Y se armó la de San Quintín, por María García de Fleury
María García de Fleury 800 NOTICIAS
La frase se armó la de San Quintín es muy conocida popularmente para describir un gran pleito o discusión. Lo interesante es saber que Quintín sí fue un personaje real y vivió en la antigua Roma. Su fiesta se celebra el 31 de octubre. Era hijo de un senador romano que se convirtió al cristianismo. Formó parte de la expedición de misioneros que el Papa envió a evangelizar a Francia. Dirigido por San Luciano llegó a la ciudad de Amiens en Francia que ya había sido evangelizada por San Fermín y donde había un nutrido grupo de cristianos que lo ayudaron a extender la religión con gran entusiasmo. Lo que hizo que la ciudad de Amiens tuviera una de las iglesias locales más fervorosas del país.
Quintín había recibido de Dios el don de la sanación y al imponer las manos lograba curar ciegos, hacer hablar a los mudos, levantar a los paralíticos y muchos enfermos se sanaban. Había recibido también de Nuestro Señor un poder especial para alejar a los malos espíritus y eran muchas las personas que se veían libres de los ataques del diablo al recibir la bendición. Esto atraía más y más fieles a la religión católica. Los templos paganos empezaron a quedar vacíos. Los sacerdotes de los ídolos ya no tenían oficio porque los templos de los seguidores de Jesucristo se llenaban cada vez más y más. Los sacerdotes paganos se quejaron ante el gobernador diciéndole que la religión de los dioses de Roma se iba a quedar sin seguidores si Quintín seguía predicando y haciendo prodigios.
El gobernador, que conocía a la noble familia de Quintín, lo llamó y le echó en cara, tú como hijo de tan famoso senador, si te dedicas a propagar la religión de una persona crucificada, eso es deshonroso, propio de delincuentes y de cobardes. Quintín con gran tranquilidad le respondió, ese sacrificado ya ha resucitado, ahora es el rey y señor del cielo y la tierra y por lo tanto para mí es un honor mucho más grande ser seguidor de Jesucristo que ser hijo de un senador romano. Esto enfureció al gobernador y lo mandó a azotar y encerrar en un calabozo amarrado con fuertes cadenas. Dicen que por la noche un ángel lo sanó de su herida, lo libró de sus cadenas y le abrió las puertas de la cárcel. Ya sin cadenas Quintín se encontró libre en la calle y al día siguiente estaba de nuevo predicando a la gente, repitiendo las palabras de San Pablo en su primera carta a los corintios, hay de mí si no evangelizo.
Lo atraparon de nuevo y a pesar de las torturas Quintín fue invencible porque nunca negó su fe. El gobernador entonces lo mandó a matar, arrojaron su cuerpo en el río pero un grupo de cristianos los rescató y hoy estos huesos se conservan en la basílica de la ciudad que lleva su nombre Quintín.
Popularmente se dice se armó la de San Quintín porque a mediados del siglo XVI los reyes de Francia y de España se enfrentaron en una batalla en la localidad que lleva el nombre de San Quintín en el condado de Vermont. La victoria la obtuvieron los españoles pero tal fue la violencia y la crudeza de la batalla que el nombre de Quintín se inmortalizó con una frase alusiva al sangriento episodio aquí se armó la de San Quintín.
A San Quintín amigos después de más de 1.700 años de muerto lo seguimos recordando como un hombre que llevó la palabra de Dios a todas partes que pudo que fue fiel firme en sus creencias un hombre valiente porque estaba convencido de que con Dios siempre ganamos.
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