Elvis Rojas y su salto de una panadería en Catia La Mar al obrador de un hotel de lujo
El primer trabajo de Elvis Rojas fue en el mostrador de una panadería en Catia La Mar. Su curiosidad, buena disposición y la pasión que sintió por las masas y los hornos lo llevaron a hacer carrera como maestro panadero
Cuando Elvis Rojas mira un cachito hecho por él, se le nota el orgullo. Las vueltas que da la masa podrían significar las vueltas de su propia vida, siempre con un fin. Hoy. convertido en maestro panadero de Lidotel Caracas y ganador del segundo lugar en la competencia El Cachito de Caracas, recuerda sus comienzos.
El primer contacto laboral de Elvis con una panadería fue a los 18 años, cuando comenzó a buscar trabajo después de terminar el liceo. Encontró un lugar como dependiente de una panadería en Catia La Mar, en La Guaira, cerca de su casa. Desde allí despachaba lo que le pidiera la gente, pan canilla, jugos, pastelitos o galletas. Pero algo le llamaba la atención: el obrador y las maravillas que salían de sus hornos.
Poco a poco comenzó a curiosear cómo se hacían las cosas. Preguntaba a los panaderos y ayudaba en lo que podía. Cuando no lo necesitaban en el mostrador, comenzó a hacerse habitué del obrador. Le cautivaba ver la transformación de las masas en el horno.
«Un día faltaba personal para el obrador, y decidieron buscar un ayudante con conocimiento de panadería. Pero los mismos compañeros le dijeron al jefe que me contratara, que ellos me enseñarían lo que hiciera falta», recuerda Elvis Rojas, ahora en el comedor de Lidotel Caracas, un hotel boutique en El Rosal, al lado del Centro Lido.
Y así empezó. Primero con los panes sencillos, luego con los productos de masa más elaborada y, finalmente, logró dominar el meticuloso hojaldre. Elvis dice que siempre trató de fijarse en los detalles que hacían que un producto saliera mejor, para cumplir siempre con eso. Luego hizo varios cursos para perfeccionar lo que había aprendido con la práctica y comenzó a trabajar en panaderías más exigentes, hasta llegar a Lidotel.
Sus cachitos de jamón pronto comenzaron a destacarse. Curiosamente, no era su producto panadero favorito. El joven Elvis Rojas, antes de comenzar a trabajar en la panadería de Catia La Mar, prefería los pastelitos de hojaldre.
«La masa de los cachitos tiene que trabajarse bien, ser muy suave, y tiene que tener un sabor particular, con su toque dulce», dice Elvis. Impulsado por sus compañeros, en particular por su jefe actual, decidió participar en el concurso El Cachito de Caracas, en el renglón de artesanos, el más difícil de todos pues el panadero debe preparar la masa, desde cero, en el mismo lugar de la competencia. Quedó en segundo lugar y el año que viene piensa competir otra vez para lograr el primer puesto.
«Yo estaba muy complicado en esos días y, aunque ya conocía a los organizadores (Denys Salomón y Luis Rogelio Salcedo) y me había preinscrito, pensé en no asistir. Pero mis compañeros de Lidotel, me animaron y me cubrieron cuando hizo falta», recuerda.
El cachito multicultural de Elvis Rojas
Hoy elabora dos tipos de cachitos para los huéspedes de Lidotel: el tradicional y el cachito «multicultural», creación de Elvis Rojas, con masa de batata, y relleno de mix de quesos venezolanos, aceituna negra y pimentón rostizado.
«Lo especial de este cachito son los cuatro sabores que combina en el paladar», dice Elvis Rojas.
Su futuro lo contempla frente a un horno. Piensa seguir formándose y mejorando sus productos. Elvis Rojas es parte de esa nueva panadería venezolana que continúa el legado de los portugueses que la desarrollaron, pero que le imprime nuevos sabores y la moderniza.
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