Poderosa solidaridad: ellas usaron su talento para ayudar a víctimas en la tragedia de Cumanacoa
Una periodista, una educadora y una activista lograron, desde cada uno de sus espacios, activar mecanismos de ayuda cuando el desbordamiento de un río ocasionó seis muertos y 29 mil damnificados
Nayrobis Rodríguez – 25/11/24
Foto: Cortesía
Jessica se despertó a eso de las seis y media de la mañana ese martes 2 de julio. Como todos los días, lo primero que hizo al abrir los ojos fue tomar su teléfono móvil y ver las redes sociales. “¡¿Qué está pasando?!”, se dijo. La confusión y el miedo la invadieron en menos de cinco minutos.
La cantidad de videos que circulaban en grupos y estados de Whatsapp sobre las inundaciones en Cumanacoa, capital del municipio Montes en Sucre, al oeste de Venezuela, eran aterradores.
Pueblos y caseríos en los que el agua y el lodo arrasaban las calles por el desbordamiento del Río Manzanares, casas y escuelas destruidas, vehículos arrastrados por la corriente del río, hombres, mujeres y niños tratando de salvar sus vidas, con las pertenencias y enseres que lograron salvar a cuestas y con rostros de desolación ante la incertidumbre del desamparo.
Y es que desde las 2:00 a.m. de ese día, las fuertes lluvias ocasionadas por el paso del Huracán Beryl se prolongaron por más de cinco horas causando devastación: cifras oficiales apuntan a seis fallecidos, once mil familias damnificadas (29 mil personas) y 30 mil viviendas dañadas en pueblos y caseríos.
A primeras horas de la mañana Jessica Salinas, periodista de profesión y propietaria de una agencia de marketing digital, ya sabía que había que hacer algo. Hace cinco años empezó a hacer labor social junto con un grupo de amigos en una organización denominada Santa en las Calles, desde donde recolectaban alimentos, ropa, medicinas y juguetes para donar en navidades a niños en condición de pobreza.
En los últimos años la labor se extendió a otras temporadas debido a la cantidad de insumos que reciben. Cada año son más las personas que se suman aportando ropa, calzado y juguetes en buen estado, motivados por las actividades que realiza la organización y a los resultados que comparten en redes sociales a través de campañas informativas. Lo recopilado les sirve para hacer donativos a lo largo del año y ese día la reacción fue inmediata.
“Vi videos con personas con el charco hasta el cuello. Lo perdieron todo y necesitarían ayuda inmediata, aunque yo aún estaba tratando de procesar todo, de digerir todo”. A las 9:00 a.m. ya estaba en su oficina y decidió que debía activar al grupo de Santa en las Calles y revisar lo que tenían como insumos. Las noticias corrían, Cáritas de Venezuela hizo el primer llamado para solicitar apoyo y la necesidad urgente: agua potable.
Jessica empezó a masificar mensajes con solicitudes de ayuda. Se necesitaban alimentos, agua, medicina y ropa. Usó sus conocimientos en comunicación para llegar a más personas. Lo demás fueron días de trabajo intenso: solicitar ayuda en redes sociales, trasladar insumos a Cumanacoa, tratar de recolectar lo que se necesitaba con urgencia y sortear las restricciones que había para poder ingresar a la zona de desastre.
Llegar al pueblo la conmocionó. “No lloré en ese momento, pero me empecé a cargar como de esa emoción” dijo. “Llegamos a Barrio Blanco, el lugar por donde empezó a entrar el río al pueblo” comentó. Se trata de una comunidad asentada en las adyacencias de montañas y cercana a los ríos Manzanares y Brito.
Foto cortesía Noticias Todos Ahora.
“Esa gente estaba rota emocionalmente y rota literalmente, porque tenían heridas, las uñas levantadas. Gente con cortadas en el cuerpo. Eso emocionalmente es muy fuerte, me invadió una tristeza”, reflexionó.
Tras vivir ese primer día ayudando a las personas afectadas y motivada por el impacto que sintió en ese momento, hizo un video, que alcanzó más de dos millones de vistas solo en TikTok. Así terminó logrando un objetivo: sumar más personas a la causa y lograr donativos que le permitieron prolongar las ayudas.
“El objetivo del video no era culpar a nadie, era decir que a esas personas había que ayudarlas, que necesitaban que fuéramos más solidarios. Y eso llegó. Muchísimas personas transfirieron dinero y mandaron ayuda para yo poder ayudar. Y ahí entendí que de verdad la solidaridad es poderosísima”.
«Su instinto es más poderoso»
Mientras Jéssica ayudaba a las personas, , Osmary Villaroel, pensó en otros afectados: los animales. Como dueña de una tienda de insumos para mascotas que ha sido el sueño y el negocio familiar durante años en Cumaná, la mujer de 41 años decidió que ella también apoyaría desde lo que sabía: cuidar mascotas.
“Me involucré sin imaginar todo lo que implicaría la tragedia del municipio de Montes”. Osmary dijo sí, de inmediato, a la petición que le hicieron a través de una llamada telefónica ese martes en la mañana.
Eran personas que trabajaban con Misión Nevado y con quienes había colaborado anteriormente en el rescate y protección de mascotas. “Me llamaron para pedirme apoyo. Ellos iban a viajar inmediatamente para Cumanacoa a darle la ayuda que necesitaban perritos y gatitos. Les dije que vinieran lo más pronto a la tienda y se llevaran sacos de perrarina y gatarina, sin costo”.
Pero ella, educadora de profesión y quien abandonó las aulas ocho años atrás para dedicarse a su pasión, cuidar y proveer animales, sintió un “clic”:dar donativos de alimentos no era suficiente.
“¿Por qué no ser un centro de acopio? para los perritos y los gatitos que también son vulnerables y hasta los más olvidados pues sabemos la situación que viven las mascoticas en nuestro país”, pensó. y así fue. Hacer flyers y crear grupos de WhatsApp fue el mecanismo para difundir información y solicitar un apoyo que llegó de inmediato: personas decidieron sumar recursos económicos y comprar más alimentos y medicinas para las mascotas afectadas. “La primera semana recolectamos entre 60 y 80 kilos de alimentos. Mucha gente estaba pendiente de los perritos, así que ideamos hacer bolsitas con medio kilo de alimentos para dar a las familias con mascotas”.
Osmary complementó la coordinación de centros de acopio con viajes hasta Cumanacoa, a unos 30 minutos de Cumaná, no solo para trasladar insumos sino para ayudar en su distribución. Y para ver con sus ojos el pueblo donde están las raíces familiares de su padre y donde pasó parte de su infancia.
“Cuando llegué al pueblo no pude ni reconocer el sitio donde estuvo la casa de mi familia”, lamentó.
Mientras más historias tristes escuchaba sobre pérdidas de mascotas, más quería aportar para ayudar. “Un señor, que trató de rescatar a su perro, lamentablemente le cayó un paredón encima y él vio como el río se llevó a su perrito”, contó.
Pero también de situaciones en las que las mascotas tuvieron un papel fundamental en la supervivencia. “Conocí a una señora que dijo que su gato le salvó la vida al montarse en la cama mientras ella dormía. Su mascota la lamía y lloraba, era para advertirle que su casa se inundaba porque cuando despertó, el agua casi le llegaba hasta la superficie de la cama”. ¿Cómo no amar a esos animalitos de cuatro patas, si su instinto siente mucho más rápido que el nosotros?, fue la pregunta que dejó al aire.
Movida por el dolor
Para Bella Justiniani, coordinadora de la organización no gubernamental sin fines de lucro “Ni Una Más”, el camino a Cumanacoa no fue sencillo. Por redes sociales se enteró, como casi todos, de lo que ocurría en el municipio Montes.
Bella, una activista enfocada en la defensa de derechos de salud para mujeres gestantes y puérperas, y con una historia de pérdida de un bebé recién nacido que marcó su vida, esa mañana del 2 de julio al ver las imágenes de las inundaciones solo pudo pensar: “¿Qué pasará con las embarazadas? ¿Qué pasará con los recién nacidos y los bebés?”.
Las historias tristes comenzaron a llegar: mujeres embarazadas que perdieron todo, sin siquiera posibilidades de tener un cambio de ropa íntima.
Bebés cuyas madres desaparecieron con la corriente del río y no había insumos para alimentarlos, madres que recién dieron a luz y perdieron las cosas que tenían para atender a sus bebés.
Muchas de ellas en albergues improvisados en escuelas, porque sus casas fueron arrasadas por las corrientes de lodo. Un total de 8 mil viviendas sufrieron los embates de la inundación.
De inmediato, la activista comenzó a recolectar insumos: pañales, leche de fórmula, ropa para los bebés y sus madres, sábanas, toallas, medicinas.
Sin embargo, aunque inicialmente pudo acceder al pueblo sin complicaciones y llevar la ayuda, las restricciones fueron cada vez más porque los controles gubernamentales para el paso de ayuda por parte de organizaciones independientes a los damnificados representaron una traba para llegar con frecuencia al pueblo. Y también para obtener más testimonios que dieran cuenta de lo que ocurría con las mujeres embarazadas y con las que dieron a luz y pasaban penurias por causa de las inundaciones.
El 9 de julio, una semana después de ocurrida la tragedia, el mandatario Nicolás Maduro viajó hasta Cumanacoa. En medio de la campaña presidencial previa a las elecciones del 28 de julio, prometió la reconstrucción del pueblo y celeridad en la entrega de insumos y alimentos.
Poca es la información independiente que se ha podido recopilar en el municipio Montes. No obstante, Instituciones como Ipys Venezuela y el Sindicato de Trabajadores de la Prensa recopilaron datos sobre restricciones y amenazas a periodistas independientes que lograron acceder al pueblo.
Sin embargo, extraoficialmente se pudo saber, a través de habitantes de la localidad que prefirieron no ser identificados, que hasta la primera semana de octubre había protestas de habitantes por retrasos en la construcción de nuevas viviendas, que aún se ejecutaban trabajos de reparaciones en el hospital principal y que los cortes de electricidad eran frecuentes en la zona, también estaba en construcción un muro de contención en la zona de Barrio Blanco, paso frecuente del Río Manzanares y por donde frecuentemente inician las inundaciones.
A pesar de la pérdidas en vidas humanas y los daños materiales entre los que se incluye el 70% del sector comercial arrasado por las aguas, los habitantes del municipio intentan ponerlo en pie.
Tres meses después de la tragedia, en Cumanacoa ya no solicitan ayuda con insumos básicos, pero activistas como Jessica siguen enfocadas en seguir apoyando: la próxima meta es recaudar ropa, calzado y juguetes para donar en navidad, como todos los años, a niños en condición de pobreza.
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