¿Transición o Permanencia?
Ese es el dilema shakesperiano que nubla el pensamiento del país. ¿Habrá o no elecciones el 28 de julio? ¿Será reconocido el resultado? De serlo, ¿cómo se articulará lo que evidentemente tendría que ser un gobierno de transición? Todas esas preguntas sin respuestas son como en la obra del gran bardo inglés: «ser o no ser».
Sin embargo, a nadie favorece esa situación, porque la ausencia de certezas genera preocupación y angustia en la mayoría de los electores. Tampoco le conviene a quienes mantienen ese estado de zozobra, ya que no tendrán las garantías que requieren si, por causas atribuibles a ellos, no hay unas elecciones libres.
Estos próximos cincuenta días serán fundamentales para lograr la paz y la reconciliación.
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