Abraham Hayon: el alcalde que escapó del encarcelamiento político en Venezuela
- El equipo de El Diario conversó con el alcalde de Mucuchíes, estado Mérida, en Madrid, España, sobre su lugar en la política regional, la logística de su escape de Venezuela y su perspectiva del futuro del país como desterrado político. Foto principal: ilustración generada con IA/El Diario
Abraham Hayon, alcalde de Mucuchíes, relata su escape de prisión con la exactitud de aquel que ha estudiado cada detalle. La madrugada del 25 de octubre de 2024, mientras todos los guardias esperaban el retorno de la luz y la ciudad de Mérida permanecía en silencio, Hayon levantó su cama, bajó por un túnel que había construido y caminó hacia la libertad.
Este suceso está marcado por el silencio protector, por los detalles que no pueden ser dados y, sobre todo, por la certeza de la persecución que todavía recae sobre sus hombros. Hayon está en Madrid, España, junto a toda su familia, pero en Venezuela su casa fue saqueada y algunos empleados han sido perseguidos por su cercanía con él.
La preparación del escape comenzó a gestarse en su cabeza desde el primer momento en que recibió el llamado de su detención y la logística del mismo tiene una serie de características que hablan, sobre todo, de la corrupción y el totalitarismo de las encarcelaciones políticas.
El 4 de septiembre, Hayon se dirigió a la ciudad de Mérida con la intención de cumplir con algunos trámites en la alcaldía. Una tensa calma acobijaba las calles. Nadie hablaba a viva voz y los rumores caminaban entre los adoquines de los callejones antiguos y el asfalto. Sobre él pesaba una sombra oscura: una orden de detención emitida por Diosdado Cabello, el actual ministro de Interior, Justicia y Paz, que lo acusaba de “traición a la patria”. Antes de salir del recinto, mientras acomodaba una serie de carpetas, escuchó una voz conocida que le recordó que el Estado lo tenía en la mira.
“Yo estaba con la jueza Silvia Moreno. Ella fue la que llamó para informar de mi paradero. Me dijo: ‘¿Tú no sabes que tienes una orden de captura emitida en tal fecha?’. La vi nerviosa y dije, ‘Bueno, yo seguro que bajando aquí al ratito me van a buscar’”, explica Hayon en entrevista exclusiva para El Diario.
Con documentos en mano, salió del edificio y avanzó unos 30 metros hasta su vehículo, donde lo esperaba su esposa. La única certeza que tenía era que su persecución era inevitable y, 38 días después de los comicios electorales del 28 de julio, escuchó una voz parca y fría que le decía, mientras tres hombres lo cercaban: “Lo sentimos, pero tiene una orden de captura. Suba a su carro, nosotros iremos detrás.” Eran funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) vestidos de civil que lo habían esperado en la parte de afuera.
Al llegar a la comisaría de la Policía Nacional Bolivariana en el municipio de Ejido, estado Mérida, el comisario Jairo Pernía lo recibió con las pretensiones de la extorsión. Su esposa lo acompañaba, temerosa por lo que podía ocurrir, mientras Hayon, con la experticia que le ha dado una vida entregada a los negocios, esperaba pacientemente el destino irrevocable de ser perseguido. Lo que parecía una simple retención, tan simple y común en los vericuetos del mundo vacíos de libertad, se convirtió en una trampa. La primera declaración de Pernía fue contundente: “Su boleta aún no está radiada. Si me entrega 25.000 dólares ahora mismo, usted se va y resuelve su situación desde afuera”.
Hayon, atrapado en la situación, intentó negociar con el tiempo en contra. No contaba con esa cantidad de dinero en ese momento y solo necesitaba un par de horas para conseguirlo, pero la exigencia del comisario era inmediata y su libertad se diluía entre las manecillas del reloj. La detención del alcalde de Mucuchíes había sido ordenada por Diosdado Cabello. Así, Hayon fue llevado a la cárcel, mientras su esposa se marchaba, sola y preocupada.
En ese instante, Hayon pensó fríamente sobre su presente como preso político, como perseguido, como un hombre tirado a las mazmorras y no bajó la cabeza en ningún momento. Su único objetivo era la libertad y la conseguiría de cualquier forma. “En mi cabeza nunca estuvo quedarme”, recalca. Su conversación inicial con el comisario fue un juego de poder, donde intercambiaron promesas de favores a cambio de dinero, tejiendo una red de complicidades en un sistema que parecía no darle tregua.
En la penumbra de la habitación de oficiales, mientras los retazos del viento entraban por la ventana para refrescar la noche, Hayon se convirtió en un observador de la dinámica policial. A las 9:00 am, un grupo de 20 agentes se retiraba mientras 15 nuevos rostros tomaban su lugar. Los primeros días no le dejaron usar su teléfono, pero luego, con dinero en mano, se lo devolvieron y desde ahí pudo planificar cada ruta de escape, mientras su relación con el comisario Pernía se tornaba cada vez más cercana.
“A los 10 días de estar preso le pregunto al comisario si no existe la posibilidad de construir una habitación individual. Me dice que sí y me llevó a un sitio donde se había comenzado la construcción para unos tribunales móviles. Eran varios cubículos. Yo agarré tres habitaciones pegadas al lindero y terminé la construcción”, relata.
Desde Medellín, Colombia, viajaron tres albañiles, expertos en su oficio y, lo más importante, dispuestos a trabajar sin cuestionamientos, siempre que el pago llegara puntualmente. El alcalde había cambiado su estatus en la prisión y podía deambular por los pasillos como un funcionario más, mientras observaba la rutina de los demás y anotaba en su mente los detalles de las mismas. En este intervalo de tiempo pudo calcular las posibles salidas de escape. La presencia de los albañiles le ofreció una ventaja adicional: le permitió instalar micrófonos en la oficina de Pernía. Así, Hayon se enteraba de todo lo que sucedía a su alrededor, ajustando sus hábitos para pasar desapercibido.
Los albañiles siguieron las directrices de Hayon al pie de la letra y cavaron un túnel que se extendía debajo de su cama privada, ubicada en el lindero del edificio, a escasos tres metros de la calle. Nadie podía perturbar la privacidad del alcalde ni entrar a su habitación sin permiso. Eran los privilegios que el pago semanal, sin tardanzas, le permitía. Esa ventaja fue crucial para manejar los tiempos del escape y no levantar ni la más mínima sospecha. A su vez, en las noches silenciosas pudo calcular el horario del racionamiento de luz. Todos los días entre la medianoche y la 1:30 am fallaba el suministro y la plena oscuridad era el escenario perfecto para escabullirse del encierro.
En las vías terrestres era difícil circular por la alta presencia militar. Ni la vía hacia Táchira ni hacia Arauca eran opciones viables. En ese momento, mientras veía a unos funcionarios rebatir sus toallas como la hélice de un helicóptero, explica Hayon, tuvo la premonición de su salida y dijo: “Esa es la manera de irme.”
“La cama estaba al lado de la pared y el túnel estaba debajo. Entonces, al salir no tuve que pasar mucho rato. Afuera había una tapa camuflada con grama artificial y un poco de tierra. Avisé a la persona que me tenía que buscar a 500 metros. De ahí en 10 minutos estaba en el helicóptero, en 40 minutos en Curazao y de ahí volé a Ámsterdam (Países Bajos) y, luego, hasta Madrid”, dice.
Hayon maneja con cautela la información sobre el escape. Cada detalle, según él, tiene el potencial de comprometer la seguridad de muchas personas. Tras el incidente, más de 80 individuos han sido arrestados; entre ellos, numerosos funcionarios, incluido el propio comisario. Sin embargo, también hay quienes, ajenos a la situación y que simplemente fueron a visitarlo, han terminado tras las rejas. “Están injustamente presos”, enfatiza.
Un recorrido por la vida política de Abraham Hayon
La trayectoria política de Abraham Hayon es un relato breve pero intenso, marcado por eventos que han dejado una huella en el municipio Rangel, en el estado Mérida. Su historia comenzó el 21 de noviembre de 2022, día en que fue elegido alcalde con una contundente victoria de 5.217 votos. Su nombre es conocido en los parajes campesinos de la zona como un inversor, conocedor del campo y, sobre todo, de las maneras para impulsar el trabajo de los agricultores.
Durante su gestión como alcalde, mantuvo una relación matizada con el gobierno de Nicolás Maduro, siempre desde una postura opositora. Uno de los momentos más representativos de su labor se dio con la visita de María Corina Machado en el transcurso de la campaña electoral, donde ambos se encontraron en el Pico del Águila, el punto más alto del municipio, para proclamar el apoyo ciudadano de la región a la candidatura de Edmundo González.
La visita levantó sospechas en el ámbito político del estado Mérida y el gobernador Jehyson Guzmán lo llamó, con algunas proposiciones, para que cambiara su postura y se aliara con la campaña de Nicolás Maduro. Según Hayon, el gobernador le ofreció, a cambio de un ajuste de su actitud política, cualquier cosa que pidiera como representante de Mucuchíes. La respuesta de Hayon fue clara y firme: “Con todo respeto, gobernador, seguiremos siendo amigos, pero yo me voy con esta candidatura, como dice ella, hasta el final”.
Su compromiso con el proceso democrático impulsado por la candidatura de Edmundo González fue crucial para contabilizar y registrar las actas electorales del estado Mérida en los comicios presidenciales del 28 de julio. “En mis manos estuvo el 90 % de esas actas y yo las vi. Entonces, es como dice el dicho: si digo que el burro es blanco es porque tengo los pelos en la mano”, enfatiza. Para él, la victoria de Edmundo González era indiscutible, con todas las evidencias sobre la mesa.
Para Hayon no existía ningún duda del triunfo de Edmundo y al escuchar el resultado presentado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), que proclamaba a Nicolás Maduro como ganador, dijo: “Esto no es posible.” En ese momento, mientras la rabia ciudadana se agolpaba en las calles y la represión desmedida se incrementaba con el pasar de los minutos, decidió mantener la calma y cumplir con algunos compromisos en Bogotá, Colombia.
No obstante, el 17 de agosto, desde la capital colombiana, rompió el silencio con una declaración en la que clamaba por el cese de la violencia institucional y el cese de la represión militar ante las exigencias justas del pueblo. “Posteriormente, mencioné que, por los incidentes en el país, solicitaba la intervención de organismos de paz. Diosdado Cabello dice que yo solicito una intervención militar, que son dos cosas diferentes”, aclara.
Esa declaración se convertiría en un arma en manos del ministro de Interior, Justicia y Paz, quien solicitó su detención.
Hayon desde su exilio
El alcalde de Mucuchíes es un hombre conciso en sus palabras y, en este momento, se define como un exiliado político. No es asilado, comenta, porque su identidad española lo secunda como ciudadano de ese país. Nació en Marruecos en el seno de una familia judeo-española y, a los 7 años de edad llegó a Venezuela, donde ha forjado su vida. Su trayectoria lo llevó a Madrid, donde completó el bachillerato y se unió al ejército israelí en la década de los setenta.
A lo largo de su vida en Venezuela, ha centrado su energía en el ámbito empresarial. “Yo me he movido en estas cuatro décadas en muchos ámbitos. Uno de ellos es el minero, que ahorita no tiene cabida para un privado, a menos que esté, como dicen, enchufado o pegado al gobierno. Hoy en día me he dedicado a la parte alimentaria y de manufactura textil”, detalla con firmeza.
Su gestión en la alcaldía del municipio Rangel ha estado marcada por el apoyo continuo a los productores de la zona. Uno de los esfuerzos más importantes de su trabajo en la región fue la creación de la Confederación Nacional de Productores y Comercializadores de Papa en Venezuela (Confepapa), en colaboración con Edison Arciniegas, director del Centro de Estudios Agroalimentarios y asilado político en la capital española.
“Logramos una muy buena labor en los primeros años, pero siempre tuvimos en contra la mafia del ministro de Agricultura, el general Castro Soteldo. Se negaba a la existencia de dicha confederación y a la distribución equitativa de los recursos del agro en el país. Todo era para su área”, comenta.
Abraham Hayon no titubea ni una sola vez cuando habla sobre la juramentación de Edmundo González, que no se pudo llevar a cabo el 10 de enero de 2025. No espera ningún milagro, pero no tiene dudas del talante democrático del pueblo venezolano y del esfuerzo colectivo de los últimos meses. Se despide con ciertos chispazos de optimismo ante el futuro próximo del país.
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