Mariana Caprile y la menopausia: "Ni los médicos atinaron a relacionar los signos y síntomas de mi transición"
Mariana Caprile lidera una investigación sobre la menopausia, que desmitifica conceptos y ofrece información valiosa para todas las mujeres que atraviesan esta etapa de la vida, pero la información también es necesaria para quienes aún no la han alcanzado y hasta para quienes habiéndola dejado atrás, no la habían relacionado con ciertos síntomas
La menopausia, un proceso natural en la vida de las mujeres, marca el cese definitivo de la menstruación debido a la pérdida de actividad folicular ovárica. Aunque no es una enfermedad, sus síntomas pueden afectar la calidad de vida de las mujeres. Para comprender mejor este proceso, la periodista Mariana Caprile, magíster en Educación y Comunicación, (Caracas, 17/04/1973) firmó una extensa investigación sobre este periodo después de que ella misma se enfrentara una menopausia prematura y se diera cuenta de lo poco que, en general, las mujeres conocemos del tema.
En conversación con El Estímulo, Caprile comparte sus hallazgos sobre la menopausia, que forman parte del proyecto «Apenas 50. Algunos años menos; varios más» y cómo afecta a las mujeres latinoamericanas en diferentes edades y contextos. Lo hace luego de explorar las variaciones en la experiencia subjetiva, desde los síntomas físicos hasta las actitudes personales y las percepciones sociales. También se aproxima a los mitos que la rodean.
Mariana también destaca la importancia de abordar el tema desde una perspectiva integral, considerando tanto los aspectos biológicos como los emocionales. Su investigación revela que, aunque los cambios hormonales son universales, la vivencia varía según las creencias individuales y el contexto cultural. De esto y mucho más hablamos en esta entrevista.
-¿Qué te motivó como periodista a hacer este extenso trabajo sobre la menopausia?
-Mi motivación fue impulsada, principalmente, por una experiencia personal. Inicié mi transición menopáusica muy joven, empezando mis 40 años o, quizá, un poco antes, aunque mi primer síntoma oficial fue a los 43. Fue un camino confuso y también solitario. Creo que ni los médicos atinaron a relacionar mis signos y síntomas con el comienzo de esta fase porque, como a mí, les parecía que aún era temprano. Así que fui una de las que terminó investigando en Internet, conversando un poco con quien tuviera la apertura y deduciendo que lo que estaba viviendo era la llamada perimenopausia.
Justamente esa experiencia activó mi curiosidad, pero sobre todo mi necesidad de entender qué me estaba pasando y saber qué podía esperar de esta nueva etapa de tantos cambios. En esa búsqueda, fragmentada y pocas veces exitosa, me di cuenta de lo invisibilizada que estaba la menopausia en nuestra sociedad. Y que son muchas las mujeres que la transitan con un montón de preguntas e incertidumbre.
«En esa búsqueda, fragmentada y pocas veces exitosa, me di cuenta de lo invisibilizada que estaba la menopausia en nuestra sociedad. Y que son muchas las mujeres que la transitan con un montón de preguntas e incertidumbre»
Paralelamente, yo estaba trabajando en el Laboratorio de Ciencias Sociales (LACSO) y el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) -instituto de investigación y Organización No Gubernamental, respectivamente-. Allí estuve durante 14 años, no sólo como periodista, sino también como coordinadora de proyectos, así que tuve la oportunidad de conocer y aprender un poco sobre técnicas, métodos y procesos propios de las ciencias sociales, lo que amplió mi visión como comunicadora social y, de alguna manera, me dio el empuje y la valentía para dedicarme en la actualidad a este nuevo proyecto independiente sobre menopausia y bienestar femenino.
Fue allí, además, donde trabajé con la publicista Eva Blanco y la periodista Deysi Ramos, quienes también coincidieron en estar atravesando su proceso menopáusico. Este vínculo nos motivó a formar equipo, nuevamente, y crear este emprendimiento que se llama “Apenas 50. Algunos años menos; varios más”, aprovechando nuestras vivencias personales y conocimientos, así como nuestro interés y entusiasmo respecto al tema.
La idea de informar y educar sobre la menopausia nació porque consideramos que la mayoría de las mujeres no estamos preparadas para transitarla; no comprendemos ni dimensionamos lo que nos ocurre (…). Ni en el círculo íntimo ni en las instituciones educativas ni en los medios de comunicación se habla, abierta y profundamente, sobre ella (…). Y resulta paradójico, no sólo porque es un proceso biológico natural e inevitable, sino también porque es común en todas nosotras.
-¿Cuánto conocimiento tienen las mujeres en general sobre la menopausia?
-Eso fue lo que quisimos averiguar en el equipo de “Apenas 50”, y por eso decidimos arrancar nuestro proyecto consultando a mujeres latinoamericanas, en cualquier lugar del mundo. Así que, entre octubre 2023 y febrero 2024, hicimos la encuesta virtual “Menopausia y Bienestar Femenino”, para explorar cuáles eran sus necesidades, inquietudes e intereses sobre el tema. La respondieron 455 mujeres, entre 30 y 85 años, que viven principalmente en Latinoamérica, pero también en Norteamérica, Europa y hasta Asia occidental.
La primera pregunta del sondeo, después de la sección de los datos personales, fue esta: ¿cuán informada consideras que estás sobre la menopausia y sus etapas? Y los resultados arrojaron que un 75% percibe que está “algo informada” (52%) y “poco informada” (23%) sobre este proceso biológico. Sólo un 20% asegura estar “muy informada”.
Cuando les consultamos sobre la perimenopausia, el 41% dijo desconocer su significado. Inferimos, entonces, que si no están familiarizadas con el término pues muy probablemente no saben que existe un período “alrededor de la menopausia”, una especie de antesala, que puede durar varios años y estar cargado de síntomas molestos. También quisimos averiguar qué porcentaje de mujeres sabía que para considerarse menopáusica deben haber transcurrido 12 meses -un año- desde la última regla o menstruación. El 71% estaba al tanto. Pero un 29% no.
Otro dato elocuente que obtuvimos fue el siguiente: 61% de las mujeres que respondieron la encuesta considera que en las sociedades latinoamericanas hablar de menopausia –aún hoy en día– es un tabú. Y la razón principal que argumentan es que “no se habla abiertamente-poco se habla”.
-¿Cuáles son los síntomas más comunes durante la perimenopausia, que es el período previo a la menopausia?
Lo que pudimos observar en nuestra encuesta es que no hubo diferencias significativas respecto a los síntomas que manifestaron quienes se encontraban en perimenopausia o en menopausia. El 21% de mujeres que participó afirmó estar en perimenopausia; fueron 94 latinoamericanas y sólo una dijo no tener molestias. La cantidad de síntomas que declararon en el sondeo fluctuó entre uno y 17. Los diez más comunes fueron los siguientes, y en ese orden: períodos menstruales irregulares, disminución o aumento del sangrado (78%); problemas del sueño (59%); sofocos o bochornos, sudoraciones nocturnas, escalofríos (53%); caída, resequedad, afinamiento del cabello (48%); dolores de cabeza (46%); problemas de atención, concentración y memoria, “niebla mental” (45%); retención de líquidos, hinchazón, dolores musculares (43%); tristeza, depresión, sensibilidad, falta de energía (41%); dolores en articulaciones (41%); irritabilidad, nerviosismo, agresividad, cambios de humor (38%).
Hay investigaciones médicas que señalan que la perimenopausia puede durar desde unos pocos meses hasta 8 o 10 años, y que ciertos signos y síntomas en esta fase se pueden presentar con mayor intensidad y recurrencia que en el marco de la menopausia.
«Hay investigaciones médicas que señalan que la perimenopausia puede durar desde unos pocos meses hasta 8 o 10 años»
-¿Qué desafíos has enfrentado al trabajar con mujeres que atraviesan lamenopausia?
-Enfrentamos varios desafíos, pero quiero aclarar lo siguiente: en la encuesta que hicimos, que fue el punto de partida de nuestro proyecto, no sólo trabajamos con mujeres que estaban atravesando la menopausia (20%), también con quienes estaban en postmenopausia (35%), en perimenopausia (21%) y en plena etapa reproductiva (12%). Asimismo, con mujeres que no sabían en cuál etapa específica se encontraban (13%).
La razón de esta variedad de etapas biológicas es que el sondeo estaba dirigido a mujeres latinoamericanas de 40, 50, 60 años o más, sin ser excluyente. También se interesaron mujeres entre los 30 y 39 años (6%). Y respecto a ese “(…) o más”, decidimos ponerlo así, abierto, pues no teníamos certeza de que mujeres de 70 u 80 años quisieran participar, principalmente, porque su experiencia menopáusica “ya era algo del pasado”. En todo caso, un 4% de quienes respondieron tenía entre 70 y 89 años, y algunas nos comentaron que había sido un “ejercicio de memoria interesante” recordar esa fase.
Y bueno, retomando tu pregunta, te comento los dos desafíos más importantes que hemos podido detectar, no sólo mientras se hacía la encuesta o cuando ésta cerró, sino también antes, cuando recogimos varios testimonios.
Por un lado, “la resistencia” de un significativo número de mujeres en sus tempranos 40 a hablar e informarse sobre la menopausia. Pasa que, a esa edad, algunas ven este proceso biológico natural como algo muy lejano; como algo que se vive a partir de los 50 o, quizá, sólo un par de años antes. Y lo cierto es que la perimenopausia puede iniciar, en cualquier momento, a partir de los 40. Y en algunos casos un poco antes. Esta “renuencia” no sólo la percibimos cuando conversamos con mujeres de 40 a 44 años para invitarlas a participar en la encuesta. También se evidenció en los datos: sólo un 9% de mujeres de ese grupo etario aportó al sondeo. Si lo comparamos con el 22% entre los 45 y 49 años que lo hizo, hay una brecha importante (13%).
Por otro lado, la falta de empatía entre algunas mujeres que están en perimenopausia o menopausia, lo que deriva, lamentablemente, en la polarización del tema. Es como si existieran dos bandos opuestos -uno de sintomáticas y otro de asintomáticas- que no tuvieran puntos de encuentro.
Algunas mujeres que califican su experiencia como desagradable, incómoda y con algunos dolores, tienden a pensar que en realidad las asintomáticas no están muy conectadas con su cuerpo ni atentas a él, o que no están siendo del todo sinceras cuando aseguran no tener molestias.
Por su parte, algunas mujeres que no tienen padecimientos consideran que las que sí, están exagerando, son “débiles” o, en determinados casos, “están mal de la cabeza”. Algunos comentarios de este grupo de mujeres en la encuesta señalaban que “la menopausia no es una enfermedad, sino un proceso natural y normal, que debe ser aceptado y punto”. Aunque la primera parte de ese enunciado es irrefutable, lo cierto es que las experiencias son sumamente diversas y creemos que es válido no resignarse o aguantar, sino pedir apoyo o ayuda, buscar información y respuestas, emprender acciones, médicas y/o alternativas, para transitar esta etapa con mayor bienestar, salud y vitalidad.
Según la Ginecobstetra Carmen C. Mantellini, quien también forma parte del equipo de “Apenas 50”: “Dos de cada diez mujeres tendrán síntomas severos, que identificarán relacionados con la menopausia y que afectarán su calidad de vida (…) Muchas de ellas pasan de un médico a otro hasta que encuentran a uno que comprenda su sintomatología (…) Cuando estas mujeres confrontan sus síntomas con los de sus pares, al ser algo tan poco frecuente, en la mayoría de los casos no encuentran resonancia, y se sienten aún más solas y desatendidas (…)”.
-¿Cuál fue el hallazgo que más te impactó en tu investigación?
-Hay varios hallazgos que nos sorprendieron; compartiré algunos. Por un lado, la diversidad de palabras, entre negativas, neutras y positivas, con las cuales las mujeres que respondieron la encuesta asocian la menopausia. Esa pregunta era abierta, así que pudieron expresarse libremente. Por supuesto, algunas lo hicieron desde sus vivencias personales, y otras, que aún no la han transitado, a partir de lo que han leído, visto o escuchado. Contestaron las 455 latinoamericanas, pero varias de ellas lo hicieron con dos, tres o más palabras, así que tuvimos un total de 656 respuestas o menciones.
Las palabras o grupos de palabras que ocuparon los tres primeros lugares fueron: “vejez”, “calorones” y “ausencia de menstruación-fin de etapa reproductiva”; pero también hubo otras como “infertilidad”, “resequedad”, “irritabilidad”, “miedo- incertidumbre-preocupación”, “soledad”; así como “libertad”, “nueva etapa de vida”, “tranquilidad”, “alivio”, “plenitud”, “sabiduría”.
También los resultados de la pregunta ¿Cómo detectaste que estabas en perimenopausia o menopausia? Si bien la mayoría, un 38%, contestó: “Me lo informó un médico”, un número importante, un 36% se enteró fuera de un consultorio. Si sumamos un 27% de quienes “lo dedujo”; con un 6% que “lo supo a través de Internet”; más un 3% a quienes se lo “insinuó una amiga, pareja, hermana, madre…”, tenemos que más de un tercio detectó por sus propios medios que ya estaba viviendo este proceso biológico o aproximándose a él.
Las razones detrás de estas respuestas pueden ser diversas. No las preguntamos. Pero lo que quizá podría tener alguna relación, y es una conjetura, es que el 44% de las latinoamericanas que aportaron a la investigación afirmó no haber recibido información suficiente ni asesoramiento adecuado, de sus médicos tratantes, en torno al proceso de perimenopausia o menopausia. Asimismo, un 30% aseguró no haber sentido empatía, por parte de sus doctores, respecto a sus preguntas y preocupaciones sobre estas etapas biológicas.
«44% de las latinoamericanas que aportaron a la investigación afirmó no haber recibido información suficiente ni asesoramiento adecuado, de sus médicos tratantes, en torno al proceso de perimenopausia o menopausia»
Por último, esto no fue un hallazgo propiamente, pero sí nos llamó la atención y también nos llenó de satisfacción. Varias de las preguntas de la encuesta eran abiertas y no obligatorias, así que creímos que la mayoría no las respondería. Sin embargo, la participación fluctuó entre el 70% y el 82% en esas preguntas. Eso enriqueció muchísimo la investigación, y es lo que hoy nos permite ofrecer tantos testimonios e información sobre la diversidad de experiencias y miradas femeninas en torno a la menopausia. Además, interpretamos que hay un deseo y una necesidad de hablar y saber más sobre el tema. Ojalá abierta y profundamente; ojalá, también, sin prejuicios ni vergüenza.
-¿Qué aspectos de lamenopausiacrees que aún necesitan más investigación o atención?
-Leí recientemente que la salud cerebral de la mujer es una de las áreas menos exploradas y atendidas en la medicina. Así lo dice la neurocientífica Lisa Mosconi, quien afirma que “el cerebro se ve afectado por la menopausia al menos tanto como los ovarios”. Dice también que muchos de los síntomas de la menopausia, como los calorones, sudoraciones nocturnas, problemas del sueño (“niebla mental”) se originan en el cerebro.
¡Y es que estar en menopausia es un mundo más que no tener la menstruación! Va muchísimo más allá de pasar de una etapa fértil a otra no reproductiva. Cuando la encuesta estaba circulando, recuerdo que le preguntamos a una conocida, que tenía 48 o 49 años, si quería responderla. Ella se ofendió porque la estábamos invitando a participar en un estudio sobre menopausia cuando ella se sentía ajena a ese proceso biológico pues “con mucho orgullo, aún veía regla”.
En “Apenas 50”, queremos que las mujeres latinoamericanas sean conocedoras de sus propios procesos femeninos y contribuir con su bienestar físico, psicológico y emocional. Por eso abrimos un espacio virtual en Instagram (@Apenas50_) que pretende no sólo informar, sino también acompañar y promover la empatía en torno a la menopausia, en cualquiera de sus etapas. A mediano plazo, activaremos otras plataformas comunicacionales y emprenderemos acciones presenciales. Consideramos que es el momento de visibilizar la menopausia, para que deje de ser un tema tabú o algo hablado en susurro.
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