Legislativas en Francia: ¿cómo se explica el incremento del voto popular por los extremos políticos?
Francia encara unas atípicas elecciones legislativas, adelantadas por Emmanuel Macron tras un adverso resultado en las elecciones al Parlamento Europeo, en las que su coalición fue ampliamente superada en votos por la extrema derecha de Agrupación Nacional. Esto es un síntoma de un fenómeno que se viene construyendo desde hace tiempo dentro de la sociedad francesa que, lastrada económicamente por la inflación y el alto costo de vida, se ha desencantado del centrismo defendido por Macron y ha entrado en una dinámica polarizada entre la izquierda radical y la extrema derecha.
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Los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio no solo fueron un golpe sobre la mesa de la extrema derecha regional, sino que significaron una ola de inestabilidad que terminó por forzar la disolución de la Asamblea Nacional francesa y la convocatoria de comicios legislativos, una decisión que, aunque fue posiblemente planeada para reforzar la legitimidad macronista, también abrió una puerta enorme a la posibilidad de ver al primer político de extrema derecha como primer ministro francés.
El aprendizaje principal del pasado 9 de junio es que no se puede subestimar el poder electoral de la 'nueva' extrema derecha. Agrupación Nacional (RN), partido extremista liderado por Marine Le Pen y presidido por Jordan Bardella, obtuvo el 32,4% de los votos franceses, más del doble que los otorgados a Renacimiento, el partido oficialista.
Si bien las elecciones europeas tienen un grado mucho menor de participación que las nacionales, lo que beneficia casi por regla a los extremos, la victoria de Agrupación Nacional en Francia revela un fenómeno mucho más profundo, que se encarna no solo en los sectores minoritarios más radicales de la sociedad, sino que ya está traspasando al grueso del electorado, que inclina las balanzas en las urnas: el auge de los extremos como alternativa de Gobierno.
La decisión de Macron confirmó la crisis de legitimidad que atraviesa su Gobierno y que ha orillado a los grandes sectores inconformes con sus impopulares medidas a refugiarse dentro de las puntas más lejanas del espectro ideológico, especialmente en la derecha, que apela al nacionalismo extremo y apunta a los migrantes como culpables de los males más grandes de Francia. Un discurso complejo de sustentar, pero fácil para convencer.
Con la impopularidad del oficialismo y el surgimiento del izquierdista Nuevo Frente Popular como la segunda fuerza política en las encuestas, con hasta un 28% de preferencia electoral en rumbo a los comicios legislativos del 30 de junio y 7 de julio, cabe preguntarse: ¿Qué fue lo que orilló a Francia a la radicalización?
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Desgaste del macronismo
La segunda elección de Emmanuel Macron en 2022 estuvo marcada por una campaña electoral polarizante y alarmista, mostrando a la extrema derecha de Marine Le Pen como el enemigo a vencer en la segunda vuelta y con el presidente centroderechista haciendo un llamado a la unión, tanto de la izquierda como de la derecha, para frenar el avance del RN.
Finalmente, Macron triunfo en dichas elecciones con un 58,5% del favor popular, pero el creciente impulso de la extrema derecha ya se materializaba en ese entonces, con Le Pen como candidata opositora en la segunda vuelta y con un histórico 41,5% de apoyo. La extrema derecha había perdido, sí, pero también se consagró como la primera fuerza de oposición dentro del país galo.
En 2022, Macron inició su periodo con el lema de ser un hombre de "todo al mismo tiempo", con la ardua tarea de tener que satisfacer las demandas de los electores izquierdistas y derechistas que creyeron en su narrativa de confiar para detener a los extremos. Una misión imposible para un presidente que nunca ha cuajado en su totalidad dentro del imaginario político de los bandos ideológicos.
"Macron intento hacer explotar el sistema bipartidista que existía en su primera elección y, al captar el voto de estos dos partidos, izquierda y derecha, ha debilitado mucho a los partidos tradicionales y cuando los electores ya no están de acuerdo con su política, los partidos tradicionales están tan debilitados que los franceses se decantaron por los extremos para manifestar su cansancio", expresa Eugénie Richard, docente e investigadora en la Universidad Externado de Colombia, para France24.
Los altos índices inflacionarios, la implementación de medidas impopulares - como la reforma a las pensiones y la polémica ley sobre migración -, el uso excesivo del artículo 49.3 para saltar el voto de la Asamblea Nacional en la introducción de sus paquetes legislativos y su lejanía con el electorado base en Francia ha provocado una fractura popular, que los extremos ofrecen subsanar.
Richard también resalta el manejo del poder "vertical" y "jupiteriano" que ha empuñado Macron en su segundo mandato como la gota que ha derramado la paciencia de los franceses.
"El manejo del poder de Macron no gustó y tampoco sus reformas, que no satisficieron ni a la izquierda ni a la derecha", sostuvo Richard, que también subrayó la "arrogancia" del presidente francés como uno de los rasgos que más reprocha la sociedad gala y que terminó por desencantarla y orillarla a los extremos.
El auge de la extrema derecha
Con el descontento francés con la 'tercera opción' que encarnaba Macron y la debilidad de los partidos tradicionales, una representación que históricamente encontró su lugar en el rezago político de las minorías saltó al 'mainstream' francés para ofrecerse por primera vez en la historia como una alternativa real para gobernar Francia, se trata de Agrupación Nacional.
Fundada por exmiembros de las SS alemanas recluidos en Francia y liderada por el extremista Jean-Marie Le Pen, condenado por incitar al odio racial en 2004, el Frente Nacional nació como el predecesor del actual RN, defendiendo ideas xenófobas, racistas, ultranacionalistas, antisemitas y euroescépticas y llegando a incluir en sus programas políticos la salida de Francia de la Unión Europea en algún momento.
Pero no fue hasta la llegada de Marine Le Pen, hija de Jean-Marie, a la presidencia del partido en 2011 cuando la ahora Agrupación Nacional comenzó con su proceso de limpieza de imagen para poder optar por opciones reales en la política francesa, marcada por el antisemitismo experimentado en la Segunda Guerra Mundial y rehacía a aceptar una representación con ideales contrarios en el Gobierno.
Desde hace una década, Marine Le Pen se ha encargado de encabezar el proceso de 'dédiabolisation' en RN, depurando las filas de la agrupación de todos los políticos ligados con posturas extremistas, llegando a expulsar a su padre en 2015, y suavizando la plataforma política con la que se muestra al electorado francés al recular en cuestiones como la salida del bloque europeo.
"RN tenía unas posiciones, tenía posiciones mucho más extremas hace un par de años, pero han tenido que edulcorar su discurso para acercarse más a los votantes de derecha, que no están tan a la extrema derecha. Podemos ver que hoy en día, Jordan Bardella [presidente de RN] está abandonando muchas de las reformas que iban a pasar, como la supresión de la doble nacionalidad, la salida de la UE, la interdicción del velo, etc.", dice Richard.
La figura de Jordan Bardella es otra de las claves de la 'normalización' de la extrema derecha en Francia, según Richard. Su juventud, su intensa popularidad en redes sociales, así como su origen humilde, distinto al de un político francés tradicional, son características que lo construyen como un actor político 'fresco' y novedoso, que termina por edificar a Agrupación Nacional, no como una representación extremista y obsoleta, sino como una alternativa distante a la política tradicional, algo que la sociedad francesa pide encarecidamente.
"También, los franceses dicen 'hemos intentado con la derecha y la izquierda por mucho tiempo (…) es hora de probar algo nuevo'. Bardella es una figura distinta a toda la política tradicional, tiene 28 años, sale de un suburbio, no es una figura de la política tradicional y las personas quieren darle una oportunidad a una figura totalmente nueva", agrega Richard.
La moderación en su plataforma política, la purga de lo viejo y el encumbramiento de Bardella como un 'outsider' político han sido las herramientas principales con las que Agrupación Nacional ha forzado su entrada en el escenario más grande de la política francesa, aprovechando el descontento popular con el Gobierno macronista al ofrecer una alternativa nunca antes vista en el país.
Aunque este 'lavado de cara' no significa la desaparición de una retórica central basada en el ultranacionalismo y la islamofobia, teniendo como componente central en su programa político la lucha contra "la amenaza islamista" y apelando a los valores más conservadores de la sociedad.
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La izquierda revive, pero lucha por mantenerse unida
Ante la creciente popularidad electoral de la extrema derecha, la paralización del frente 'centrista' comandado por Macron ha abierto la posibilidad para el renacimiento del antagonista natural de los extremos. El izquierdista Nuevo Frente Popular se ha posicionado como la segunda fuerza política dentro de las encuestas de opinión previas a los comicios legislativos, con 28% de la preferencia electoral, ubicándose como la alternativa más fuerte para detener el auge de la extrema derecha.
El periodo presidencial del centroizquierdista François Hollande (2012-2017) fue un golpe casi mortal para la legitimidad de la izquierda tradicional francesa, representada por el Partido Socialista, que fue acusada por sus electores de "traidores" después de que Hollande introdujera un viraje promercado en su Gobierno, orquestado fundamentalmente por su entonces ministro de Economía, Emmanuel Macron.
Tras Hollande, la izquierda francesa parecía enterrada, condenada a la irrelevancia y obligada a perecer ante el 'centrismo' encumbrado por Macron. La respuesta natural al fallo de los tradicionales socialistas fue la creación de Francia Insumisa por el polémico Jean-Luc Mélenchon, tres veces candidato presidencial y que encarna una izquierda crítica con la Unión Europea, antiimperialista y defensora de la creación de una 'Sexta República' francesa.
Hoy, Francia Insumisa es la representación de izquierda más multitudinaria del país, con 75 asientos propios en la Asamblea Nacional, pero su electorado aún es bajo en comparación con la de la ultraderechista RN, por lo que el 10 de junio, los cuatro partidos de izquierda francesa más importantes (Socialistas, Comunistas, Ecologistas, y Francia Insumisa) anunciaron una alianza política para encarar las elecciones legislativas del 30 de junio.
El Nuevo Frente Popular, nombre elegido en honor a la alianza de izquierda organizada en 1935, Frente Popular, para detener a la extrema derecha en la cámara baja, pretende ser el bastión progresista que pueda reconducir el futuro electoral francés, apelando a las clases trabajadoras que se ven arrastradas hacia el discurso de la extrema derecha, que promete un futuro mejor para aquellos desamparados por el Gobierno actual, aunque lo hace apuntando a los migrantes como los verdaderos culpables de su realidad.
La izquierda radical de Francia Insumisa apunta a la redistribución de la riqueza y la creación de un Estado fuerte para velar por las clases menos favorecidas, una receta tradicional para beneficiar a las clases populares urbanas, en donde tienen su base electoral, pero poco aplicada en los Gobiernos de centroizquierda que han pasado por el Palacio de Eliseo a través de la historia.
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Sin embargo, el bloque de izquierda cojea en algo recurrente en las alianzas progresistas contemporáneas: la cohesión dentro del grupo.
"Esta alianza es muy frágil, la gente más radical de Francia Insumisa no está tan de acuerdo en aliarse con el Partido Socialista de Raphaël Glucksmann, a quien han tachado de 'traidor socialdemócrata'. Esta alianza es de circunstancia, no es un matrimonio de amor, es un matrimonio de razón", señala la académica francesa Eugénie Richard.
Las pretensiones del Nuevo Frente Popular están en unir a su electorado, recuperar a las clases trabajadoras seducidas, pero no convencidas, por la extrema derecha, y atraer el voto moderado que quiere evitar a RN en el poder. Pero, quizá sean estas uniones artificiales el obstáculo número uno a vencer para la izquierda.
Dentro de todo, no puede sostenerse una simetría entre una agrupación fundada por exmiembros de las SS que tiene un discurso abiertamente islamófobo, con un bloque progresista que abarca desde la izquierda radical de Francia Insumisa hasta el frente más moderado del Partido Socialista, y que nació justamente para detener el avance de la extrema derecha al poder.
Francia está en vísperas de una elección histórica, con la extrema derecha a las puertas del poder en la Asamblea Nacional y que tiene enfrente a una coalición de izquierdas que, aunque promete actuar como una sólida alternativa electoral, tiene enormes dificultades para subsanar las grietas de su alianza de diversidades ideológicas.
Con medios locales
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