Autobiografía | La vida es tu navío, no tu morada | | | Puesta en situación | Teresa abandonó la Abadía, el colegio en el que se encontraba en régimen de media pensión antes de terminar sus estudios. A causa de su salida, no puede ser admitida normalmente en la asociación de la Santísima Virgen. Sin embargo, a petición suya, se le permite volver dos tardes a la semana. Dedica este tiempo a rezar ante el Santísimo Sacramento en el estrado de la capilla. A veces le invade un profundo sentimiento de soledad, que le trae recuerdos de su época de alumna. Estos momentos dan paso a ciertos estados de ánimo... | | | Teresa me escribe | Como en los días de mi vida de internado, cuando me paseaba triste y enferma por el enorme patio, yo repetía siempre estas palabras, que hacían renacer siempre la paz y la fuerza en mi corazón: «La vida es tu navío, no tu morada». Cuando era pequeñita, estas palabras me levantaban la moral. Y todavía hoy, a pesar de los años, que hacen que desaparezcan tantos sentimientos de piedad infantil, la imagen del navío sigue cautivando mi alma y la ayuda a soportar el destierro... ¿No dice la Sabiduría que la vida es «como nave que surca las aguas agitadas sin dejar rastro alguno de su travesía...?» Cuando pienso en estas cosas, mi alma se abisma en el infinito y me parece estar tocando ya las riberas eternas... | Ms A 41 | | | Comprendo | ¡El verdadero hogar no está aquí abajo! La imagen de un barco que adopta Teresa expresa su convicción de que la vida aquí abajo es como un viaje, un viaje que no es un crucero tranquilo porque el barco tiene que navegar por aguas turbulentas... Un viaje que conduce al puerto de la salvación, ¡una perspectiva que nos anima a vivir! | | | Rezo y actúo | Pidamos a Dios que renueve en nosotros el valor para atravesar las inevitables pruebas de la vida, fortalecidos por la fe, la esperanza y la caridad que sólo Él derrama en nuestros corazones. |
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario