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¿En dictadura no se vota? Elecciones en Venezuela y el impacto en Cuba
Para el pueblo cubano, una victoria por la vía democrática de la oposición significaría que existe un camino no violento para sacar a los comunistas del poder
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La idea de que “en dictadura no se vota” ha sido un tema recurrente en debates dentro de la oposición cubana, pues ello legitima al sistema totalitario. Ahora resurge la conversación con las elecciones presidenciales del 28 de julio en Venezuela, donde el chavismo después de más de 25 años en el poder, se enfrenta a una sociedad civil cansada del mal gobierno y entusiasmada con la figura de la opositora María Corina Machado.
Precisamente, hay otra corriente de pensamiento basada en la esperanza de que el dictador Nicolás Maduro pueda abandonar el poder tras ser derrotado electoralmente. La cuestión de si es posible transitar de una dictadura a una democracia por medios electorales sigue siendo un debate abierto y a lo largo de la historia mundial hay ejemplos en ambos sentidos.
Ejemplos históricos y posibles escenarios en Venezuela
En el pasado, diferentes países han experimentado transiciones exitosas de regímenes autoritarios a democráticos a través de procesos electorales. Por ejemplo, en Uruguay, en 1980, un referéndum constitucional impulsado por la dictadura militar fue rechazado por la ciudadanía, marcando el inicio del fin del régimen. Aunque la dictadura no cayó inmediatamente, cinco años después, Uruguay volvió a la democracia.
El ejemplo de Filipinas en 1986, donde la oposición liderada por Corazón Aquino logró movilizar a la población para defender su voto ante un supuesto fraude electoral de Ferdinand Marcos, demuestra que es posible que las elecciones y la presión ciudadana derroquen a un dictador.
En Chile, el plebiscito de 1988 que rechazó la continuidad de Pinochet también ofrece lecciones sobre la importancia de la movilización ciudadana y la presión internacional para asegurar una transición democrática.
Situación en Venezuela y su impacto en Cuba
La líder de la oposición venezolana, María Corina Machado, apuesta por la vía electoral, pese a que en 2017 negó la posibilidad de éxito bajo el control del Consejo Nacional Electoral por parte del régimen. En 2018, la oposición llamó a la abstención, resultando en un alto índice de abstención sin lograr la salida de Maduro.
Ahora, tras evaluar que la peor forma es no hacer nada, la oposición ha vuelto a confiar en un Consejo Nacional Electoral (CNE) en manos de Maduro, que también tiene el apoyo de los militares y han apostado por la movilización ciudadana. La estrategia incluye permanecer en los centros de votación hasta obtener resultados, lo que muestra una organización y determinación inéditas.
El proceso de transición no termina con la victoria en las urnas. La verdadera prueba es el traspaso efectivo de poder, que puede enfrentarse a desafíos significativos. En el caso de Venezuela, la preocupación se centra en qué pasará entre las elecciones y la entrega del poder, que constitucionalmente no debe ocurrir hasta enero de 2025.
Para Cuba el proceso electoral en Venezuela tiene grandes impactos. Por un lado, está la alta cúpula castrista que hará todo lo posible desde la Isla y en el territorio venezolano con sus agentes para garantizar que Maduro siga en el poder a cualquier costo.
Para el pueblo cubano, una victoria por la vía democrática de la oposición significaría que existe un camino no violento para sacar a los comunistas del poder que se han adueñado de la Isla por más de 65 años.
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