La madre de Geraldin Moreno, una de las jóvenes que murió por los impactos de perdigones que le dispararon en la cara durante las protestas antigubernamentales de 2014, asegura que perdió una hija, pero que ganó muchos hijos que siguen luchando por el país. En el Día de las Madres afirma que quedó con un vacío que nadie podrá llenar, pero se mantiene de pie y en busca de la justicia con la certeza de que llegará pronto
Rosa Orozco dice que tiene un hueco en el corazón. Hace 10 años dos sargentos de la Guardia Nacional le arrebataron la vida a su única hija, Geraldin Moreno, joven carabobeña que participó en las protestas antigubernamentales de 2014. Luego de una década, cuenta que llora por las mañanas y las noches sin que nadie la vea. No tiene a quien levantar temprano para que vaya a estudiar ni a quien contarle sobre su día a día.
Cuando llega el Día de las Madres hace de tripas corazón para que su mamá, de 87 años, no pueda notar su tristeza. Quiere verla tranquila y feliz por los años que le quedan de vida, aunque tiene la certeza de que todo puede cambiar de la noche a la mañana. Ya le pasó con su hija.
«Nadie se imagina el vacío, el dolor y el hueco que existe en el corazón por no tener a tu hijo sentado al lado el Día de las Madres», comenta. Afirma que pese a que la tristeza sigue siendo la misma desde que su hija murió, le tocó aprender de nuevo a sonreír para intentar sanar heridas mientras pasan los días.
Nadie se imagina el vacío, el dolor y el hueco que existe en el corazón por no tener a tu hijo sentado al lado el Día de las Madres
Rosa Orozco, madre de Geraldin Moreno
«Es un dolor que no puedo describir. Es la ausencia y la falta de un amor que no vas a tener ahorita. Yo tengo que portarme muy bien para que cuando me toque partir a mí, yo pueda ver a mi hija otra vez».
Agradece a Dios por tener salud, pero acepta que la tristeza permanece en la familia al ver una silla vacía. Esa no es la única ausencia en su casa, porque sus cinco sobrinos tuvieron que marcharse del país y lamenta que esa sea la situación que siguen atravesando cientos de familias venezolanas.
El rostro de Geraldin en cada joven
«En el rostro de tristeza de cada joven venezolano por ver lo que pasa en su país, veo la cara de mi hija». Rosa Orozco pronuncia esta frase y la completa con la afirmación de que en esas miradas puede observar a muchachos que no quieren que los dejen solos y eso la impulsa a llenarse de ánimo para salir adelante.
En cada joven que levante su voz siempre estará, para esta madre venezolana, la cara de Geraldin. Segundos después refiere una anécdota que le ocurrió en un lugar público cuando conversó de lo triste que será no tener nietos. Inmediatamente, los jóvenes en el lugar se levantaron para expresarle que ellos eran sus hijos.
«Me mataron a mi hija, pero ahora gané muchos hijos, que son los jóvenes venezolanos que luchan. Por ellos sigo adelante, para que sus nietos tengan el país que mi hija quería. Los muchachos no quieren perder un país tan maravilloso como Venezuela».
Cada vez que puede le pide perdón a la juventud venezolana. «Ellos no tienen la culpa de lo que está pasando; la culpa la tenemos nosotros, y somos los que tenemos que dejar este país en libertad y democracia para las futuras generaciones”.
En el rostro de tristeza de cada joven venezolano por ver lo que pasa en su país, veo la cara de mi hija
Rosa Orozco, madre de Geraldin Moreno
Llorar, pero denunciar
La voz de Rosa Orozco es fuerte y expresa que su carácter la mantiene de pie. Comenta que 10 años se dice fácil, pero es una década luchando. Cree que gracias a su temperamento sigue firme y seguirá denunciando hasta alcanzar la justicia. Tiene la seguridad de que “llegará más pronto de lo que muchos pueden creer”.
Agradece estar viva, pero hay ocasiones en las que no tiene fuerzas para levantarse. Relata que en esos momentos siente que alguien la llama para decirle una frase que la hace reaccionar.
El ejercicio de recordar a su hija siempre está presente y la imagina ejerciendo la carrera universitaria de citotecnología, que se encarga de la interpretación microscópica de las células para detectar cáncer y otras anomalías; o siendo veterinaria, una de las profesiones que su hija amaba.
«Yo no he tenido las etapas del luto y seguramente las tendré cuando caiga todo esto. Puedo llorar, pero sigo andando; puedo llorar, pero sigo hablando; puedo llorar, pero no dejaré de denunciar ni seguir adelante donde me pongan».
A pesar del cansancio que pueda sentir, afirma que hay que seguir adelante y no dejar que la situación se vaya de las manos. Aplaude el trabajo que se ha realizado con las denuncias por los crímenes de lesa humanidad ante organismos internacionales y está segura de que han dado frutos.
«Te puedo afirmar que habrá justicia, eso tenlo por seguro. Todo el mundo decía que éramos unos locos cuando comenzamos a denunciar en la Corte Penal Internacional (CPI) en 2017, y fíjate todo lo que hemos avanzado. Ha sido uno de los procesos más rápidos que ha habido».
Democracia, respeto y libertad
A Rosa Orozco le enseñaron desde pequeña que el respeto hacia los padres, la familia y a la patria son lo primordial. Eso mismo le inculcó a Geraldin, quien desde niña acompañó a su familia en las marchas contra el gobierno del expresidente Hugo Chávez y desde ese momento aprendió a luchar por Venezuela y a conocer la importancia de la democracia y la libertad.
«Yo se lo decía mucho a Geraldin, que nosotros tenemos un solo país y debemos quererlo, ser garantes de eso. Le hablé del privilegio que tenemos al elegir a nuestro presidente, pero le decía que uno tiene que escoger con la cabeza y no con el corazón porque aquí no hay ídolos».
Hace hincapié en que la libertad es lo más importante y reiteró que en Venezuela habrá justicia y democracia.
Yo no he tenido las etapas del luto y seguramente las tendré cuando caiga todo esto
Rosa Orozco, madre de Geraldin Moreno
Recuerda una publicación en redes sociales que hizo Geraldin Moreno: «A mí nadie me manda, yo voy porque quiero a Venezuela». Esa frase le hizo saber a Rosa Orozco que su hija aprendió lo que desde pequeña se le enseñó
Y llegó el momento que le arrebató lo que más ama una madre: a sus hijos. Recuerda que su hija ya tenía 23 años y no había quien pudiera parar a una joven con el ímpetu que tuvo Geraldin.
En 2014 el país se inundó de manifestaciones en contra del Gobierno por la escasez de productos básicos, la inflación y la violencia delictiva. Las jornadas de protestas comenzaron en febrero y se extendieron durante tres meses. La represión de las fuerzas de seguridad dejó 43 muertos y más de 3.000 arrestos.
Los primeros asesinados fueron el estudiante Bassil Da Costa, el líder social Juan Montoya y Robert Redman, apenas una semana antes de que a Geraldin Moreno le dispararan con perdigones en su rostro, lo que ocurrió el 19 de febrero de 2014.
El dolor de la última vez
Rosa Orozco relata que siempre monitoreba por teléfono a su hija Geraldin durante las protestas, porque no podía acompañarla siempre. El día que le disparan se encontraba en su residencia con un pito y una bandera: participaría en un cacerolazo convocado en el sector Tazajal de Naguanagua, estado Carabobo.
Los vecinos acostumbraban a tocar cacerolas todas las noches desde la zona residencial. Ese día, el grupo donde estaba Geraldin fue dispersado por motocicletas de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) que llegaron disparando perdigones y bombas lacrimógenas.
Lamentablemente, la joven de 23 años y estudiante del quinto semestre de citotecnología, en la Universidad Arturo Michelena, recibió los impactos de perdigones que le disparó el sargento Albin Bonilla Rojas, quien no conforme con verla en el piso, volvió a dispararle en la cara.
Te puedo afirmar que habrá justicia, eso tenlo por seguro
Rosa Orozco, madre de Geraldin Moreno
Rosa también iba a tocar cacerolas, pero se demoró. Su hija se adelantó, y minutos más tarde la madre escuchó detonaciones que confundió con fuegos artificiales. Posteriormente un amigo tocó la puerta de Orozco para informarle que habían disparado perdigones en el rostro de la joven.
No imaginó la magnitud de lo que había ocurrido con su hija. En pijama y medias agarró su celular, las llaves de la casa, y salió en busca de su hija. La encontró con la cara ya tapada. Inmediatamente la trasladó al Hospital Metropolitano del Norte, que queda a unas cuatro cuadras de su casa.
«Ella estaba gritando, me llamaba. El doctor me dijo que debían llevarla a terapia intensiva para estabilizarla y que tenía el ojo derecho comprometido. Logré ver a Geraldin y me pidió la bendición. Le ardía la cara y la garganta, pero se veía estable».
Esa fue la última vez que habló con su hija. La llevaron a terapia intensiva y tres días después, el 22 de febrero de 2014, falleció a causa de un paro cardio-respiratorio provocado por hemorragias encefálicas y edema cerebral.
Perdonar para continuar
Rosa Orozco tuvo la oportunidad de tener frente a ella al sargento Albin Bonilla Rojas, quien disparó contra su hija y que dos años después fue condenado a 30 años de prisión por homicidio calificado con alevosía por motivos fútiles, quebrantamientos de pactos y convenios internacionales y uso indebido de arma orgánica. También pudo ver al sargento Francisco Caridad Barroso, sentenciado a 16 años y 6 meses por complicidad.
Al verlos no sintió nada, asegura. Gracias a su creencia en Dios considera que la reconciliación, el amor y el perdón están por encima de todo. Aunque no es fácil, decidió perdonar a estos dos hombres para continuar luchando y buscando la justicia que tanto anhela.
De acuerdo con Orozco, en el asesinato de su hija participaron 24 efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana, pero solo dos fueron condenados. Por ello, en reiteradas ocasiones acude al Ministerio Público a llevar solicitudes para que se investigue al resto de los funcionarios y a la cadena de mando.
Yo le decía mucho a Geraldin que nosotros tenemos un solo país y debemos quererlo, ser garantes de eso
Rosa Orozco, madre de Geraldin Moreno
«Yo escogí el camino del perdón, la reconciliación y el amor. He trabajado muchísimo en eso, y tanto fue así que yo me perdoné a mí misma porque uno siente una rabia inexplicable», comenta Rosa, quien junto a la abogada Martha Tineo fundó la organización no gubernamental Justicia, Encuentro y Perdón.
Asegura que perdonó a los guardias porque tienen hijos y porque ella quiere que esos niños tengan un país con futuro. «Ahí están y los quiero vivos, con salud, pero que estén ahí (en la cárcel)».
La madre de Geraldin sabe que nadie le podrá devolver a su hija, pero siente la tranquilidad que ha buscado de muchas formas a través de Dios. Asegura que sus únicos psiquiatras y psicólogos son Dios y la Virgen, en quienes se refugia en los momentos más difíciles y a los que da gracias por todas las cosas buenas. Mientras, busca el rostro de su hija en cada joven venezolano que lucha, así tenga un hueco en el corazón y llore cada mañana y cada noche.
Yo escogí el camino del perdón, la reconciliación y el amor. Por eso decidí perdonar a los guardias
Rosa Orozco, madre de Geraldin Moreno
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