21 de Marzo: Día Mundial de la Poesía
Puestos a ver, si a ver vamos; la poesía es como el amor, como la vida y, por extensión, como la muerte misma. La poesía, desde la más oscura noche de los tiempos, mejor; desde los albores del devenir de la humanidad, es la pura expresión de la ternura, del dolor y del padecimiento del espíritu. La poesía como manifestación sensible del espíritu está presente en las sociedades y civilizaciones más extrañas y lejanas de la especie humana. Desde que homo sapiens-sapiens, bajo los influjos de los más inclementes rigores del tiempo, del clima y las gélidas temperaturas, se entregó a las más abstrusas divagaciones del espíritu aislado, solitario, en grupo o en manadas, no tardó mucho en sucumbir a los encantos de la metáfora, el símil, la parábola, sinécdoque, paranomasias y demás corolarios y figuras expresivas del discurso sintáctico oral a los fines de poder entablar puentes de diálogos y de interacción comunicativa entre sus congéneres. Desde la más cerrada noche de la historia hasta el alba de los tiempos históricos ha emergido y proliferado manifestaciones orales y escritas (grafemáticas) de connotaciones líricas y poéticas para dar cuenta del paso del hombre sobre este triste y melancólico planeta que insistimos
llamar Tierra, tan frágil y vulnerable en todos los órdenes y ámbitos de su desenvolver. Quién, en su sano juicio, puede negar que hay poesía en los hechizantes atardeceres crepusculares del Delta del Misisipi o del Vietcom o del alucinante Delta del Orinoco. ¿Quién osa dudar de la profunda tesitura lírica de la irremediable entrega total
y absoluta de unos labios fusionados en agónica entrega en prueba de amor entre un hombre y una mujer que dicen no poder vivir el uno sin el otro?
El mundo, incluso el peor de los mundos concebible por la febril imaginación del humano ser puede carecer o prescindir de una cierta y determinada impronta poética. La tragedia con sus consubstanciales expresiones de dolor, pérdida y tristeza son, de suyo, manifestaciones elocuentes de poesía. La espera como materia prima de la esperanza en un futuro inminente o largamente atisbado en lontananza es, también por supuesto, un rasgo constitutivo del poema que se fragua en proceso lento y a veces lentísimo de forja verbal y morfosintáctica para, al
final del proceso espiritual, emerja la poesía como la más elevada manifestación estética del espíritu humano.
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