Brasil desaprueba el fraude electoral en Venezuela: lo que le está diciendo entre líneas Lula a Maduro (a buen entendedor)
Desde que su intento de unirse a los Brics fue vetado por Brasil en la última cumbre del bloque comercial en Kazán, Rusia, la semana pasada, el gobierno de Venezuela ha lanzado una serie de provocaciones contra su vecino suramericano, incluida la llamada de vuelta de su embajador en Brasilia el miércoles.
Hasta ahora, sin embargo, el presidente venezolano Nicolás Maduro -que asistió a la cumbre la semana pasada- no se ha pronunciado directamente contra su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que no pudo asistir por una reciente lesión, y envió en su lugar a su ministro de Exteriores, Mauro Vieira.
“Prefiero esperar a que Lula, una vez que esté bien informado de los acontecimientos como jefe de Estado, diga lo que tenga que decir en su momento”, dijo Maduro el lunes. En cambio, arremetió contra el Ministerio de Exteriores de Brasil: “Siempre ha conspirado contra Venezuela. Es una cancillería estrechamente vinculada al Departamento de Estado de Estados Unidos, desde la época del golpe de Estado contra João Goulart”.
Antes de los comentarios de Maduro, el gobierno venezolano ya había emitido una declaración firmada por su Ministerio de Relaciones Exteriores, calificando la medida de Brasil como una “agresión inexplicable, que reproduce el odio y la intolerancia promovidos por los centros de poder occidentales”.
¿Por qué las relaciones entre Venezuela y Brasil se han complicado?
Formado inicialmente en 2006 por Brasil, Rusia, India y China, el Brics añadió a Suráfrica en 2011, creando un bloque comercial que une a algunas de las mayores economías emergentes del mundo.
En enero, Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Irán se unieron al bloque, que se percibe como un contrapeso a las economías occidentales, y que busca activamente expandirse. Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam se consideran “estados socios”, pero no miembros.
Frente a las crecientes sanciones de EE UU, Maduro ha presionado para que Venezuela ingrese en el grupo comercial, e incluso viajó a Kazán para la cumbre de los Brics y se reunió con el presidente ruso, Vladimir Putin, al margen de esa cita. También se dirigió a la sesión plenaria y dijo que los Brics podían contar con Venezuela y con las fuerzas revolucionarias.
A pesar de las muestras de afecto de Maduro hacia el bloque comercial, Brasil ha bloqueado de hecho su entrada hasta ahora. La decisión de Brasil se deriva de la preocupación por la falta de transparencia de Venezuela en sus elecciones presidenciales de julio, que vieron a Maduro reelegido en un resultado ampliamente cuestionado.
Brasil se aleja de la Venezuela de Maduro
Bajo administraciones anteriores, Brasil había evitado en su mayoría cuestionar los resultados de las elecciones venezolanas. El expresidente derechista de Brasil Jair Bolsonaro fue un crítico frecuente de Maduro, pero su administración no coincidió con una elección general en Venezuela.
Sin embargo, una vez que Maduro se negó a entregar las actas de votos para certificar los resultados electorales, Brasil se unió a Estados Unidos, la Unión Europea y países latinoamericanos y se negó a reconocer la reelección de Maduro.
El politólogo Paulo Velasco, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Estatal de Río de Janeiro, considera la exigencia de transparencia de Brasil como un punto de inflexión crítico en la relación entre las dos naciones.
Señala las presiones internas y externas que influyeron en el cambio. En el plano internacional, considera que la medida alinea más estrechamente a Brasil con Occidente. En el ámbito nacional, Velasco afirma que el gobierno de Lula está tratando de distanciarse de la crisis política de Venezuela antes de una posible reelección en 2026, al tiempo que señala a los votantes centristas de Brasil que su administración no aprueba el fraude electoral.
“Este gobierno se permite criticar sin teatralidad, sin cortar lazos ni romper relaciones, pero se permite una crítica más dura”, dijo Velasco a Brazil Reports.
“Es un guiño al centro político en Brasil. Lula sabe que para ganar en 2026, o para elegir a cualquier sucesor, necesitará el apoyo del centro”, agregó.
La disputa por la reciente elección de Venezuela se tensa aún más por lo que Brasil percibe como una violación de los acuerdos de Barbados por parte de Venezuela.
Firmados en octubre de 2023 por Maduro y los líderes de la oposición, los acuerdos establecen directrices para unas elecciones transparentes, con disposiciones sobre observadores internacionales, libertad de prensa y acceso justo a las candidaturas. Sin embargo, en marzo, el gobierno venezolano impidió la candidatura de la opositora Corina Yoris, lo que llevó al Ministerio de Asuntos Exteriores de Brasil a expresar preocupación por lo que consideraba un incumplimiento del acuerdo (Yoris sustituyó a la líder opositora María Corina Machado después de que esta fue inhabilitada por el gobierno venezolano).
“Brasil, al alinearse con los acuerdos de Barbados, se comprometió a seguir de cerca las elecciones venezolanas y, cuando surgieran problemas, no podía limitarse a mirar hacia otro lado, como podría haber ocurrido en el pasado”, explicó Velasco.
Lazos históricos entre ambas naciones
La reciente ruptura es notable también dados los lazos históricos entre los movimientos políticos de izquierda de Lula y Maduro.
“Hay una afinidad histórica entre el Partido de los Trabajadores y el chavismo, que se remonta a la década de 1990. Cuando Hugo Chávez fue elegido en 1998 y asumió el poder en 1999, hubo una simpatía natural del Partido de los Trabajadores y, a veces, lo que parecía ser una amistad personal entre Lula y Chávez, a pesar de sus diferencias”, dijo Velasco.
Durante los dos primeros mandatos de Lula (2003-2011) y la presidencia de Dilma Rousseff (2011-2016), Brasil fue un aliado clave para Venezuela en la región. Chávez, fallecido en 2013, ocupó el cargo entre 1999 y 2013, realizando enmiendas constitucionales y referendos que extendieron su mandato a 14 años, medidas a las que Brasil, alegando respeto a la soberanía nacional, nunca se opuso.
Pero las relaciones se deterioraron en 2018, cuando Brasil, entonces dirigido por el presidente conservador Michel Temer, se negó a aceptar la reelección de Maduro. La situación se tensó aún más bajo Jair Bolsonaro, el presidente de extrema derecha que asumió el cargo en 2019 y rápidamente reconoció al líder opositor venezolano Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela.
Cuando Lula regresó al poder el año pasado, surgieron esperanzas de una renovación de la camaradería previa de los países. Aunque Maduro no asistió a la toma de posesión de Lula en enero de 2023, visitó Brasil en mayo del año pasado, recibiendo todos los honores de Estado. Pero las relaciones no tardaron en agriarse.
Según Velasco, las irregularidades en las recientes elecciones de Venezuela son demasiado significativas para que incluso aliados de larga data como Brasil las pasen por alto. “En el pasado, las sospechas de fraude eran solo eso, sospechas. Ahora parece más consistente que hay un proceso electoral profundamente viciado”, dijo.
A pesar de la condena internacional y el distanciamiento de Brasil, Velasco cree que un cambio en el poder venezolano sigue siendo poco probable en un futuro próximo. Maduro conserva el apoyo de aliados clave como Rusia y China, y aunque la popularidad del chavismo entre los venezolanos ha decaído, cuenta con un sólido respaldo militar.
“Maduro se siente más seguro hoy que hace seis años, durante su primera reelección”, señaló Velasco.
“Cuenta con un mayor apoyo de Rusia y China y ha ganado nuevos aliados como Turquía e Irán. Esto le hace menos dependiente de Brasil o de sus vecinos suramericanos. El poder de Maduro no lo sostienen sus partidarios chavistas, que han menguado con el tiempo, sino los militares”, aseguró.
Acerca del futuro de las relaciones Brasil-Venezuela, Velasco ofreció una visión mesurada: “No creo que Brasil busque una ruptura diplomática, a menos que Venezuela persista en sus provocaciones. Para Brasil, esta postura es suficiente para transmitir el mensaje. No necesita ir más allá”.
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