Un relato cruel

En una de las tantas caminatas por las colinas del pensamiento, se me permitió ver una extraña historia. Se paseaba un caballero de un lado para el otro con las manos entrecruzadas en la espalda, cabizbajo como quien carga una gran preocupación. Con la mirada escurridiza y curiosa me apertreché detrás de los frondosos árboles, los más próximos a los jardines llenos de fragancia, ya que en ese lugar yacía una zona sombreada confortable para descansar. Allí, pude divisar como se acercó una joven de aparente fragilidad, ella y el hombre cruzaron un par de palabras que no escuché por la distancia en la que me encontraba. Transcurridos algunos minutos de aquella conversación vi cómo se despedían con un abrazo casual y ella se adentra en el bosque con cierto aire de huida. No lograba entender por qué parecía que escapaba de aquella escena cuando desde lejos lucia tan natural.
A medida que la chica se adentraba en el bosque colina abajo yo experimentaba cómo mis ojos se abrían y la visión se volvía como telescópica, a pesar de que mi posición natural seguía bajo los frondosos árboles envuelta en los aromas florales de jardín contiguo. La mirada se agudizaba y podía ver cómo aquella de apariencia deleznable sucumbía en el aceleramiento de sus tiempos, divisé sus cabellos crecer con aspecto descuidado, su piel perdía brillo y sus pasos eran cada vez más acelerados. No entendía lo que veía, si me encontraba en una dimensión desconocida, si alguna planta había tenido un efecto adverso en mí, o si algo debía ser comprendido en medio de esa circunstancia. Dado lo sobrenatural del momento, me incorporé un poco más en mi posición y procuré sostener la mirada, tenia temor que al pestañar pudiera perder algo de la experiencia; aquella joven seguía acelerando sus pasos casi sin fuerza mientras parecía enfermar de gravedad en el proceso.
Ya casi no aguantaba, los ojos se me secaban, debía pestañar, y así lo hice. Cuando volví abrirles rápidamente divisé a la joven sucumbir y caer como muerta al suelo; no podía saberlo a ciencia cierta me encontraba muy lejos, empero mi corazón decía que aquella mujer yacía sin vida, tendía al suelo entre pequeños claros de copas de árboles, colina abajo. Volteé mi cabeza y miré hacia el jardín y vi al hombre llorar con el rostro entre las manos. Aquel efecto telescópico en mis ojos aún permanecía porque veía grandes gotas de lágrimas escurrir y caer del rostro del caballero. Mi corazón latía con rapidez porque entendía que aquel hombre ya sabía lo que pude atestiguar a la distancia; rápidamente me incorporé para hacerme parte de alguna forma cuando de pronto escuché: -“No edificarán, y otro morará; no plantarán, y otro comerá, porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos perpetuaran las obras de sus manos”-
Fue entonces cuando comprendí que todo aquello era un mensaje claro a mi corazón porque la promesa era para mí, no seria en vano el paso por el bosque, disfrutaría largura de días entre los territorios labrados, y mis esfuerzos me sobrevivirían. Ya no había un telescopio en mis ojos, en su lugar lágrimas pletóricas de sal se escapaban como gotas de justicia empapando mi blusa. Como pude me incorporé para regresar a casa.
@alelinssey20
En una de las tantas caminatas por las colinas del pensamiento, se me permitió ver una extraña historia. Se paseaba un caballero de un lado para el otro con las manos entrecruzadas en la espalda, cabizbajo como quien carga una gran preocupación. Con la mirada escurridiza y curiosa me apertreché detrás de los frondosos árboles, los más próximos a los jardines llenos de fragancia, ya que en ese lugar yacía una zona sombreada confortable para descansar. Allí, pude divisar como se acercó una joven de aparente fragilidad, ella y el hombre cruzaron un par de palabras que no escuché por la distancia en la que me encontraba. Transcurridos algunos minutos de aquella conversación vi cómo se despedían con un abrazo casual y ella se adentra en el bosque con cierto aire de huida. No lograba entender por qué parecía que escapaba de aquella escena cuando desde lejos lucia tan natural.
A medida que la chica se adentraba en el bosque colina abajo yo experimentaba cómo mis ojos se abrían y la visión se volvía como telescópica, a pesar de que mi posición natural seguía bajo los frondosos árboles envuelta en los aromas florales de jardín contiguo. La mirada se agudizaba y podía ver cómo aquella de apariencia deleznable sucumbía en el aceleramiento de sus tiempos, divisé sus cabellos crecer con aspecto descuidado, su piel perdía brillo y sus pasos eran cada vez más acelerados. No entendía lo que veía, si me encontraba en una dimensión desconocida, si alguna planta había tenido un efecto adverso en mí, o si algo debía ser comprendido en medio de esa circunstancia. Dado lo sobrenatural del momento, me incorporé un poco más en mi posición y procuré sostener la mirada, tenia temor que al pestañar pudiera perder algo de la experiencia; aquella joven seguía acelerando sus pasos casi sin fuerza mientras parecía enfermar de gravedad en el proceso.
Ya casi no aguantaba, los ojos se me secaban, debía pestañar, y así lo hice. Cuando volví abrirles rápidamente divisé a la joven sucumbir y caer como muerta al suelo; no podía saberlo a ciencia cierta me encontraba muy lejos, empero mi corazón decía que aquella mujer yacía sin vida, tendía al suelo entre pequeños claros de copas de árboles, colina abajo. Volteé mi cabeza y miré hacia el jardín y vi al hombre llorar con el rostro entre las manos. Aquel efecto telescópico en mis ojos aún permanecía porque veía grandes gotas de lágrimas escurrir y caer del rostro del caballero. Mi corazón latía con rapidez porque entendía que aquel hombre ya sabía lo que pude atestiguar a la distancia; rápidamente me incorporé para hacerme parte de alguna forma cuando de pronto escuché: -“No edificarán, y otro morará; no plantarán, y otro comerá, porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos perpetuaran las obras de sus manos”-
Fue entonces cuando comprendí que todo aquello era un mensaje claro a mi corazón porque la promesa era para mí, no seria en vano el paso por el bosque, disfrutaría largura de días entre los territorios labrados, y mis esfuerzos me sobrevivirían. Ya no había un telescopio en mis ojos, en su lugar lágrimas pletóricas de sal se escapaban como gotas de justicia empapando mi blusa. Como pude me incorporé para regresar a casa.
@alelinssey20
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