La alegría por lo que sería un cambio político en Venezuela se desvaneció para un grupo de ciudadanos luego de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció los resultados de la elección presidencial, el 28 de julio. Tristeza, frustración y rabia sintió una joven que sueña con un país distinto y no quiere emigrar; otra venezolana en Perú casi estaba empacando maletas para volver a su tierra y una abuela se quedó en Brasil desilusionada. Estas son sus historias

Por #VenezuelaVota y #LaHoraDeVenezuela

Marlene se miró al espejo, tomó su labial, pintó sus labios y sonrió. Estaba contenta. Ese día cumplía 20 años y votaba por primera vez en una elección presidencial. “Confiaba en que celebraría doble, pero no fue así”, dice con desilusión, al recordar que muy pronto esa sonrisa se desdibujó. 

La joven vive en la ciudad de Charallave, en los Valles del Tuy, estado Miranda. Cursa quinto semestre de Comunicación Social en una universidad en Caracas, porque se visualiza narrando noticias en un canal de televisión. 

El 28 de julio, acordó reunirse en su casa con varios amigos en horas del mediodía, después de votar. Habían planificado almorzar juntos; sin embargo, ese plan no se concretó, porque la cumpleañera salió del centro electoral a las tres de la tarde.  

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“No me importó pasar seis horas en cola, porque quería expresarme. Además, hice amistad con otros jóvenes que, al igual que yo, sueñan con un país distinto, lleno de oportunidades. Ese día el ambiente era de camaradería, casi todos teníamos el mismo objetivo”, señaló a El Pitazo el 18 de agosto.

Marlene recuerda que brindó con su familia en la noche, tanto por su cumpleaños como por los resultados electorales que comenzaron a difundirse a través de los videos grabados a las afueras de los centros. Pero esa alegría se tiñó de tristeza cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) ofreció el primer boletín.

“Sentí un bajón emocional. Era como una especie de despecho que acabó con mis esperanzas de seguir en este país. Lloré junto a mis padres y hermanos, porque fue un shock para todos”, recuerda. 


No me importó pasar seis horas en cola, porque quería expresarme. Además, hice amistad con otros jóvenes que, al igual que yo, sueñan con un país distinto, lleno de oportunidades. Ese día el ambiente era de camaradería, casi todos teníamos el mismo objetivo

Marlene (votante por primera vez)

Los días posteriores fueron para Marlene una vorágine de sentimientos. El 30 de julio acudió a una concentración de opositores en Charallave con la bandera de Venezuela en mano. Estaba ilusionada de nuevo. “Yo me sentía una heroína; el ambiente era supercontagioso; la alegría me volvió al cuerpo, pero, otra vez, fue por poco tiempo”, destaca.

Al día siguiente, Marlene sintió miedo cuando comenzaron los operativos policiales y militares en busca de opositores. “Aquí todos nos conocemos y cualquiera te denuncia. Por prevención me encerré en mi casa por cuatro días, pero la represión continúa y el pavor que sentimos es terrible, tanto así que ahora me da miedo ser periodista”, confiesa la estudiante, a propósito de que al menos seis profesionales de la comunicación fueron detenidos después del 28 de julio.

Su estado de ánimo varía con los días. A veces amanece triste y opta por hacer ejercicios y yoga para drenar; en otros momentos, revive su esperanza de que vivirá en un país distinto, donde logre concretar sus sueños de superación y estar detrás de una pantalla de televisión. 

“Me veía haciendo maletas”

Crisol Tejada fue tajante: “Me sentí tan despechada como cuando me divorcié”. Y a su vez agrega: “Tenía la ilusión de volver a mi país, pero todavía no es la hora”.

Tiene 39 años y vive con su hijo de 8 años en Ciudad de Lima, Perú. No votó el 28 de julio, pero animó a su familia, que aún vive en Valencia, estado Carabobo. Les prometió que regresaría a casa si cambiaba el Gobierno, pero los resultados electorales ofrecidos por el CNE la desilusionaron al igual que a Marlene.  

“Tengo cinco años trabajando como peluquera en Perú, pero no hay nada como estar en su tierra, en su casa, con los suyos. Es triste pasar la Navidad lejos de la familia y en mi corazón siempre aguardo la esperanza de volver”, dice con nostalgia vía telefónica.


De inmediato pensé que, si el oficialismo había perdido en un centro que era bastión de la revolución, fue porque perdió en todo el país

Crisol Tejada, venezolana en Perú

El 28 de julio, Crisol atendió a dos clientas y luego se fue a casa. Estaba ansiosa y preocupada a la vez. “Eran sentimientos encontrados que traté de apaciguar haciendo los oficios del hogar”, recuerda.

Ese día llamó a casa de sus padres al menos cuatro veces. “Ese contacto me hizo sentir que estaba en Venezuela; cerca de mi gente. Ellos me contagiaban de alegría y yo me veía haciendo maletas”.

A las 10:00 pm la hermana de Crisol la llamó para contarle que en el centro de votación donde trabajó como testigo electoral “Edmundo González Urrutia le dio un revolcón a Nicolás Maduro”. En esa escuela la oposición no había ganado en los últimos 25 años y en esta oportunidad alcanzó 58 % de los votos.

“De inmediato pensé que, si el oficialismo había perdido en un centro que era bastión de la revolución, fue porque perdió en todo el país”. Pero esa afirmación se desvaneció horas después y con ella la esperanza de Crisol de regresar a su país antes de Navidad. 

Un viaje que suponía esperanza

Miriam y su familia viajaron de Lima, Perú, a Río Grande Do Sul, el estado más meridional de Brasil. A bordo de varios autobuses, recorrieron una distancia de 4.279,5 km por carretera, durante una semana, para llegar a la ciudad de Caxias do Sul, en la Región de la Sierra. 

Daniel, el yerno de Miriam, iba al reencuentro con sus tíos, que emigraron en 2020 desde San Félix, estado Bolívar, al sur de Venezuela, y aún seguían en Brasil. Llevaba consigo a Francia, su esposa, y a Mía, su hija de 5 años. 

“No pudimos seguir en Perú, luego de 6 años. Nunca logramos los permisos legales para estadía y trabajo”, aseguró Daniel a El Pitazo


Hermana, la emoción se me volvió sal y agua ( …) pura lágrima es lo que me sale del alma. No encuentro consuelo y menos ahora que lo que escucho es que Maduro metió preso desde niños hasta ancianos, con tal de no entregar el poder

Miriam, venezolana en Brasil

El viaje a Caxias do Sul suponía una esperanza para Miriam, una madre-abuela de 68 años con tres hijos y 4 nietos aún en su país natal. Creía que al ganar Edmundo González ella estaría a un paso más cerca de su anhelado estado Bolívar y su amada Venezuela. Había pisado suelo brasileño el 23 de julio, 5 días antes de la elección presidencial.

“Hermana, la emoción se me volvió sal y agua (…) pura lágrima es lo que me sale del alma. No encuentro consuelo y menos ahora que lo que escucho es que Maduro metió preso desde niños hasta ancianos con tal de no entregar el poder”, le escribió Miriam a Josefina en un mensaje de WhatsApp, dos días después de los comicios. 

Cárcel, llanto y miedo es lo que ronda en la cabeza de Miriam. “Seguirá creciendo mi exilio. Quién sabe hasta cuándo”, dice desilusionada. 

Esperar hasta el final…

Sobre el cambio emocional que experimentó parte de la población después del 28 de julio, la psicóloga Yorelis Acosta indicó que aun cuando en toda contienda hay dos escenarios posibles, la ciudadanía quedó sorprendida con los resultados, ya que estaba muy entusiasma. Ahora, la incertidumbre gana terreno con el llamado de esperar hasta el final. 

“En ese contexto es difícil manejar la incertidumbre y se puede quebrar a la gente emocionalmente cuando no se le ofrece una información precisa. La otra manera de quebrarla es destruir un concepto muy importante que es el del espacio seguro y ello se refleja cuando vemos videos donde se llevan detenidas a personas, arbitrariamente, de sus viviendas”, señaló a El Pitazo, el 20 de agosto.

Acosta considera importante recuperar el ánimo y proteger las casas para que se conviertan en espacios internos para el encuentro, el silencio, el descanso y el compartir familiar. 

“Otra de las cosas que nos pueden ayudar a sentirnos mejor es preguntarnos sobre qué cosas tenemos control y sobre cuáles no. No sabemos cuándo es el final. Nosotros votamos, ahora los políticos hacen su trabajo y debemos enfocarnos en lo que podemos controlar: nuestra vida, nuestro tiempo, la rutina, los pensamientos y las emociones”, destacó. 

En opinión de Acosta en este momento hay que hacer el esfuerzo de no consumir información basura, no estar en grupos tóxicos y no anticiparse en negativo. 

“Hay que quitarle espacio a la desesperación, a la ansiedad y a la tristeza. ¿Cómo lo hago? Escribo, pienso en lo que tengo que hacer, trabajo enfocado, descanso, reviso mis planes, soy prudente y hago una pausa para estar bien informado, pero no lo hago al revés”, explicó.

Ante la angustia y la frustración que arropa a muchas personas en la actualidad, Acosta las invitó a potenciar la perseverancia, la solidaridad, la justicia y el amor hacia la familia y el país. 

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