María confió lo siguiente a santa Brígida de Suecia: “Hija mía, debes tener cinco virtudes interiores y cinco virtudes exteriores. Virtudes exteriores: una boca pura y libre de calumnias; oídos cerrados a palabras vanas; ojos castos y modestos; manos para las buenas obras y pies alejados de la conversación humana.
En tu interior debes tener otras cinco virtudes: amar a Dios con fervor; desearlo con sabiduría; dar bienes temporales con intención justa, correcta y razonable; huir del mundo con humildad y esperar con firmeza y paciencia en mis promesas».
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