Es con la Virgen María donde mejor apreciarás el valor de una vida sobrenatural y de una espiritualidad profunda.
No hay en su vida ningún gesto, ningún pensamiento, por mínimo que sea, que no haya sido inspirado por Jesús. Ni un solo minuto de su vida pasa lejos de Él. La existencia de la Virgen está enteramente hecha de interioridad.
En Ella no hay separación entre acción y contemplación, porque la contemplación impregna la acción, mientras que la acción nace de la contemplación.
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