De la carta a los Hebreos (10:19-24)
«Es con confianza que podemos entrar en el verdadero santuario gracias a la sangre de Jesús: aquí tenemos un camino nuevo y vivo que él inauguró al atravesar el velo del santuario; ahora, esta cortina es su carne. Teniendo, pues, hermanos al sacerdote por excelencia, el que está establecido sobre la casa de Dios. Por tanto, acerquémonos a Dios con un corazón sincero y en plenitud de fe, el corazón purificado de lo que contamina nuestra conciencia, el cuerpo lavado con agua pura. Sigamos sin vacilar afirmando nuestra esperanza, porque fiel es aquel que prometió. Estemos atentos unos a otros para estimularnos a vivir en el amor y a actuar bien».
Meditación
No es para que sigamos siendo esclavos de este mundo que el Señor Jesús dio su vida, sino para hacernos finalmente libres para volvernos hacia el Cielo, nuestra patria. La sangre de Cristo es el camino al Cielo.
Si un hombre es salvo por la sangre de Cristo y mantiene su corazón encerrado en las cosas de este mundo, por él Cristo murió en vano, y la sangre preciosa fue derramada en vano. La pereza, el orgullo, la avaricia, los desórdenes sensuales, el egoísmo, la ira, los celos son cadenas que nos mantienen lejos del Cielo.
Cristianos, herederos del Reino celestial, ¿preferiremos las ilusiones pasajeras del egoísmo a la verdadera riqueza? Sólo queda una riqueza para la eternidad: el peso de la caridad que damos a cada una de nuestras acciones, a cada uno de nuestros pensamientos. Cristianos, hermanos y hermanas en la sangre de Jesús, miembros de un mismo Cuerpo del que el Espíritu Santo es alma, esforcémonos por recorrer juntos este camino hacia la patria.
Intención de la novena
Oremos para que aprendamos a ayudarnos unos a otros a crecer en santidad.
Oraciones para todos los días.
Alma de Cristo…
Padrenuestro...
Oración (Misal Romano, Misa Votiva de la Preciosa Sangre)
Señor Dios, tú has redimido a todos los hombres con la preciosa sangre de tu único Hijo; Continúa en nosotros la obra de tu misericordia: concédenos celebrando fielmente el misterio de nuestra salvación, merezcamos recoger sus frutos. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Avemaría…
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