En noviembre de 2018, durante el viaje de las reliquias a Islandia, Josua Cataño, un niño colombiano de 13 años, fue curado por Teresa. En ese momento, el joven se había lesionado gravemente la rodilla derecha tras un grave accidente mientras jugaba al fútbol. Estaba desesperado porque los médicos le habían dicho que no podría volver a hacer deporte. Josua fue con su madre a la iglesia católica de Reikiavik donde estaban expuestas las reliquias.
«Josua lloraba mucho e imploraba a Santa Teresa porque no podía imaginarse la vida sin jugar al fútbol. Empezó a rezar intensamente a Santa Teresa y prometió visitarla en su casa de Lisieux, llevarle flores y una vela blanca. Siguió rezando en casa y todos los sábados cuando venía a misa en español a la catedral, hasta que el relicario salió de Islandia», cuenta su madre.
Algún tiempo después, Josua volvió al médico para una revisión. Comprobó que la rodilla se había curado por completo y funcionaba como si nada. Josua explicó que debía esta recuperación milagrosa a la intercesión de «esa monjita que vive en el cielo».
Josua cumplió su promesa: vino a Lisieux con su familia para dar las gracias a Teresa en mayo de 2019. Allí conoció a las hermanas carmelitas y contó su historia durante la misa en la basílica: «Santa Teresa me ha hecho el chico más feliz de mi edad. Puedo volver a jugar al fútbol, ¡y eso es lo importante!».
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