He aquí el testimonio del reformador del Carmelo:
«Desde hace varios años, me parece que siempre que le pido algo en su día festivo, me lo concede; cuando mi petición no es la más apropiada, Él la soluciona, para mi mayor bien.
Las personas de oración, en particular, deberían unirse siempre a él; porque no sé cómo se puede pensar en la Reina de los Ángeles que vivió con el Niño Jesús, sin agradecer a San José por haberlos ayudado tan eficazmente.
Quienes no encuentren maestro que les enseñe la oración, tomen a este glorioso santo como maestro, y no se extraviarán en el camino».
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