Así llegamos al 28J: de las primarias al consenso del 19 de abril
Edmundo González Urrutia encabeza ampliamente las encuestas más confiables de cara a las elecciones del 28 de julio. El consenso en torno a su candidatura se selló el 19 de abril, pero el camino escarpado de la ruta electoral, con María Corina Machado como gran referente, tuvo en las primarias una prueba de fuego
Lo primero que se supo de Edmundo González Urrutia era que había decidido prestar su nombre, resultaba así el “candidato tapa”, un eufemismo en el argot electoral venezolano. Había puesto su nombre para evitar que la icónica tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), asociada al triunfo electoral opositor en las legislativas de 2015, quedase fuera de la carrera electoral al no tener una candidatura asociada.
A filo de la medianoche del viernes 19 de abril su nombre comenzó a verse de otra manera. Después de varias semanas de vértigo e incertidumbre, en un cónclave de la oposición venezolana salió humo blanco esa noche. Tanto María Corina Machado, consolidada como líder opositora tras las primarias del 22 de octubre, como el gobernador Manuel Rosales, quien sí había podido inscribirse con la tarjeta de su partido Un Nuevo Tiempo, cedieron posiciones y acordaron respaldar a Edmundo González Urrutia como candidato para las elecciones presidenciales del 28 de julio.
Ese 19 de abril, emblemática fecha en Venezuela porque en un día similar se declaró la independencia nacional en el siglo XIX, no solo se pusieron de acuerdo Rosales y Machado, sino que finalmente convencieron de aceptar a González Urrutia, quien había prestado su nombre el 26 de marzo sin aspiraciones de ser candidato.
El caso de González Urrutia pasará al registro histórico del país en materia de elecciones. Fue inscrito como candidato por la Plataforma Unitaria (heredera de lo que fue la MUD), de forma excepcional, al día siguiente que el Consejo Nacional Electoral (CNE) cerrara el registro de candidatos.
Entre el 26 de marzo y el 19 de abril, González Urrutia no dio ninguna declaración pública, no escribió nada en redes sociales y solo lo hizo para denunciar una cuenta falsa, y ni siquiera acudió a la sede del CNE como el resto de candidatos. Se mantenía en sus trece de que no era candidato y que solo había prestado su nombre para evitar que la MUD quedase por fuera del proceso.
Tras la inhabilitación de María Corina Machado, a todas luces una decisión irrita, pero real impedimento para que un Consejo Nacional Electoral obsecuente con el gobierno de Nicolás Maduro le permitiese inscribirse, y luego de que “el sistema” no permitiera que se inscribiera la candidatura de la académica Corina Yoris, González Urrutia emergió como “el candidato potable”, una manera elegante de sostener que sería aceptado por el chavismo.
Escogiendo a un líder
Diversos analistas sostenían, previo al 22 de octubre de 2023, que tras los años recientes de desarticulación que había vivido la alternativa democrática, y en medio de una desesperanza ciudadana que se había manifestado de diversas maneras entre 2022 y 2023, en las primarias opositoras no sería cuestión de elegir una candidatura, sino de reorganizar a este espectro político en torno a un liderazgo. Para que ello sucediera, se pronosticaba de forma previa, debía ocurrir un resultado contundente.
Haciendo frente a una serie de trabas, la sociedad venezolana encabezó la organización de las primarias con el concurso de unos menguados partidos políticos tradicionales. Nueve de cada 10 asistentes a las primarias votó por María Corina Machado, con lo cual obtuvo un triunfo arrollador. La nutrida asistencia de 2,3 millones de venezolanos hizo de esta consulta un buen indicador del deseo ciudadano de canalizar, por la vía electoral, la salida a la crisis venezolana y puede interpretarse como un acto de rebeldía y desobediencia ante el poder autoritario que inhabilitó a la candidata. Tal medida terminó impulsando aún más el respaldo a Machado.
El voto casi unánime a favor de la candidata de Vente, en medio de una alta participación ciudadana, terminó siendo un mensaje muy poderoso. María Corina Machado no sólo era la candidata presidencial que emergió del voto popular, eso en sí resultaba significativo, sino que al haber ocurrido esto con tan amplia diferencia sobre sus más cercanos adversarios le dio una legitimación de origen (gracias a las urnas) para ser el principal referente de la oposición venezolana.
Las primarias se desarrollaron con escasos y aislados hechos de violencia. El gobierno parece haber cumplido con lo que solicitó Washington de no entorpecer esta consulta. Inmediatamente, el mismo lunes 23 se activó una respuesta también en el plano electoral por parte del chavismo, como lo fue la realización de un referendo consultivo sobre el Esequibo el 3 de diciembre de 2023. Una consulta que buscaba reunificar políticamente al chavismo y calibrar la maquinaria electoral oficialista de cara a 2024. A la luz de lo que ocurrió ese día fue un rotundo fracaso.
Volviendo a las primarias, con el triunfo arrollador de Machado, y el pobre papel de los partidos que habían liderado a la MUD y luego a la Plataforma Unitaria, el llamado G-4 (Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia y Voluntad Popular), la reconfiguración de la oposición terminó siendo un tema expedito. Finalmente, Machado entendió que por sí sola no podía decidir quién le iba a sustituir y los partidos tradicionales, de oposición al chavismo, reconocieron que cualquier acuerdo debía construirse con la líder que había emergido de las urnas en las primarias.
La propuesta electoral de un tándem
Y así nos encaminamos al 28J, no con una candidatura, sino con dos figuras, cada una en su papel. La Real Academia de la Lengua Española define a tándem como “una bicicleta para dos personas, que se sientan una tras otra, provista de pedales para ambos”. Eso, de forma inédita, es lo que se consolidó como propuesta opositora.
De 74 años, González Urrutia es licenciado en Estudios Internacionales y cuenta con una maestría en Relaciones Internacionales por la American University en Washington. Fue diplomático de carrera hasta que se jubiló del servicio exterior en 2004. Fue embajador de Venezuela en Argentina y Argelia, así como director del Centro de Análisis Diplomático y Estratégico (CADE). Es autor de varios libros sobre política exterior. Es un diplomático e intelectual y como tal ha tenido una agenda de prensa con decenas de entrevistas, principalmente de medios internacionales, conversa con cancillerías y parlamentos, se reúne con actores políticos y con activistas de derechos humanos. Se acrecienta, sin duda, como eventual hombre de Estado.
La otra que pedalea, y sin duda es quien mayor energía le ha puesto a esta ruta electoral, es María Corina Machado, ingeniera nacida en Caracas en 1967 y quien pasó a ser una figura pública con la asociación civil Súmate hace dos décadas exactamente. Reconocida por su persistencia, en la Asamblea Nacional de 2010 fue la diputada electa con el mayor número de votos, siendo candidata por un circuito claramente opositor entre el este y sureste de Caracas.
En esta campaña ha dejado en claro que su mensaje, que su fuerza política va en ascenso y que sí sube cerro, ya que claramente se ha conectado con la gente de la zonas populares. Hace 10 años fue parte de la fallida estrategia bautizada como “La Salida”, pero salvo para sus críticos esto parece no tener importancia. El chavismo le acusa de ser parte del gobierno interino de Juan Guaidó, sin embargo, en realidad ella fue de las primeras voces opositoras en cuestionar al joven dirigente de Voluntad Popular.
De acuerdo con el periodista y experto en temas electorales, Eugenio Martínez, el liderazgo actual de María Corina Machado en Venezuela, pese a que ella no pueda participar, la ha convertido en una suerte de gran electora de cara a los comicios previstos para este 28 de julio. Y esto por sí sólo marcará un hito en el país.
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