Para los desterrados de la tierra Dios creó los graciosos pajarillos. Ellos van gorjeando su plegaria por bosques, valles, montes y laderas.
Los traviesos y alegres rapazuelos, tras de escoger algunos preferidos, los cazan y aprisionan en lindas jaulas de doradas rejas.
¡Oh Jesús, hermanito!, tú abandonaste el cielo por nosotros, pero sabes muy bien que es el Carmelo Niño divino, tu bella pajarera. Jesús, los bosques de este mundo no pueden contentarnos. En la profunda soledad queremos cantar para ti solo.
Es tu blanca manita la que orienta y atrae nuestro vuelo. ¡Qué bellos son, oh Niño, tus encantos! En tu sonrisa quedan, cautivos de su luz, los pajarillos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario