Mientras el Consejo Nacional Electoral entraba en silencio con relación a lo que interesa a la gran mayoría de los venezolanos, como es tramitar la renuncia de Manuel Rosales a su postulación y su sustitución por la del diplomático Edmundo González Urrutia, candidato presidencial unitario de las fuerzas democráticas, el organismo electoral acompañaba una «Consulta Popular Nacional 2024» realizada el domingo en la que se eligieron 4.500 proyectos comunales «para mejorar la vida en colectivo».

Un ejercicio de «democracia directa y empoderamiento», según se lee en la página del Ministerio Popular para las Comunas y los Movimientos Sociales, que contó con la presencia de 158 veedores internacionales, de 50 países, que constataron lo que había que constatar: la revolución avanza prometiendo agua, electricidad y cloacas para todos y todas.

Por un lado, bloqueó de la página del CNE para  impedir que se tramite dentro del lapso establecido la sustitución candidatural; por el otro, una «fiesta electoral» de caras largas y aburridas, según las fotos oficiales, semejante a la estruendosa indiferencia que acompañó el referéndum del pasado 3 de diciembre sobre el territorio Esequibo. Se espera con regocijo el boletín electoral que anuncie la masiva participación en la que no se registró ningún incidente de importancia, salvo la ausencia de electores.

El gobierno de Nicolás Maduro tiene problemas hasta para mentir.  Una foto de la cuenta en X del Ministerio de las Comunas, por ejemplo, muestra a un grupo de nueve personas, una al lado de la otra, esperando el click, con credenciales colgando de algunos cuellos en señal de que son testigos de algo, y una mesa con una caja para votar, sin nadie depositando su boleta o esperando para hacerlo. Y hay más, solo basta revisar el propio registro oficial publicado.

Adriana Pine

Estos veedores internacionales no son visitantes neutrales. Al poner el pie en el aeropuerto de Maiquetía, ya están convencidos de que vienen a registrar algo inédito «que todos los países del mundo deben emular». Una veedora, entre el centenar y medio de acólitos, muy difundida, es Adriana Pine, quien se presenta de la siguiente manera: «Vengo de Washington DC, las entrañas de la bestia, vengo de un país profundamente antidemocrático…». Pine quiere que su país copie el modelo chavista de las comunas y bendice el apoyo del Estado al proceso.

Cuando el gobierno de Maduro habla de “observación electoral” se refiere a personas como Pine, que toman partido a favor (a favor del partido) y desconocen que, en este momento, se bloquea la presentación de la candidatura presidencial de la oposición, sin argumento alguno, solo por el uso desmedido y abusivo de los recursos de ese Estado que ella aplaude.

El gobierno aprovechó el domingo, con la anuencia del CNE, para mover su menguado y exhausto batallón de fieles, civiles y militares, pensado en la cita con las urnas del 28 de julio, mientras mantiene al país en ascuas sobre la aceptación de la sustitución electoral de Manuel Rosales por Edmundo González en la tarjeta del partido UNT, como en vano han intentado hacer los representantes de ese partido, que es parte de la unidad opositora.

Inhabilitaron ilegalmente a María Corina Machado, bloquearon la postulación de la profesora Corina Yoris y ahora retrasan sin explicación alguna un procedimiento previsto dentro del propio cronograma electoral impuesto por el gobierno. ¡Basta de trampas y atropellos! Los venezolanos quieren elegir el cambio político para que, efectivamente, el pueblo recupere sus derechos y el país se enrumbe por la senda democrática.