Es noviembre de 1912. Los alumnos más jóvenes del internado tienen un canario en su clase. En un momento de descuido, sale volando hacia el jardín y, a pesar de los esfuerzos del jardinero, los obreros y toda la clase, nadie consigue recuperarlo. Los hombres advirtieron a la monja encargada de la clase que no había esperanzas de que el pájaro regresara, para gran consternación de las niñas.
Las niñas pidieron a su profesora que volviera al parque mientras ellas suplicaban a Thérèse que les devolviera el pájaro. La hermana accedió, cogió la jaula vacía y regresó al jardín. Inmediatamente, las niñas empiezan a rezar en su lenguaje infantil: «Pequeña Flor, ¡devuélvenos a nuestro pájaro! La inocencia y el fervor de esta petición conmueven a la joven encargada de cuidar la clase, que sin embargo teme que los alumnos se sientan decepcionados si la maestra regresa con la jaula vacía.
Sin duda, esta oración confiada también conmovió a la pequeña Teresa en el Cielo, pues tras un cuarto de hora de ausencia, ¡la maestra reapareció en el aula con el canario! Después de esperar un rato en el jardín, el pájaro se posó en la jaula y entró por la puertecilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario