Oraciones y recreaciones piadosas | Felices los que tienen corazón de niño | | | Puesta en situación | En el verano de 1896, Teresa compuso cuatro oraciones breves sobre una imagen para su breviario, que representaba al Niño Jesús y la Santa Faz. «Yo soy el Jesús de Teresa», dice el Niño Jesús, levantando un dedo al cielo. «Yo soy el Jesús de Teresa», murmura la Santa Faz, con los ojos bajos hacia el suelo. «Yo soy Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz», responde en eco. | | | Teresa me escribe | « Yo soy Jesús de Teresa ¡Niñito Jesús!, mi único tesoro, yo me abandono a tus divinos caprichos, y no quiero otra alegría que la hacerte sonreír. Imprime en mí tu gracia y tus virtudes infantiles, para que en el día de mi nacimiento para el cielo, los ángeles y los santos reconozcan a mí, a tu pequeña esposa, » Teresa del Niño Jesús | Oración 14 | | | Comprendo | Tanto en su nombre como en su vida, Teresa es el espejo adulto de los niños pequeños, el reflejo de un alma en su primera primavera. No alimentó una concepción ingenua de la infancia, que asoció, en su propio nombre religioso, a la humanidad herida y redimida por Cristo. El niño Jesús de Teresa le mostró el cielo. Si ella lleva el sello del Niño Jesús y de la Santa Faz, ¿no es para invitarnos a buscar en el niño lo que dispone nuestra alma a la misericordia de Dios? Siguiendo los pasos de la monja carmelita, María Montessori nos recuerda que «Dios creó al niño más maravilloso de lo que jamás creímos». Cuando vemos vivir a un niño, le vemos recibir sin prejuicios, consentir su dependencia, vivir sólo el hoy, pedir con valentía, acoger sin reservas el Amor que se le ofrece. Se sabe tan pequeño y, sin embargo, es el huésped de un Dios tan grande... «¡Bravo Dios! ¡Gracias por el mundo! Gracias, Jesús, por darnos la vida», dice un niño en una oleada de alegría. Todo es suyo: Dios, la tierra, la luna, la flor, la estrella, la eternidad... El niño acoge el regalo del mundo con un corazón que no conoce límites. Con demasiada frecuencia lo olvidamos, y el niño nos lo recuerda: acoger es el primer paso para dar. Dichoso el niño que acoge sin reservas la gracia de Dios. De este modo, responde al «Capricho divino» de Jesús, que consiste en que le sigamos, sin miedo, hacia su Reino. | | | Rezo y actúo | La liturgia de hoy ensalza la bienaventuranza eterna de los que buscan el rostro de Dios. Con Teresa, pido a todos los santos del cielo que me comuniquen sus gracias y virtudes infantiles, para llegar a ser hijo e hija como Jesús mismo es hijo. |
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