Bree Solstad no esperaba más que burlas cuando anunció en X, antes Twitter, su "conversión transformadora" al catolicismo y su decisión de abandonar el trabajo sexual.
“Nunca tuve la intención de que el mundo conociera mi historia”, reveló Solstad en una entrevista exclusiva con CatholicVote. «Todavía me cuesta creer que pueda ser un modelo cristiano para alguien», dice, «pero me consumía el amor de Jesús y sentí que debía compartirlo».
Conocida como "Miss B" en las redes sociales, anteriormente fue una de las principales creadoras de contenido para adultos en varios sitios web durante su carrera de una década como actriz y productora pornográfica. Explica:
«Hace aproximadamente un año tuve oportunidad de ir a Italia y estuve meses preparándome para el viaje. La mayoría de los lugares que quería visitar eran iglesias, porque en Italia es donde se encuentran las mayores obras de arte. Pero una vez dentro de estas antiguas basílicas, catedrales e iglesias, algo cambió en mí y comencé a apreciar el arte y las iglesias por la teología que expresaban. Mi corazón quedó paralizado por la belleza y comencé a percibir algo más allá de la belleza del arte.
Por razones que todavía no puedo explicar, me encontré arrodillada a la entrada y salida de las iglesias. En Sorrento y Roma, recuerdo haber visto a la Virgen María en cada esquina. La noté en las capillas laterales de las iglesias e incluso en el brazalete de un camarero. Fue una experiencia surrealista. Realmente sentí que María me estaba llamando. Cada vez que entraba a una iglesia, me sentía obligada a buscarla. Quería saludarla y pedirle que me ayudara a superar los efectos de la tragedia que había ocurrido en mi vida cuando, después de un duelo, caí en la pornografía.
María, que es la gracia y la misericordia personificadas, me ayudó a comprender las bendiciones de la tragedia, el sufrimiento y la pérdida. Ella me mostró cómo superar esta vida cuando me enfrento a luchas y dolores, y cómo salir de ella con dignidad y con una fe aún más fuerte que antes. La amo tanto. Se lo digo todos los días.
En Italia sentí que no estaba lista para hablar con Dios, pero podía hablar con María porque, claro, Ella no había pecado, ¡pero era humana y también padeció mucho dolor y pérdidas! Pero lo hizo con gracia, dignidad y perseverancia. Ella es la madre de mi Dios. La admiro. La respeto. A menudo le pido que me guíe y ayude».
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