“Un caballero en Moscú”: un vistazo a la historia soviética
Basada en la novela de Amor Towles de 2016, esta serie narra la profunda transición de Rusia del Imperio Ruso a la URSS, mientras el mundo exterior se ve remodelado por la revolución, el terror y el ascenso del régimen soviético
En la serie de Paramount Plus “Un caballero en Moscú”, seguimos la vida del conde Alexander Ilich Rostov, un antiguo miembro de la aristocracia rusa, que se encuentra confinado entre los muros del Hotel Metropol en el centro de Moscú mientras el mundo exterior se ve reconfigurado por la revolución, el terror y el surgimiento del régimen soviético.
Basada en la novela de Amor Towles de 2016, la serie ofrece algo más que entretenimiento: es una representación histórica de la transformación de Rusia del Imperio Ruso a la URSS.
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He aquí algunos momentos clave de la serie que me han llamado la atención.
Advertencia: Spoilers por delante.
1) Revolución: “Todo lo viejo debe ser eliminado”
Uno de los primeros temas de la serie es el empeño de la Revolución por borrar el viejo orden. Mientras Alexander observa cómo se desmorona el mundo que una vez conoció, vemos cómo la Revolución pretendía eliminar todos los restos de la aristocracia, desde su riqueza hasta su forma de vida.
Los bolcheviques pretendían reconstruir Rusia desde los cimientos, borrando cualquier rastro del régimen zarista. Un momento especialmente absurdo pone esto de manifiesto: cuando un camarero, arrastrado por el fervor revolucionario, informó de que a Alejandro le gustaban determinados tipos de vino. En respuesta, el régimen ordenó que se retiraran todas las etiquetas de vino, de modo que las botellas no pudieran distinguirse más allá de «tinto» o «blanco». Disfrutar del buen vino se convirtió en un crimen de Estado.
2) La ilusión del socialismo
A medida que avanza la serie, los personajes van comprendiendo la cruda realidad del socialismo de Lenin y Stalin. Lo que comenzó como una visión de igualdad y justicia se convirtió rápidamente en represión, corrupción y sufrimiento. A través de los ojos de Alexander, vemos la desilusión entre los que una vez creyeron en las promesas de la Revolución.
Dos personajes destacan en esta evolución: Mijail Fiodorovich Mindich (Mishka) y Nina Kulikova.
Mishka, amigo íntimo de Alexander y quizá la única persona que lo conoció antes de su confinamiento en el Metropol, desempeñó un papel decisivo en las primeras fases de la Revolución bolchevique. Sin embargo, con el tiempo se enfada por la realidad que permitió. En una escena, le confiesa a Alexander: «Pensábamos que estábamos construyendo una utopía, pero hemos construido una prisión». Esta trágica constatación resume que la búsqueda de la igualdad se hace a costa de la libertad.
Nina es presentada como una joven que siente curiosidad por las reglas aristocráticas y se hace amiga de Alexander. Sin embargo, a medida que crece, esa curiosidad se desvanece y se convierte en una leal miembro del Partido Comunista. Se une a un comité de planificación agrícola y viaja a Ivanovo para ayudar en la colectivización, pero cuando es testigo de la hambruna masiva resultante, su ingenuidad se hace añicos.
3) El Holodomor
La serie aborda la devastadora hambruna que asoló Ucrania y otras partes de la URSS bajo el régimen de Stalin. Ucrania, antaño conocida como «el granero de Europa», fue explotada por su grano. La serie hace referencia a esta tragedia en conversaciones sobre la escasez y el racionamiento. Puede leer más sobre este episodio de la historia aquí.
En el Hotel, Alexander no puede creer los rumores de hambruna, ya que la comida y el pan abundan durante las cenas allí. Este contraste pone de relieve un elemento central del Holodomor: la verdad era a menudo ocultada, incluso por los periodistas. Cuando Alexander intenta denunciar la hambruna a una periodista estadounidense, ella le aconseja que guarde silencio. Ya hemos escrito sobre este tema en FEE aquí y aquí.
El Holodomor sigue siendo uno de los capítulos más oscuros de la historia soviética: una hambruna provocada por el hombre que se cobró la vida de millones de personas.
4) El control cultural de Stalin
Una de las subtramas más intrigantes de la serie es la de Anna Urbanova, que más tarde se convertirá en pareja de Alexander. Anna, una actriz que inicialmente goza de un alto estatus entre las poderosas filas de la Revolución, comienza a perder su posición a medida que envejece. El régimen busca talentos más jóvenes y menos francos. Esto ilustra perfectamente cómo la censura en los regímenes socialistas se extiende más allá de la política, a las esferas cultural y artística.
Otro gran artículo de FEE sobre la cultura de la cancelación en la vida real en la Unión Soviética se puede encontrar en este artículo de Larry Read: «How Stalin Canceled “Hamlet” in the Soviet Union-and What It Can Teach Us about Cancel Culture». (Cómo Stalin canceló ‘Hamlet’ en la Unión Soviética y qué nos puede enseñar sobre la cultura de la cancelación).
5) La paranoia de la vida soviética
A medida que Alexander navega por la vida del hotel, se da cuenta de la paranoia de la sociedad soviética. El régimen se nutre de la sospecha, y la gente se apresura a denunciarse unos a otros a la policía secreta. Esta atmósfera de desconfianza es palpable, con la gente mirando constantemente por encima del hombro, temiendo la traición.
Esta atmósfera existía sobre todo porque traicionar a alguien a menudo significaba ascender dentro del régimen. ¿Recuerdas al camarero que denunció la pasión de Alejandro por el buen vino? Con los años, su servilismo le valió el puesto de director del hotel. La serie retrata brillantemente cómo la vigilancia del KGB y la cultura del miedo asfixiaban a los ciudadanos soviéticos.
Conclusión
No hace falta decir que me lo pasé muy bien viendo Un caballero en Moscú. Y lo que es más importante, me impresionaron sus ricas lecciones históricas. La recomiendo encarecidamente, no sólo por su valor como entretenimiento, sino por el contexto histórico. Y, como suele ocurrir, el libro podría ser incluso mejor que la adaptación televisiva, así que lo añadiré a mi lista de lecturas.
Este artículo apareció originalmente en la Fundación para la Educación Económica.
Daphne Posadas es Senior Manager de Comunicaciones Digitales en FEE.
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