En defensa de mi casa de estudios, la UCV
Su silencio, su palabra, la sepultura de la universidad.
¿Quién gana con el relato público que denuncia los abusos de un octogenario profesor universitario muchos años después?
Antes que nada, protección, respeto y atención a la víctima. ¿En Venezuela?
Nadie la protegió. Ni antes, ni durante, y menos ahora. La exponen y la usan.
Sí, leer el relato duele: casi 9.000 palabras de dolor, denuncia y confusión cayendo como cascada, en una suerte de “boletín de noticias” o newsletter llamado Substack. Ahí encontrará de todo, menos buen periodismo, menos relatos y escritos que sean joyas de la humanidad. Pero, ahí está el relato.
La chica inicia exponiendo cómo no tuvo nunca educación sexual ni herramientas para enfrentar la violencia. Todo lo contrario, el miedo fue inoculado en ella desde muy joven, y por la familia. Ya ahí comenzamos mal. Pero si logras leerlo completo, lloras: por ella, por la escritura, por el daño a la Universidad y, sobre todo, porque en el momento actual de la justicia venezolana… ¿de verdad alguien confía en las instituciones que implementan la justicia desde el Estado secuestrado?
Resulta que los editores no son una fantasía innecesaria. Un editor es el eslabón fundamental de la escritura, el guardaespaldas de la palabra, el señor de los acentos, el rey de la sintaxis, el mejor amigo del que se atreve a escribir. El defensor de la honra que tiene la palabra escrita.
¿Cómo es posible que esto salga y se haga viral en estos momentos de ataques continuos a la Universidad, que sigue de pie en protesta cívica, valiente y rebelde?
Breve acotamiento.
Estudié Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela. Luego, como egresada, formé parte de la generación de mediados de los años noventa en la Escuela de Letras. En ambas existían profesores babosos y abusadores, pero también sabios y seductores. Siempre se ponía un stop, y jamás salíamos solas con ellos ni, por error, íbamos a sus casas. Impensable. Nos protegíamos. Además, no había necesidad: siempre había un barcito cerca para la tertulia y el intercambio de equivocaciones que nos es dado en la juventud.
¿Quiénes son los profesores de la Escuela de Letras de la UCV? Gente de mucho prestigio, con una reputación intachable, muchos tienen galardones por su aporte a la literatura, conferencistas, maestros de muy alto nivel.
Hay cientos de experiencias, cientos de historias, miles de graduados que pasaron por el aprendizaje de voces como Rafael Castillo Zapata, Vicente Lecuna, María Fernanda Palacios, Alejandro Olivares, María Pilar Puig Mares, Adriano González León, Agustín Silva Díaz-Ortega, Alejandro Sebastiani Verlezza, Ángel Gustavo Infante, Aura Marina Boadas, Camila Pulgar Machado, Carlos Sandoval, Carmen Teresa Soutiño, Consuelo González Díaz, Eleazar León, Eli Galindo, Florence Montero, Gabriela Kizer, Gisela Kozak, Gustavo Díaz Solís, Guillermo Sucre, Hanni Ossott, Ida Gramcko, Igor Barreto, José Balza, Irma Chumaceiro, Rafael López-Pedraza, Judit Gerendas, Laura Toloza, Luz Marina Rivas, Marco Jiménez, María Eugenia Martínez Padrón, Mercedes Sedano, Oscar Sambrano Urdaneta, Rafael Cordero, Mario Morenza, Ramón Escovar León, Michaelle Ascencio, Rodrigo Marcano, Ricardo Ramírez Requena, Francis Lugo, Roberto Martínez Bachrich, José Ignacio Herrera y nuestro Premio Cervantes, Rafael Cadenas.
¿Dónde quedan estas voces, su trayectoria impecable, el prestigio infinito y el amor que le han brindado a la Escuela? ¿Porqué está siendo viral una denuncia anónima años después de haberse sucedido?
Los estudios de Letras son tan antiguos como la propia Facultad de Humanidades, fundada como Facultad de Filosofía y Letras en 1946. Luego, al separarse los estudios de Letras y Filosofía en 1959, siguieron formando generaciones.
Siento un profundo y arraigado orgullo por mi Universidad Central de Venezuela. Golpeada, amenazada, perseguida y olvidada gracias a un régimen que lleva más de dos décadas desmantelando al país, aún hace unos años se ubicaba entre las mejores universidades según el QS World University Rankings 2020, clasificación que agrupa a las 1.000 universidades más prestigiosas del mundo.
La UCV se ubicaba en el puesto 37 de América Latina y entre el 701-750 del mundo.
¿Casualidad?
Recientemente se hicieron virales imágenes de protesta inteligente dentro de sus instalaciones. Muchos profesores siguen dando clases cuando ya deberían estar jubilados. No hay relevo. ¿Quién quiere trabajar por un sueldo que no paga ni el transporte público hasta la universidad?
Venezuela es el país donde una mujer denuncia un abuso y la víctima es la universidad. Creo que las mujeres necesitamos protección, respeto, pero sobre todo educación. Prevención ante la posibilidad de abuso y de violencia. Unión entre los grupos que conforman la universidad. Tal vez, yo tuve mucha suerte, pero, como seres humanos, se repetirán los casos en las mejores universidades, en 2022 fue Harvard, «Besó y toqueteó a estudiantes sin su consentimiento, hizo insinuaciones sexuales no deseadas y amenazó con sabotear las carreras de sus estudiantes si se quejaban», reza el escrito judicial. Al profesor de Antropología John Comaroff le dieron de baja, pero siempre se cuidó el prestigio y la reputación de la institución académica en beneficio del alumnado.
¿Qué creen que le va a suceder a la Universidad Central de Venezuela si nadie tiene quien le escriba?
Elevar la voz antes que nada por la víctima, pero también pararnos de pie al lado de una institución tan relevante para el país como la Universidad Central de Venezuela es lo mínimo, están desmantelando lo que nos queda de país, no importa si para ello se valen del sufrimiento de una chica anónima que pide a gritos, cual metáfora de país, auxilio.
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