La envidia por el periodismo emergente: el caso de Silvia Mercado y Mariano Pérez
Muchos viejos periodistas no comprenden los tiempos que vivimos. El mercado les quitó el monopolio comunicacional y hoy son personajes secundarios. El problema es que no lo aceptan.
Internet revolucionó muchísimas cosas, una de las tantas es la comunicación y el ejercicio periodístico. No hace mucho, para “ser” periodista, había que transitar un camino obligatorio: estudiar periodismo en una escuela terciaria o comunicación en la universidad tradicional y luego comenzar “de abajo” en un medio. Los pocos privilegiados que consiguen hacerse un nombre trascienden y consiguen mejores ingresos, mientras los otros mantienen un trabajo digno en el marco del oficio. Sin embargo, todos ellos se reconocen y respetan como “colegas periodistas”. Ellos, los que hasta hace poco tiempo monopolizaban la información.
Con la irrupción de la comunicación horizontal en tiempo real, y la oportunidad de compartir un mensaje desde cualquier computadora o teléfono celular, la “carrera” cambió por completo con base en la democracia más pura y automática, que es la del mercado. Cada persona tuvo la oportunidad de expresarse libremente y el público (ya internacional) decidió premiar o ignorar. Así aparecieron jóvenes comunicadores, quienes, al parecer, tenían cosas más interesantes que decir que muchos ‘popes’ con programas televisivos y radiales en horario central.
Para mí no fue del todo traumático todo esto. Soy de la “última camada” de periodistas “antiguos”, que apenas comenzó a ejercer, tuvo que nadar en el mundo de la comunicación digital. Aunque puedo hacer gala de mi “título oficial”, que me reconoce como un “periodista”, lo cierto es que mucho de lo que estudié ya es materia paleontológica. Hice primer año con máquina de escribir (el último en que se utilizaron) y aprendí a utilizar cámaras con cintas de VHS que ya pasaron a la historia.
Sin embargo, en lugar de resentirme con los cambios vertiginosos y ante la realidad de jóvenes comunicadores que tienen más alcance que yo, soy agradecido por el nuevo mundo. Puede que tenga que ver con mi concepción liberal y de comprensión del mercado, pero yo me quedo toda la vida con el nuevo mundo. Por ejemplo, hoy me encuentro trabajando, como todos los días, con mi computadora en un pequeño y alejado pueblo de Italia. De haber permanecido en el esquema tradicional, como era en los años de estudio, en el mejor de los casos estaría cumpliendo horario en una redacción en Buenos Aires, teniendo que desperdiciar todos los días un tiempo considerable en el trayecto de ida y vuelta a mi casa.
- Lea también: “La aprobación de la Ley Bases confirma que Milei no está solo”
- Lea también: Agresión a Marcelo Duclos, prueba de la barbarie de la izquierda argentina
Sin embargo, como hay personas que adoptan este nuevo paradigma en cuanto al flujo de la comunicación y la información, en Argentina quien parece que tiene algunos problemas en aceptar el mercado es alguien que incluso lo lleva en el apellido: Silvia Mercado (65).
En la tarde de este jueves, Mariano Pérez sufrió en carne propia algo que muchos conocemos muy bien y en primera persona: la violencia de los militantes kirchneristas. Mariano, para quien no lo conozca fuera de Argentina, es, como decimos nosotros, “un pendejo”. No el término despectivo que los mexicanos comprenden la palabra, sino en como lo utilizamos nosotros, casi cariñosamente. Él es un chico, un pibe, de 23 años. La cuestión es que es un joven muy inteligente y articulado. En los paneles que ha compartido con personas que le duplican en edad, Pérez suele mostrarse como el más interesante del grupo.
De haberse desempeñado en el “viejo mundo”, hoy sería un completo desconocido. Estaría comenzando a transcurrir el largo camino, que podía costar una década de vida, para quizá sí, quizá no, poder hacerse un nombre, haciendo producción de radio, “tirando cables” en un canal o escribiendo artículos sin firma a pedido de un editor. Sin embargo y para fortuna de muchos, este no fue el caso. Él comenzó a desempeñarse en los albores de una nueva era y pudo saltearse todo lo tedioso del oficio, en gran escala, gracias al reconocimiento de la gente que elige su canal Break Point.
Ante el ataque violento sufrido por Pérez, Mercado mostró la hilacha de la envidia. No puede aceptar ni tolerar que jóvenes que podrían ser sus hijos (o sus nietos, incluso) sean más influyentes. Sin mencionar la cuestión que seguramente ya ganen mucho más dinero.
Desde sus redes sociales, la experimentada periodista y escritora lamentó el ataque sufrido por el joven (lo que seguramente sea sincero), pero expresó dos frases lamentables: que él no es un periodista profesional y que no sabe comportarse como tal.
Aunque ella fue la que expresó esta afirmación, lo cierto es que es un sentimiento compartido por muchos de sus veteranos colegas, sobre todo los que militan en la línea del progresismo. No pueden entender cómo personas con una conexión a internet cosechen más vistas y seguidores que ellos, que ostentan de sus lugares de privilegio, con sus carreras a cuestas. Bueno, llegó el mercado y nos puso a todos en el mismo punto de partida. Algo más democrático e igualitarista que esto, imposible. Curiosamente, estos periodistas son los que se llenan la boca hablando de la libertad de expresión, la democracia y la igualdad de oportunidades.
La agresión sufrida por Pérez se rechaza, se repudia y punto. Ya habrá otro momento para la discusión sobre el periodismo “profesional” y los nuevos comunicadores. Igualmente, el público ya saldó también esta discusión. La modernidad, que trajo libertad de elección y beneficios tecnológicos, ya está aquí. Los comunicadores del presente y el futuro serán los que tengan algo para decir. No hay que enojarse, sino competir y respetar la voluntad de los consumidores. Caer en el prejuicio y el resentimiento, solo perjudica a los que quieren tapar el sol con las manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario