Cambia Argentina: se abre paso a la reforma electoral
Trascendió que el gobierno de Javier Milei estaría detrás de un nuevo objetivo: una reforma electoral que deje atrás para siempre el pésimo modelo con el que los argentinos votamos en el cuarto oscuro.
El sistema electoral argentino es un desastre y nadie puede negarlo. Se trata de un modelo absolutamente ineficiente, caro, que fomenta el fraude e incompatible con cualquier parámetro mínimo de responsabilidad ambiental.
Aunque nadie puede defender las listas “sábanas” y todo lo que traen consigo, cada espacio político que llega al poder posterga su modificación. Ante la pregunta obligatoria en torno al porqué de ello, se observa que quienes están apalancados en el Estado suelen sacarle rédito a este pésimo sistema. Sin embargo, la gestión actual de Javier Milei parece estar interesada en dar vuelta la página. Luego de la aprobación de la Ley Bases, trascendió que ahora el gobierno irá por la tan necesaria reforma electoral.
Como indica la Constitución Nacional, lo relativo a cuestiones impositivas y electorales no pueden salir por decreto. Así que será el parlamento el escenario de discusión para este eventual cambio tan fundamental.
Hasta las últimas elecciones, los argentinos votamos de la siguiente manera: para empezar, la primera instancia es la de las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias). Este fue un invento de Néstor Kirchner, que utilizó el peronismo para buscar que la oposición discuta, mientras el oficialismo iba casi siempre con candidatos únicos. En otras palabras era, nada más y nada menos, que la estatización de las primarias e internas de los partidos políticos. Antes del kirchnerismo, los espacios y coaliciones que decidían dirimir una competencia interna, iban a elecciones partidarias, un sano ejercicio que mantenía a los partidos políticos con campañas de afiliaciones y democracia interna. Tras la implementación de las PASO, todas las competencias eran públicas, abiertas y financiadas por los contribuyentes. Un sistema caro, que no servía más que como encuesta antes de las elecciones reales.
En la idea del oficialismo, las PASO serían derogadas. De esta manera, las elecciones reales volverían a dirimirse en un solo día y los partidos o coaliciones que deseen tener primarias, deberán organizarlas y financiarlas con fondos propios.
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Otra cuestión que se modificaría es el desastroso sistema de “lista sábana” para pasar a la boleta única de papel. Hasta este momento, cada elector al entrar al cuarto oscuro encuentra un sinnúmero de boletas de todos los espacios políticos. Si decide votar en todas las categorías, puede agarrar una papeleta y ponerla en el sobre. Ahora, si se votan cargos nacionales con provinciales y municipales (en una elección legislativa) o si se elige presidente ―mientras que también se escogen diputados y senadores― la persona tiene que cortar los distintos segmentos de la papeleta y poner todos los pedazos en el sobre.
Ahora, más allá de lo complicado del sistema a la hora de votar, lo problemático es que fomenta el fraude. Es común ver que se suelen robar las boletas de los partidos que no logran tener fiscales capacitados en todas las mesas. También se acude al artilugio de romperlas o falsificarlas, para que luego esos votos sean considerados nulos en el conteo.
Como si todo esto fuera poco, también es absolutamente caro, ineficiente y antagónico con cualquier indicio de responsabilidad ambiental. No obstante, la política tradicional, que se llena la boca hablando de democracia, compromiso cívico y medio ambiente, no quiere cambiar este sistema.
Es que, además de todas las trampas que hacen los partidos que cuentan con “aparato político”, este sistema es una fuente de financiación de la política. Es que todos los partidos reciben los fondos del Estado para poner sus boletas en cada cuarto oscuro y es común que consigan las impresiones a precios menores de lo que se rinde en facturas muchas veces apócrifas. Las imprentas amigotas de los partidos hacen fortunas en cada elección. Es que, todas las fuerzas políticas, sin excepción, imprimen una enormidad de boletas, que al menos coincida con el número de electores. Es decir, si un partido minoritario que consigue 10.000 votos en una elección nacional, consigue fondos para imprimir decenas de millones de boletas.
¿El resultado de todo esto? Fondos mal habidos para los partidos y sus imprenteros amigos y millones de papeles tirados a la basura en todas las ciudades luego de cada elección. Una aberración que, increíblemente, se mantiene hasta el día de hoy.
La modificación por el sistema de boleta única de papel logra mejorar todas estas problemáticas. Para empezar, al estar todos los candidatos en la misma papeleta, se termina con el robo de boletas para perjudicar a alguien en particular. El votante simplemente escoge el espacio político, identificándolo entre todos los demás en el mismo papel. Lógicamente, el ahorro de dinero es enorme. El gasto que hoy hace un solo partido en boletas sería el costo de toda la elección. Además, se reduce considerablemente la cantidad de papel impreso absolutamente desperdiciado.
¿Se animará el kirchnerismo a boicotear, cuestionar y votar en contra de algo absolutamente necesario? Habrá que ver que hacen el peronismo y la izquierda, ante una iniciativa que, definitivamente, es superadora por donde se la mire. De aprobarse una iniciativa semejante, las elecciones de medio término de 2025 podrían ser las más limpias, transparentes y económicas de la historia reciente argentina.
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