tendríamos que ver que se entiende por mercado y entenderíamos que seguramente los bisontes ahí representados, seguramente se pintaron más por un sentido de representación de donde se podría obtener recursos y no por la libertad artística.
Los mecenas y la mercantilización del arte
El gremio artístico suele mal entender la mercantilización de sus obras porque históricamente ubican dicha mercantilización como un fenómeno propio del pos-modernismo y del capitalismo como lo explica Stephen Hicks en su libro “Explicando el posmodernismo”.
La época dorada del reconocimiento artístico del arte se debía básicamente a quienes consumían dicha producción artística, sería importante preguntarnos lo siguiente ¿tuvo total libertad Miguel Ángel al pintar la bóveda de la Capilla Sixtina o los diferentes frescos de la catedral? ¿Qué hubiera pasado si la producción no era del agrado de su mecenas? Quizás su arte hubiera tenido que encontrar otros medios para encontrar visibilidad.
Rockerfeller y Diego Rivera
En los años treinta, el artista mexicano Diego Rivera se encontraba en su mayor punto de popularidad como muralista, ya en esas épocas también se levantaba uno de los complejos arquitectónicos privados más importante hasta esos años, el Rockefeller Center en Nueva York, empezaba su construcción por la comanda de una de las familias más acaudaladas de Estados Unidos.
Al mismo tiempo en 1931, las largas filas del MoMA rompían los records de asistencia en ese momento para conocer las obras de Rivera. Abby Rockefeller, esposa del heredero de la familia Rockefeller (Nelson Rockefeller), influiría en que el artista mexicano fuera el productor de los 99 metros de un mural en el edificio principal del Rockefeller center.
La encomienda de la obra era que fuera lo suficientemente reflexiva para que las personas que ingresaran al 30 Rockefeller Plaza se detuvieran a reflexionar sobre la pieza que llevaría por nombre: “el hombre en el cruce de caminos” (Man at the crossroads).
La pieza tenía elementos que explicaban la contraposición entre capitalismo y socialismo como modos de producción. Rivera, fiel a su ideología plasmo una división en la que en el centro se mostraba un obrero que controlaba una máquina engranes.
Además, se presentó el mundo capitalista con claros tintes apocalípticos, mientras que, en el lado opuesto, se idealizaba el socialismo soviético y el levantamiento de las masas en huelgas con una clara alusión a figuras como Marx, Trotsky y Lenin, siendo el último el causante del final de la obra de manera abrupta en 1933 por introducir su rostro sobre la cara de un obrero en el mural
Rivera no terminaría su obra en Nueva York, pero la misma obra sería recreada en el museo de Bellas artes en la Ciudad de México, y a pesar de que como artista apoyó la ideología socialista, sus obras en el mercado se pueden encontrar con un valor de entre 25 mil y los 15.7 mdd en el mercado, así que el “éxito de Rivera” se fraguó más que solo del talento, sino de que tan valiosa era su obra para el mercado y aquellos que la consumían.
La riqueza post mortem de Van Gogh
Van Gogh llego a pintar más de 900 cuadros en su vida, lo curioso del caso es que solo vendió uno La Viña Roja en 1888 y fue vendido por 400 francos, unos 463 dólares en la actualidad.
Theo Van Gogh el hermano menor del artista se encargaba de vender las obras y también lo mantenía con su dinero, de esta manera Vicent se dedicaría a producir obras, pero la fortuna no le sonreiría, ya que, el mercado no consumía su obra, dado que el movimiento en auge era el realismo y que el arte empezaba una transición al impresionismo de Charles François Daubigny y de Claude Monet.
Mientras que artistas como Claude Monet o Camille Pisarro vendían poco en la época, Van Gogh no vendía nada y aunque la imagen del realismo fue dejada atrás de a poco, las personas no consumían el arte de Van Gogh como ahora nosotros podríamos llegarlo a valorar.
En la actualidad quien tenga en su posesión una obra de Van Gogh se puede considerar un tanto afortunado, sus piezas en el mercado actual rondan entre los 70 y 100 millones de dólares.
Van Gogh no pudo ver su arte convertida en los millones que ahora valen obras como “La noche estrellada”, “Campo de trigo con cipreses” o “El dormitorio en Arles”, pero serían los cambios en las preferencias temporales de los consumidores los que le darían ese valor a sus piezas además del mecenazgo en la producción
El lente del liberalismo y la crítica del arte
A través de los ojos del liberalismo, se entiende que el arte nace y se reproduce en conjunto con los fenómenos del mercado. Los gobiernos actualmente suelen subvencionar muchos deportes y formas de entretenimiento y dejan una especie de mercado “libre” para que se desarrollen ciertas formas de arte creando distorsiones en el mercado.
Las artes subvencionadas por el Estado suelen ignorar el mercado y son “libres” de producir algo que el mercado no está demandando, este tipo de entidades se van a apartar de lo que los consumidores demanden.
La crítica desde el sector del arte a la economía y al mercado, parece siempre ser la misma, a los “artistas no se les remunera de la manera en que se debería” y que su arte no “debería” ser un producto destinado a generar un beneficio económico.
El arte al igual que cualquier otro producto tiene la capacidad de generar preferencias temporales. Los artistas de cualquier campo suelen dejar huella para las generaciones futuras, esto es básicamente porque resisten a las pruebas del tiempo y llegan al público contemporáneo más allá de su fecha de producción.
El arte es la huella del presente con proyecciones al futuro, así que las obras artísticas son el mejor distribuidor de las ideas del mercado, básicamente son interpretaciones de la información de lo que demanda el mercado.
Lo qué los artistas podrían aprender de economía
Quizás los artistas podrían aprender cómo funciona el cálculo económico y las preferencias temporales, de esta manera, aprenderían que el beneficio se mide por el valor que los bienes aportan marginalmente a una sociedad, así que no es una sorpresa que existan lugares que comercien con piezas arte para generar ganancias o que incluso existan mercados negros de arte.
La realidad es que no existe un pasado donde los artistas fueran “libres” de la influencia de los recursos económicos, la producción artística nunca se debió a sí misma, y aunque se haga parecer que en esa época imaginaria solo las mentes iluminadas disfrutaban del arte debido a que no había “remuneración”, el arte ha estado relacionada a la economía desde siempre.
A pesar de que las personas tengan necesidades similares, las demandas son completamente diferentes y, por lo tanto, el mercado ha de adaptarse de acuerdo a lo que los consumidores soliciten.
Curiosamente en el momento en que la economía más descentraliza el mercado, más personas tienen la posibilidad de acceder al arte, ya sea como productor o como consumidor. El capitalismo de alguna manera es responsable de que grandes artistas de diversas áreas se volvieran conocidos, y a su vez, que vivieran de su producción.
La odiada mercantilización que tienen los artistas por la economía de mercado, no es más que un supuesto de que ahora “no existe libertad artística libre de la economía”, mientras la realidad se centra en que es por medio de la economía y el mercado que su arte vive y sobrevive a lo largo de los años.
Este artículo fue publicado inicialmente en la Fundación Internacional Bases.
Jorge Alberto Ruiz Meza es asociado de proyectos de la Sociedad Tomás de Mercado. Anteriormente ha participado con diferentes organizaciones liberales.
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