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Investigadores de la Universidad de California (Estados Unidos) revelaron que las personas que experimentan dificultades para dormir o sufren de somnolencia durante el día presentan signos de deterioro cerebral acelerado, equivalente a casi tres años adicionales de envejecimiento.

De acuerdo con las evaluaciones, realizadas a través de imágenes cerebrales, los especialistas demostraron cómo la conexión entre la calidad del sueño durante la mediana edad impacta en el envejecimiento cerebral. 

La investigación, publicada en la revista Neurology el 23 de octubre, involucró a 589 participantes con una edad promedio de 40 años. Todos fueron sometidos durante 15 años a distintas pruebas que incluyeron formularios y análisis cerebrales. 

Los análisis tenían como objetivo evaluar los hábitos de sueño de las personas. Las exploraciones para observar los cambios en el cerebro utilizaron modelos de aprendizaje automático, para calcular la edad cerebral de cada individuo. 

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“Nuestros hallazgos subrayan la importancia de atender los problemas de sueño a una edad temprana para preservar la salud cerebral en el tiempo”, señaló Kristine Yaffe, coautora del estudio.

¿Cómo afectan los problemas de sueño al cerebro?
Foto: Freepik

El sistema se basa en el tamaño cerebral, el grado de encogimiento y otros indicadores observados en las imágenes que permitieron detectar los cambios producidos por las deficiencias del sueño.

Resultados de la investigación

Los investigadores determinaron que tomaron en cuenta algunos factores como la edad, el género, la presión arterial y la diabetes. No obstante, lo que más impactó en el envejecimiento cerebral eran los problemas de sueño de los participantes. 

Los individuos analizados con dos o tres dificultades para dormir tenían una edad cerebral 1,6 años mayor en promedio, mientras que quienes presentaban más de tres problemas tenían una edad cerebral 2,6 años mayor en comparación con quienes no reportaban dificultades para dormir.

Entre los problemas de sueño asociados con un mayor deterioro cerebral, la investigación determinó la dificultad para conciliar el sueño, los despertares frecuentes durante la noche, o muy tempranos y la somnolencia diurna. 

Los efectos en la edad cerebral se intensificaron en los participantes cuando las dificultades para dormir persistían durante cinco años o más.

Un estudio identificó cambios tempranos en el cerebro que podrían anticipar el riesgo de alzhéimer
Foto: Freepik

De acuerdo con el estudio, el hallazgo que comprobó la relación entre el mal dormir y el envejecimiento cerebral servirá para desarrollar tratamientos preventivos. Incluso, resaltaron que enfermedades neurodegenerativas podrían evitarse si se mejora la calidad del sueño en personas de edad media.

Otros estudios sobre la calidad del sueño

Un estudio de la Universidad Estatal de Pensilvania (EE UU), publicado en la revista Psychosomatic Medicine en marzo, reveló que las personas que no tienen buenos hábitos del sueño tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades crónicas.

La investigación analizó el comportamiento de sueño de 3.600 personas de mediana edad en Estados Unidos, específicamente cuánto tiempo dormían, si estaban satisfechos con su sueño, su estado de alerta diurno y sus afecciones de salud crónicas.

A través de la investigación se pudo determinar que más de la mitad de los participantes fueron identificados como durmientes con insomnio, ya que luchaban por quedarse dormidos y luego dormían solo un poco. 

Esta condición se asoció con una probabilidad mayor de desarrollar enfermedades cardíacas, diabetes, depresión y otras afecciones crónicas.

En otra investigación, científicos de la Universidad de Uppsala (Suecia) revelaron que las personas que duermen menos de seis horas diarias tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes tipo 2.

Los investigadores suecos determinaron que quienes habitualmente dormían cinco horas por noche tenían un 16 % más de probabilidades de desarrollar la enfermedad, en comparación con quienes dormían entre 7 y 8 horas en las noches.

“La alta prevalencia de personas con una duración corta del sueño puede contribuir al aumento global proyectado de la prevalencia de diabetes tipo 2”, se indicó en la publicación.