En Marsella, la basílica de Nuestra Señora de la Garde, que los marselleses prefieren llamar "la Buena Madre", es visitada desde hace años —y cada vez más— por familias marsellesas del otro lado del Mediterráneo, pero para quienes la ascensión hacia la Buena Madre es “sagrada” y portadora de esperanza. Esta es una de las causas del fenómeno actual, que cada año hace que varios centenares de musulmanes se conviertan al cristianismo y soliciten el bautismo.
Es el caso de Chaïnez, de 16 años, que sufriendo de una profunda depresión es llevada por su madre musulmana a la basílica de Nuestra Señora de la Garde en Marsella, donde a los musulmanes les gusta encender velas.
Frente a una estatua de la Virgen y el Niño, Chaïnez sintió una transformación interior: “fue como si me quitaran un peso de encima. Nunca había sentido tanta felicidad”, confiesa a la revista Le Figaro.
Esta experiencia la lleva a buscar respuestas en la Biblia y, después de doce años de búsqueda espiritual, es bautizada en la Pascua de 2023. Su conversión provoca el rechazo de su familia y se ve obligada a vivir su fe en secreto.
“Cuando una amiga musulmana vio mi cruz, casi sale corriendo”, dice Chaïnez.
Nos corresponde a nosotros, los católicos, acoger en la Iglesia a estos valientes conversos que se atrevieron a dar el paso.
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