Muchos conocen el refrán del P. Patrick Peyton*: “Familia que reza unida, permanece unida”.
Esta frase me vino a la mente una mañana, mientras estaba ordenando la habitación de mi hija y vi por la ventana a una pareja con un rosario en sus manos, caminando y orando.
A menudo veo parejas dando paseos matutinos, pero esta era diferente. Llena de admiración, quise hablar con ellos para preguntarles por qué y cómo habían empezado a orar juntos.
Jim y JoAnn tuvieron su primera cita el 7 de diciembre de 1999. Jim llevó a JoAnn al restaurante Brigtsen's, sin saber que era su restaurante favorito. Después de ese encuentro, la invitó a salir nuevamente para el lunes siguiente, pero ella cortésmente se negó diciendo que estaba dirigiendo un grupo de oración del Rosario los lunes por la noche en casa de su madre y que no estaba libre, y que ella formaba parte de ese grupo desde hacía años.
Al escucharla, Jim le dijo que él también rezaba el Rosario y sacó de su bolsillo una bolsita de piel gastada que contenía un rosario, obviamente usado. Él le dio un beso de buenas noches en la frente y ella supo de inmediato que se casaría con ese hombre. ¡Era el que ella había pedido a Dios en sus oraciones! Se casaron ocho meses después.
Desde el principio, su fe católica ha estado en el centro de su matrimonio, siendo el Rosario parte integral de su relación. Dirigen un Rosario semanal los lunes por la tarde en su casa y nunca viajan sin rezar el Rosario durante los largos viajes en coche.
Cuando llegó el covid, adquirieron la costumbre de caminar por el barrio antes de las 7 de la mañana y rezar el Rosario en voz alta. “Dios escucha las oraciones cuando se dicen en voz alta”, dice JoAnn, ex maestra.
Durante sus paseos, muchas personas suenan la bocina de sus coches o incluso los detienen para pedirles que oren por familiares o por intenciones especiales. Los trabajadores al aire libre que los ven orar inclinan la cabeza e incluso rezan oraciones al pasar.
Le pregunté a JoAnn si era tarde para iniciar esta práctica en un matrimonio de muchos años y dijo que nunca era demasiado tarde. Dios está feliz de que estés aquí. Empieza donde estés. Anima a los demás con tu ejemplo porque la gente lo nota. Esto es lo que yo decidí hacer.
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