ATREVERSE
Rodulfo González
¿Te atreverías, bien mío, a soltar tus alas, blancas cual las de los
ángeles, las de las airosas garzas de los espléndidos llanos venezolanos y las
de la leche nutricia que da vida, a volar, volar como las mariposas que se
posan sobre las flores para vencer la distancia que separa tu orilla de la mía
y aposentarte en mis brazos, acerados y broncíneos para ti?
¿Te atreverías, bien mío, a sumergirte conmigo en la cavidad del
océano para admirar los pececillos de todas las gamas nadar con la seguridad de
que el pez más grande no se los engullirá y de que no tendrán la tentación
del señuelo del pescador que quiere atraparlos?
¿Te atreverías, bien mío, a acompañarme en mis atolondrados viajes sin
destino cierto?
¿Te atreverías, bien mío, a saludar conmigo, con la complicidad del
silencio, la llegada del alba que anuncia un nuevo día, el crepúsculo que
anuncia cual fílmica cámara lenta, el adiós de la luz y la proximidad de la
noche con sus sombras, sus fantasmas, su luna y sus luceros?
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