Robert Fastiggi, profesor de Teología en el Seminario Mayor del Sagrado Corazón de Detroit (Estados Unidos) y expresidente de la Sociedad Mariológica de América, responde aquí a la pregunta “Si María es tan importante, ¿por qué la Biblia habla tan poco de Ella?”.
R: La importancia de María no se mide por el número de citas bíblicas, sino por su papel central en la revelación bíblica. En su encíclica de 1987, Redemptoris Mater ("Madre del Redentor"), san Juan Pablo II destaca "el misterio de esta mujer” que, desde los primeros capítulos del libro del Génesis hasta el libro del Apocalipsis, acompaña la revelación del plan salvífico de Dios para la humanidad. Asimismo, en su carta apostólica de 1988, Mulieris dignitatem, sobre la dignidad y vocación de la mujer, Juan Pablo II señala que la Encarnación "constituye el punto culminante y definitivo de la autorrevelación de Dios a la humanidad” y que “una mujer está al centro de este evento salvífico".
María, la madre del Verbo encarnado, es esencial para el plan de salvación de Dios porque Jesús es la culminación de la historia de la salvación.
Los Padres de la Iglesia encontraron muchas prefiguraciones de María en el Antiguo Testamento. Vieron en Ella a la mujer en conflicto con la serpiente (Gén 3, 15), la “nueva Eva” que será “la madre de todos los vivientes” (Gén 3, 20), “la hija de Sion” (Zac 2, 14) y “el arca de la alianza” (Ex 40; cf. Ap 11, 19). En 2 Samuel 6, 9, David dice: "¿Cómo puede venir a mí el arca del Señor?". De manera muy similar, en Lucas 1, 43, Isabel exclama: "¿De dónde a mí tanto bien que venga a verme la madre de mi Señor?". David danza de alegría ante el arca del Señor (2 Sam 6, 14-15), igual que Juan Bautista salta en el seno de santa Isabel ante la visita de María, que lleva en su seno al Niño Jesús (Lc 1, 41).
En el Nuevo Testamento, María ocupa un lugar central porque es la madre de Cristo, el redentor. San Pablo alude a María en Gálatas 4, 4-5 y los cuatro evangelios hablan de Ella. María es presentada como la Virgen madre del Emmanuel (Mt 1, 22-23) que huyó a Egipto con Jesús y José (Mt 2, 13-21). En el evangelio de Lucas, María tiene un papel fundamental durante la Anunciación (1, 26-38) así como en la Visitación (1, 39-45). En Lucas, reza el Magníficat (1, 46-56), da a luz a Jesús (2, 1-7), lo presenta al Templo (2, 22-38) y luego lo encuentra en el Templo, predicando entre los doctores de la ley (2, 41-52).
En el Evangelio de Juan, María se dirige a Jesús en las bodas de Caná para que realice su primer milagro (2, 1-12); también está presente al pie de la cruz donde Nuestro Señor la entrega como madre a Juan y, por extensión, a todos los cristianos (19, 25-27). María está con los Apóstoles en el Cenáculo, orando por la venida del Espíritu Santo en Pentecostés (Hch 1, 14). En Apocalipsis 12, se ve a María como la mujer vestida del sol, a punto de dar a luz. La mujer es combatida por el dragón que quiere devorar a su hijo.
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