Si Villarruel pensaba en su propia agenda, logró hacerle un favor a Milei
La vicepresidente homenajeó a la viuda de Perón y comenzaron las especulaciones con respecto a sus intenciones. Sin embargo, todo le conviene a La Libertad Avanza.
En el Día de la Lealtad Peronista, Victoria Villarruel decidió homenajear a María Estela Martínez, viuda de Perón. Martínez asumió como vicepresidente en 1974, y luego, tras la muerte de Perón, se convirtió en presidente hasta ser derrocada en 1976 por la dictadura encabezada por Jorge Rafael Videla. Tras pasar un tiempo detenida, se instaló en España, donde vive desde entonces. Aunque ha visitado excepcionalmente a la Argentina en alguna oportunidad (la última fue en 1994), nunca regresó a vivir en el país. De la misma forma, las eventualidades judiciales vinculadas a la represión ilegal en su mandato —que no comenzaron con el Proceso de Reorganización Nacional, sino durante su gobierno— aún pesan sobre ella.
Desde sus redes sociales, Villarruel compartió unas fotos con “Isabelita” y un video en el que reivindica su gestión y su accionar ante las organizaciones subversivas. Como era de esperar, todo esto abrió una serie de especulaciones sobre la intencionalidad de la vicepresidente. ¿Busca rendirle homenaje a la primera exmandataria en vida, a sus 93 años, ya que fue sometida al olvido durante las últimas décadas o todo se trata de una movida política propia, como para ganarse un lugar en la interna peronista?
En primer lugar, puede que exista alguna cuestión identificatoria entre ellas, además del género: ambas llegaron a la vicepresidencia, casi por casualidad, por la decisión de un candidato a presidente que decidió ponerlas allí. Es evidente que ninguna de las dos podía haberse catapultado a semejante lugar por peso propio, no porque Villarruel carezca de mérito personal o inteligencia, sino porque los votos los puso su compañero de fórmula. En soledad, la vicepresidente seguramente no hubiera superado las primarias, como suele suceder con las expresiones políticas similares a lo que ella representa.
Sin embargo, ¿cómo ambas pudieron convertirse en vicepresidente del país, más allá de la carambola? En el caso de Juan Domingo Perón, la elección se trató de una necesidad. Llegó al poder encorsetado por la interna de la izquierda y la derecha de su espacio político, por lo tanto, su esposa era una posibilidad de posponer un desenlace que luego fue tan inevitable como sangriento. Por su parte, el actual mandatario priorizó la lealtad para con su compañera de lista en 2021, con quien compartió el Congreso en aquellos años, aunque hoy muchos consideran que ella no estaría pagando con la misma moneda.
- Lea también: Argentina da otro paso importante en la recuperación del federalismo real
- Lea también: Con Alberto Fernández cayó el peronismo, el kirchnerismo y también el feminismo
En el caso que los “malpensados” tengan razón y que no haya habido un honesto homenaje, sino una jugada de posicionamiento político, lo cierto es que Villarruel no habría hecho otra cosa que colaborar con el presidente que la puso allí en el Senado.
Para la opinión pública en general, la discusión peronista de la segunda mitad de los setenta no reviste la más mínima importancia. Los nuevos votantes que ingresan al padrón electoral, que prefieren en su mayoría a Javier Milei, no tienen ni la más pálida idea sobre quién era Isabel. Mientras tanto, quienes andamos en los cuarenta ya vemos todo esto como una cuestión de libros de historia, por no decir de arqueología. Esto no es para restarle importancia a la historia, sino para señalar el escaso impacto que tal encuentro parece tener en el escenario político actual.
Si se trató de un acto de posicionamiento, en el único lugar donde Villarruel se ubica es en un sector de la interna peronista y no precisamente cerca del espacio de varios gobernadores que comprendieron la necesidad de respaldar el proceso transformador que ocurre por estos días, sino en el lado de la discusión de figuras como Guillermo Moreno y los kirchneristas, quienes no tienen nada que aportar al oficialismo por default. Es el espacio de debate de los herederos de la Triple A y los Montoneros, cuya única coincidencia es su nula colaboración con el proceso de reformas en curso.
Si Villarruel decide proyectarse allí, paradójicamente, le está haciendo un favor al hombre que la hizo diputada y vicepresidente. Una retribución apropiada en el marco del “día de la lealtad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario