Cinco piscinas del santuario de Lourdes reabrieron sus puertas en agosto, con motivo de la gran Peregrinación Nacional de la Asunción (del 12 al 16 de agosto de 2024). Una decisión importante para el santuario porque la inmersión en las aguas de Lourdes es un momento imprescindible de la peregrinación.
Hasta 2020, casi 400,000 peregrinos pudieron sumergirse por completo en los baños cada año; pero, tras la pandemia de covid 19, todas las piscinas cerraron por precauciones obvias. Prevista para finales de 2024, la reapertura de las piscinas se ha adelantado unos meses. De las 18 fuentes, solo cinco se abrieron para la Peregrinación Nacional de la Asunción, cuando unos 20,000 peregrinos acudieron a la Misa del 15 de agosto.
Desde hacía casi 4 años, la inmersión en los baños había sido sustituida por el “gesto del agua”. Los peregrinos pudieron continuar yendo a los edificios de las piscinas, pero solo para lavarse las manos, la cara o incluso beber el agua del manantial. Esta reapertura “era realmente esperada por la mayoría de los peregrinos. Es un poco la firma de Lourdes. Es el único santuario en el mundo —creo— que ofrece esta posibilidad de bañarse en el agua milagrosa del santuario”, dijo a RCF el P. Sébastien Antoni, asuncionista y director de la Peregrinación Nacional de Lourdes.
Sumergirse en las piscinas de Lourdes “significa también redescubrir un acercamiento ligado al propio bautismo. Nos sumergimos en agua y salimos lavados y purificados”, explica el director de la Peregrinación Nacional de Lourdes. Durante su novena aparición, el 25 de febrero de 1858, la Virgen María le dijo a santa Bernardita: “Ve a beber del manantial”. “Solo encontré un poco de agua turbia —informó Bernardita—. Al cuarto intento, pude beber”.
Aunque el agua de Lourdes, que es completamente potable, no tiene propiedades terapéuticas, se le atribuyen numerosos milagros. “Esta agua no tendría virtud sin fe”, declaró santa Bernardita.
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