#OPINION Por Gervis Medina: La lección de Humpty Dumpty ¿Quién es el amo del lenguaje?
Entramos en el tiempo absoluto donde las palabras no significan nada desde el punto de vista del poder. Sucede así, por ejemplo, con el vocablo “ajuste”, que en realidad significa “recorte”, pero que ahora se emplea para convencernos de que “ajustar” es volver a lo justo, a lo normal, a lo que debe ser.
Por tanto, se dice, hemos de ajustarnos a lo que el poder o el Gobierno, nos dice que tenemos que hacer.
Ya lo decía Humpty Dumpty, el simpático personaje en forma de huevo del cuento de ¡Alicia a través del Espejo!: “lo importante no son las palabras puesto que el lenguaje es arbitrario y cada cual le puede dar el significado que quiera sino saber “quien manda”.
En un magnífico artículo publicado en Altergrumph, Jorge A. Castillo relaciona acertadamente a Humpty Dumpty con Gorgias, el filósofo griego que era la pesadilla de Platón.
“El lenguaje, nos diría Gorgias, no es un instrumento que sirva para representar la realidad sino para dominar y manipular al otro, para convencerlo y plegarlo a nuestra voluntad. El que mejor maneja el lenguaje no es el que emplea las palabras de acuerdo con su significado habitual, sino el que más éxito tiene convenciendo a los demás. No se trata de convencer al otro de un modo racional y argumentado, porque para hacer algo así es necesario que las palabras tengan un significado común. Se trata más bien de persuadirlo o ‘hechizarlo’ para que comulgue con nuestras ruedas de molino”.
El principal cometido de esa semántica oscura es ocultar las causas y los agentes inductores de esta crisis, impidiendo que la gente ejercite la memoria.
Es tan grande su hechizo que hasta puede llegar a conseguir que la gente interiorice que los culpables de la crisis somos todos, es decir, la gente trabajadora, humilde, la gente que produce cosas, las empresas y los empleados que trabajan duro.
Así está la sociedad venezolana, un paradigma sui generis. Se somete a lo nuevo, es mesiánica y neofilista, por lo que mentalmente más del 93% de la población asume conductas criminógenas por imitación.
Además de dejarse manipular por la zona de control externa. Así pues, es un tanto difícil cambiar el paradigma por el sometimiento vivido bajo el efecto de la bóveda del miedo.
Existen 5 tipos de conductas en los venezolanos, todas son criminales y la peor de ellas es la de los que guardan silencio y se mezclan para sobrevivir. No existe identidad nacional.
No existen salidas mágicas, ni fáciles con esta forma de Estado deletéreo y una sociedad criminógena.
La salida no es política, no es romántica, ni de acuerdos, ni menos de consenso. Los políticos viven errados y perdidos en la búsqueda de propuestas. Unos cohabitan y colaboran para vivir apegados al cerebro reptil (supervivencia de la especie).
Otros viven apegados al cerebro límbico (emocionalidad pura, creen que se la están comiendo) y ninguno o muy pocos le apuesta al cerebro córtex (inteligencia emocional).
Les digo ningún bicho político, utiliza las ciencias y menos la neurociencia para buscar soluciones al problema. Cada quien ve su ombligo y cree ser dueño de la verdad.
Cuando a un bicho de la política le preguntas ¿cuál es la tesis a aplicar o el proyecto a ejecutar? sale con una especie de axioma “la soberanía reside en el pueblo”. No admiten argumentos, no hay pensamiento crítico, cartesiano y mucho menos socrático.
Por eso les llamo los presocráticos, puro sofismas que no soportan el método científico. Por ello varios de quienes hacemos vida en el pensamiento crítico, analítico y debate del tema no confiamos en los políticos de Venezuela.
Por otro lado, el 87% de la sociedad ama en el inconsciente colectivo al socialismo. Los partidos políticos en un 93% son socialistas. La sociedad es criminógena en más de un 90% de la población.
El Estado o forma de gobierno es deletéreo y domina el 97% del control criminal, a decir, las instituciones del Estado resultado (no existe estado de derecho) (la gente ama al socialismo).
Por lo que, varios de quienes nos hemos dado a la tarea de estudiar el fenómeno venezolano desde una perspectiva de la antropología teológica y la criminología, hemos llegado a la conclusión que, para salir de la coalición dominante, se debe contar con agentes externo. Sin una coalición armada internacional, no saldremos de la desgracia que azota al país.
No se es dueño de la verdad, pero sin la aplicación de las ciencias estamos condenados al fracaso.
Les invito a hablarle a la mente y no a la gente, más del 87% de las personas no saben lo que quieren, actúan por instinto animal o emocional de manera inconsciente subconsciente. Fueron programados para eso. Y los políticos no saben nada del manejo de la emocionalidad, los criminales si saben, estudiaron y se prepararon para ello.
Mientras se sigan creando sofismas basados en esperanzas y bichos mesiánicos y no le demos duro al cerebro reptilote para usar a nuestro favor los miedos, no habrá solución al problema.
Los políticos y sus partidos de maleta en Venezuela, fracasan una y otra vez y sólo piden ser compadecidos y tratados como víctimas que dejan el pellejo en la arena.
En la edad media todo era show, circo y charlatanería, hoy el mundo no ha cambiado, la diferencia es la tecnología comunicacional, siguen charlatanes cautivando a masas de estúpidos e idiotas aprovechando estas plataformas.
Cuando no existe liderazgo, cuando no hay fuerza que impulse que lo correcto es lo correcto, que lo que está mal está mal y que no debe ser tolerado, las personas que sienten miedo necesitan refugiarse y se refugian en el que esté ganando. Si está ganando el mal, allí se van a sentir cómodos, y a eso lo llaman “esperanza”.
El verbo expresa la calidad del pensamiento y dice mucho de la persona. Venezuela ha estado inmersa en las tinieblas durante muchas décadas, y hoy vemos todo dañado, tocado por la mano destructiva de los antivalores. Rescatar el verbo hoy en día es limpiar el pensamiento y sembrar excelencia.
Para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas. Esa es la verdadera filosofía que le debe crear un padre a un hijo, un maestro a su pupilo; un docente a su dicente; dude y no coma entero y menos convertirse en un “mente pobre” que va para dónde va la gente.
El hombre que sólo escucha y no piensa se vuelve obediente del imbécil.
Todo un desafío para los analistas de la pragmática y los filósofos del lenguaje. Por eso les digo que “Alicia”, con su natural ingenuidad, se quedaría helada ante la cínica, pero descarnada conclusión de Humpty Dumpty.
Gervis Medina
Escritor venezolano
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